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Autor: Esteban Beitze

: En medio de una sociedad apóstata, Dios levantó grupos de personas fieles que se reproducían más y más. Si queremos que nuestras iglesias crezcan aun en medio de una sociedad cada vez más perversa y antagónica a Dios, no tenemos que estar tan enfocados en programas, comodidad o rituales, sino en poner a Cristo y Su Palabra en el centro.


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PE2954 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (51ª parte)



ELISEO Y EL HACHA (2R.6:1-7)

En la Biblia encontramos algunas historias que, a primera vista, al menos parecen raras, y quizás no entendamos mucho, porque el Espíritu Santo quiso añadirlas al canon sagrado. Vamos a meditar en una de ellas relacionadas con el estudio de la vida de Eliseo que encontramos en 2ª Reyes 6: “Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad. Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera. Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó”.

1. UN LUGAR ESTRECHO

A. El significado de la estrechez

Nuestro relato comienza hablando acerca de los hijos de los profetas. Estos ya se han nombrado varias veces en los textos pasados (1R.20:35; 2R.2:3,5,7,15; 4:1,38; 5:22; 9:1).

Eran los alumnos de profeta. Hoy sería algo así como un instituto bíblico. Eran hombres que estudiaban la Palabra de Dios y buscaban servirle.

Ellos vivían juntos en un mismo lugar. Ahora bien, este lugar se había vuelto estrecho. Las palabras que se utilizan para “moramos” (v.1) y “habitemos” (v.2), es la misma en el original (gr. yasháb). Esta palabra se utiliza más de 1100 veces en el Antiguo Testamento. Se aplica tanto para morar en el sentido de vivir, como también para esperar, “sentarse delante”, de permanecer (Lm.5:19), recibir instrucción (Ez.8:1) e incluso en el sentido de adoración (2S.7:18) y estar en la presencia de Dios (Sl.27:4).

En este caso entonces, tanto el lugar donde vivían, como también donde recibían la instrucción del profeta y donde llevaban a cabo la adoración les estaba quedando chico.

Este lugar probablemente se encontraba en Gilgal, porque en las historias anteriores, encontramos a Eliseo junto a los hijos de los profetas en este lugar (4:38). Gilgal ya quedaba cerca del río Jordán. Pero ahora querían establecerse en la ribera del mismo. Seguramente tenían sus razones por la cercanía del agua y la utilización de la fertilidad de la zona.

B. La razón de la estrechez

El grupo de los “hijos de los profetas” había crecido al punto que ya no tenían lugar. Sin lugar a duda, la cura de Naamán, el general sirio, había trascendido, más teniendo en cuenta, que en ese entonces había muchos otros leprosos en Israel, pero que sólo éste había sido sanado (Lc.4:27). A esto le podemos sumar, que seguramente también se hizo público el castigo de la lepra que vino sobre Giezi el siervo de Eliseo, por su avaricia y mentira. Sucedió algo similar como con el juicio sobre Ananías y Zafira que trajo “…gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas… Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres” (Hch.5:11,14).

Las otras señales del profeta, que incluyeron incluso la resurrección de un muerto, seguramente habían hecho que la fama de Eliseo trascendiera y más personas se acercaran.

Pero creo, que la razón primordial del crecimiento en número de estas personas, lo encontramos en la tarea principal del profeta. Indudablemente, el hecho que Eliseo se quedara por allí hizo que más hombres se acercaran e integraran a este grupo. Como cualquier profeta, su esencia era ser vocero de Dios, trasmitir la Palabra de Dios y su mensaje de arrepentimiento.

Siempre que se le da el lugar que le corresponde a la Palabra de Dios, y ésta es vivida por hombres y mujeres fieles a Dios, esto produce fruto. Las personas defraudadas por la sociedad, cansadas del engaño y pecado y de buscar soluciones donde no las hay, las que reconocen sus necesidades, entonces se acercan para recibir el alimento necesario, la comunión anhelada, pero, sobre todo, la paz y la presencia de Dios.

¡Qué importante es un liderazgo íntegro, que vive en la presencia de Dios y enseña Su Palabra con profundidad! Donde hay siembra, hay cosecha. Soy muy consiente que existen excepciones, pero a la larga sabemos que la Palabra de Dios no vuelve vacía. Donde hay profunda enseñanza y vida de oración, el Señor obra en crecimiento.

El paralelismo de esta historia hacia el crecimiento de iglesia es inevitable. ¡Cómo anhelamos eso! Pero, también, nos deberíamos preguntar, qué método aplicamos para ello. Hoy en día, pareciera que los caminos elegidos para conseguir mayor asistencia es música, show, buenas comidas, asistencia social, salones más cómodos, etc. El entretenimiento cristiano y la comodidad se han vuelto unos de los enfoques principales. El mensaje se adapta al gusto del consumidor sin llamados de arrepentimiento, sino solo invitaciones a “disfrutar de las bendiciones de Dios”.

Pero veamos cómo surgió el crecimiento en el tiempo de Eliseo. Recordemos que Elías se había quejado de que él era el único que había quedado de los que seguían fielmente al Señor (1R.19:10). Pero luego de tener un reencuentro con Dios, empezó la tarea de un discipulado con Eliseo, hasta que éste ocupara su lugar. Allí empezaron a surgir las escuelas de profetas, o sea lugares de enseñanza bíblica y adoración a Dios. A pesar de ser lugares sencillos, con personas muy necesitadas en lo material, éstas crecían y se multiplicaban. La clave fueron la consagración, enseñanza bíblica, la oración, llamados al arrepentimiento, juicio al pecado, el servicio y la integridad. En medio de una sociedad apóstata, Dios levantó grupos de personas fieles que se reproducían más y más.

Si queremos que nuestras iglesias crezcan aun en medio de una sociedad cada vez más perversa y antagónica a Dios, no tenemos que estar tan enfocados en programas, comodidad o rituales, sino en poner a Cristo y Su Palabra en el centro. Que nuestra actitud y oración refleje la de Habacuc: “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh, Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer. En la ira acuérdate de la misericordia” (Hab.3:2). ¿queremos tener iglesias que crezcan? Imitemos el ejemplo de Eliseo. Vivamos vidas que honren a Dios, que busquen a Dios, que amen a Dios, que hablen de Dios. Que den a conocer el Evangelio de Cristo, su obra de salvación. Leamos, estudiemos, prediquemos, vivamos la Biblia. Y vamos a ver que el Dios de la Biblia va a dar bendición a nuestra iglesia. Que esta sea nuestra actitud y nuestra oración. Que Dios nos ayude en ello. Amén.

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