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Autor: Esteban Beitze

La incredulidad frente a Dios, Su Palabra y ofrecimiento tiene tristes resultados. Cuando los 10 espías que habían sido enviados a investigar cómo era la tierra, volvieron diciendo que no podía conquistarla y que se morirían en el desierto, les fue hecho por Dios según sus propias palabras.


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PE2972 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (69ª parte)



IMPACTO COLECTIVO

Estamos llegando al final del estudio acerca del sitio de Samaria por parte de los sirios en 2ª Reyes 6 y7. En el capítulo 7 vemos como Dios utiliza al profeta Eliseo para anticipar la victoria y la comida en abundancia. Pero los elegidos por Dios para trasmitir esta buena noticia a los sitiados fueron unos leprosos que se aventuraron al campamento enemigo y lo encontraron desierto. Después de alimentase bien y esconder de los tesoros que encontraban, les tocó la conciencia y se recordaron de sus compatriotas que se morían de hambre en la ciudad y les fueron a dar aviso. Luego que los leprosos les informaron a los porteros, “Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey. Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad. Entonces respondió uno de sus siervos y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan acá también perecerán como toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y enviemos y veamos qué hay. Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y envió el rey al campamento de los sirios, diciendo: Id y ved. Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por la premura. Y volvieron los mensajeros y lo hicieron saber al rey. Entonces el pueblo salió, y saqueó el campamento de los sirios. Y fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová.” (vs.11-16)

El anuncio tuvo un efecto positivo en los guardias. Por lo visto, ellos sí creyeron a los leprosos. Además, ¿por qué los engañarían?

Pero cuando el rey se entera de este anuncio, no lo cree. Sospecha una estrategia enemiga para hacerlos salir de la ciudad, como lo hizo Israel con los moradores de la ciudad de Hai (Jos.8) en la conquista de Canaán. En aquél entonces, creyendo que los de Israel huían, los habitantes de Hai siguieron a los que aparentaban una derrota, dejando su ciudad al descubierto. Allí el pueblo de Israel volvió y la conquistó. Algo similar, suponía el rey de Israel. Aunque unas horas antes había sido dada la promesa en el nombre de Dios, el corazón del rey que tantas veces ya se había endurecido, no dio crédito a estas buenas nuevas. Debía haber alguna trampa oculta. Como él era malo, también suponía maldad en los demás.

Pero entre sus hombres, hubo alguien que tuvo el valor y propuso que al menos diera lugar a una investigación. Le convenció diciendo que había todavía cinco caballos que se podían poner a disposición de hombres valientes. Total, si morían afuera o adentro de la ciudad, sería lo mismo. Al final el rey autoriza la salida de los siervos con los caballos (Algunas versiones ponen dos caballos, otros dos carros).

Estos siervos volvieron con la confirmación de la huida precipitada de los sirios, dejando a mano todos sus posesiones. A esta altura, seguramente ya toda la ciudad se agolpaba a la puerta para escuchar si el rumor de la huida de los sirios era cierto. Apenas volieron confirmando esta noticia, toda la población salió corriendo a conseguir la comida y los despojos que dejaron los sirios en su huida.

Creo que también esta parte de la historia nos ilustra algo de las experiencias espirituales. Cuando se le predica el evangelio a alguien, muchas veces sucede que nos tenemos que enfrentar con incredulidad, no sólo frente al mensaje y a Dios, sino incluso respecto a las intenciones de los que llevan el mensaje. Quizás piensen que le vienen a convencer de alguna religión para sacarle dinero (aunque a veces esto lamentablemente también es realidad).

Otra actitud es dudar de la victoria y poder completo que tiene el Señor sobre el enemigo y el pecado. Muchos cristianos viven la vida cristiana encerrados, no en la libertad que Cristo vino a traer. Piensan que no puede ser cierto, esto de estar completamente libres. Siempre están buscando algo para hacer para supuestamente completar la obra del Señor. Pero la Palabra nos enseña que fuimos llamados a la libertad. Es cuestión de vivirla. Pablo escribió al respecto en Gálatas 5:13: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”.

Gracias a Dios, la salvación está completa, la victoria está hecha y la libertad es un hecho. ¡Vivamos en función de esta nueva vida!

INCREDULIDAD JUZGADA

En esta última parte del capítulo podemos observar cómo una vez más Dios cumple Su Palabra: “Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuyo brazo él se apoyaba; y lo atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, cuando el rey descendió a él. Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos seahs de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria. A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Si Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello. Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y murió” (vs.17-20).

