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Autor: Esteban Beitze

A pesar de ataques cada vez más fuertes a los principios bíblicos, el aumento de la inmoralidad, la legalización oficial de asesinar a seres humanos que aparentemente no son hallados dignos de vivir y muchas otras cosas más, esto no tiene que frenar al siervo de Dios a intervenir, alertar y ayudar donde pueda a las almas que van camino a la perdición.


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PE2958 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (55ª parte)



En 2ª Reyes 6 encontramos la historia de cómo Dios le revelaba al profeta Eliseo donde el enemigo sirio pensaba invadir el territorio de Israel. Dice a partir del versículo 8: “Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse. Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad”.

Podemos observar que Eliseo avisaba del peligro a un rey que no lo quería mucho que digamos. Ya tuvo algún entredicho con el rey Joram (3:13) y más adelante incluso éste lo intenta matar (6:31). Pero allí había un enemigo de su pueblo, que les quería hacer daño. Eliseo no iba a dejar de avisar acerca del peligro inminente. Vemos amor y perdón a aquellos que incluso no lo merecían. Observamos amor por la vida de los demás. Si pensamos en nuestro mundo, en nuestra sociedad, incluso la gente que nos rodea allí siempre habrá algunos que no nos quieren mucho, quizás hasta nos causen problemas. Esto quizás, sobre todo, por ser creyentes. Esta actitud de ellos, no nos debería dejar de preocuparnos por su estado eterno y hacer todo, para que alcancen la salvación.

Eliseo avisa: “Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí”. La vida de su rey y los de su pueblo estaba en peligro. Él no los iba a dejar sin la debida advertencia.

Hoy en día, los peligros para nuestros pueblos cada vez más apóstatas son importantes. A pesar de ataques cada vez más fuertes a los principios bíblicos, el aumento de la inmoralidad, la legalización oficial de asesinar a seres humanos que aparentemente no son hallados dignos de vivir y muchas otras cosas más, esto no tiene que frenar al siervo de Dios a intervenir, alertar y ayudar donde pueda a las almas que van camino a la perdición. No podemos callar de avisar acerca del juicio eterno. El llamado de Dios por medio de Salomón nos tiene que movilizar: “Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte” (Pr.24:11). Pero también hoy se observa cada vez más a cristianos a quienes no les importa lo que sucede a los demás. Son similares a los líderes del pueblo de Israel: “Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado” (Is.56:10,11).

Otra lección que podemos aprender es el reconocimiento de la autoridad por parte del profeta. Aunque Joram era un rey apóstata, aunque no le interesaban las cosas de Dios, la Palabra de Dios, el culto a Dios y hasta se oponía al siervo de Dios, no por ello, Eliseo no lo respetaría. Nos hace recordar como el apóstol Pablo, escribe a los creyentes que se encontraban bajo el gobierno nefasto del emperador romano: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Ro.3:1). Y también en Tito 3:1: “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra”. No interesa si estamos de acuerdo con la forma de gobierno, ni siquiera con el carácter, actitudes o creencias de nuestros gobernantes. Igual les debemos respeto, sujeción e intercesión.

Ataque enemigo

Frente a la información que Eliseo le pasaba a su rey, el rey sirio decidió hacer una incursión específica para apresar al profeta. ¡Imaginémonos, un ejército entero, con los vehículos más modernos y poderosos de la época, para atrapar a un solo hombre! El rey sirio lo debía odiar tremendamente.

¡Un ejército entero para atrapar a un siervo de Dios! Esto no es novedoso. Toda la historia de Israel, el pueblo escogido de Dios está marcada por los ataques e incluso intentos de exterminio. Todo lo que es de Dios será blanco de los ataques del enemigo. Él “vino para robar, matar y destruir” (Jn.10:10a).

Lo mismo ocasiona a los creyentes. Tal como un león rugiente, siempre está al asecho, “buscando a quién devorar” (1P.5:8). El enemigo aborrece tremendamente a los creyentes, sobre todo a los fieles, a los que advierten de las estrategias enemigas, los que ayudan a salvar las almas de las garras del enemigo, los que conquistan territorio para Dios. Aquellos que se meten en campo virgen o lugares especialmente bajo dominio enemigo a evangelizar, son los que generalmente sufren tremenda oposición. A estos Satanás los enfrenta con todos sus medios. Los ataques pueden venir en forma directa como ser la burla, el desprecio, campañas de desprestigio, bloqueo de canales de trasmisión masiva o redes sociales. Puede haber ataques a la salud, accidentes, tentaciones, acusaciones injustas, causas judiciales o incluso los quiere frenar por medio de la prisión y la muerte. Otras veces ataca al creyente fiel por medios indirectos, como a la familia, en la iglesia, situación económica, etc. Una cosa es segura, si nos metemos en campo enemigo, si queremos vivir de acuerdo con los parámetros bíblicos, si queremos ser parte de la salvación de almas, el enemigo no se quedará quieto. Allí donde llega la luz, habrá conflicto con las tinieblas. Frente a un creyente tibio, el enemigo no tiene miedo, no habrá mucho movimiento en las esferas espirituales, pero cuando aparece el fiel y comprometido, empiezan a llover los misiles.

¿Tenemos que temer frente a ello? ¿No es una situación muy engorrosa? ¿Cómo reaccionamos frente a este tipo de ataques? ¿Será con desánimo o con confianza?

Frente a este tipo de embates, existen aquellos creyentes que le dan lugar a la desazón, al desánimo e incluso están los que desertan de las filas de los fieles. A veces hasta se presentan como mártires, orgullosos de sus sufrimientos o ven el desánimo como una especie de humildad que se presenta en forma orgullosa a los demás. Son los que se quejan continuamente diciendo algo así como: “Pobre de mí. Mira todo lo que me sucede por querer servir al Señor”.

También están los otros que siguen adelante gozosos. ¿Será porque son superficiales y no analizan la seriedad del conflicto? Absolutamente no. Son realistas, se dan cuenta de los peligros, son conscientes de sus debilidades, y del poder del enemigo, pero, tienen un aliado en el cual pueden confiar siempre, el que jamás los deja, y con el que al final siempre habrá una victoria. Podemos contar con el que se llama “Jehová de los ejércitos”. No hay razón para desanimarse. ¡Qué bueno es contar con un aliado que es más fuerte que cualquier enemigo, el que conoce todas sus estrategias! Una palabra de ánimo al respecto encontraremos en esta antigua historia.

Es interesante que esta vez, Dios no le reveló a Eliseo esta incursión enemiga. Evidentemente había alguna lección importante que él, y sobre todo su criado, debía aprender. Entonces, si estamos siendo atacados por el enemigo porque estamos involucrados en la obra del Señor, no temamos. Confiemos en el Señor, aferrémonos más de Él, teniendo en cuenta que estamos haciendo lo correcto, que estamos invadiendo territorio enemigo para rescatar almas que el enemigo quiere llevar a una eterna condenación. Claro, no se va a quedar quieto, pero con nosotros hay uno más grande, con nosotros está Jehová de los ejércitos. Busquémoslo a Él y vamos a tener victoria, y muchos serán alertados y rescatados de las garras del enemigo. Dios nos quiere utilizar en esta tarea. Él no nos dejará solos. Confiemos en Él. Dios te bendiga.

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