Por medio del profeta, Dios había hecho dos promesas: la baja increíble de los precios del grano, pero también la muerte del príncipe incrédulo. Y esto sucedió de una forma impresionante. Al tener de repente toda la provisión del ejército sirio, el hambre se había convertido en historia. Había abundancia de todo, aparte de los enseres que dejaron los sirios.

Pero la parte terrible de la historia fue que el rey había puesto a su príncipe preferido en la puerta, seguramente para ordenar la salida del pueblo. Pero frente a la desesperación producida por el hambre, con la noticia que había comida disponible, ya nadie miraba por el otro. Era cuestión llegar lo antes posible al campamento sirio. En ello se produjo la avalancha donde murió pisoteado el príncipe que se había burlado de la promesa de Dios. Este tipo de avalanchas humanas se conocen varias en el mundo moderno, con triste cantidad de víctimas aplastadas por la muchedumbre.

En nuestra historia, la única víctima fue el príncipe burlón. Es que Dios no deja sin castigo al que se burle de Él. En este príncipe se cumplió en forma tétrica las palabras de Pablo en Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Este hombre cosechó el castigo de su incredulidad y burla del poder de Dios. Estaba tan cerca de ser parte del cumplimiento de la promesa, pero no la pudo disfrutar.

La incredulidad frente a Dios, Su Palabra y ofrecimiento tiene tristes resultados.

Cuando los 10 espías que habían sido enviados a investigar cómo era la tierra, volvieron diciendo que no podía conquistarla y que se morirían en el desierto, les fue hecho por Dios según sus propias palabras. En lugar de ser parte de la conquista victoriosa de la tierra que Dios les había prometido y que ellos mismos habían visto, murieron en el desierto. La incredulidad siempre tiene tristes consecuencias. Por un lado, no forma parte de las bendiciones que Dios quería dar, pero a veces no sólo esto, sino que recibe un castigo por deshonrar a Dios por el hecho de no confiar en Él.

Y si lo aplicamos al incrédulo, al que no quiere creer en Dios, que quizás hasta se burle de Él y sus enviados, va tener la terrible consecuencia de estar para siempre separado de Dios en el lago de fuego, “donde será el lloro y crujir de dientes” (Mt.24:51).

IMPRESIÓN FINAL

Cuando uno lee esta historia, de cómo Dios apoya a su siervo y hace cumplir Su promesa de la forma más irracional humanamente hablando, nos damos cuenta, que Dios tiene todo en control. Él nunca se queda sin argumentos, sin herramientas y sin solución. Cuando delante de los suyos se extiende un mar, el hace un camino en medio del mismo. Además, parece tener una preferencia especial por ayudar de la manera menos esperada y, sobre todo, con los medios menos imaginados. No me canso de fijarme en el pasaje de Pablo con el cual me identifico absolutamente: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1Co.1:26-29). Cuando nos creemos algo, cuando nos basamos en nuestras fuerzas, sabiduría o capacidad, vamos a fracasar y la bendición de Dios no puede estar presente. Pero para aquél que sabe que no es y no tiene nada, y reconoce que todo lo es el Señor, sucede el milagro que Dios lo puede utilizar para cosas grandes. Justamente en el hecho de no haber surgido por fuerza, capacidad o inteligencia humana, la gloria la recibe absolutamente Dios.

Aquí tenemos la historia de 4 leprosos anónimos, por medio de los cuales, Dios dio la salvación para una gran ciudad. Dios es especialista en utilizar lo que no vale, no sirve o es incompetente para el ojo humano. Él usa una vara, una piedra, un tartamudo, un jovencito, unos panes y peces, una niña, unos hombres del vulgo, un fracasado, un rebelde, una viuda, y como acá, unos leprosos para llevar a cabo Su plan, donde Él recibe todo el honor y la gloria.

La pregunta con la cual quisiera concluir es simple: ¿Eres tú uno de estos sencillos, no reconocidos por el mundo, pero utilizados por Dios? Aunque todos te dejen de lado, justamente eres ideal para que Dios lo sea todo por medio tuyo.

Y no descuidemos la necesidad del mensaje de salvación que necesita nuestro entorno y la humanidad entera. ¿Seremos de aquellos que la Biblia dice: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Ro.10:15). ¡Somos deudores! Que la frase de los leprosos nos sea un continuo recordatorio de no posponer la tarea más importante que existe: “No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad” (v.9). Que nuestra decisión sea: “Vamos, pues, ahora, entremos y demos la nueva…”

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