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Autor: Esteban Beitze

¿Es quizás ésta tu realidad? ¿Qué te está tirando abajo? ¿Frente a qué problemas estás por sucumbir? La solución se encuentra al alcance de la mano. ¡Busca el consejo de un hombre o mujer de Dios! ¡Busca la persona que te puede guiar a Dios, o te ayude a descargar tu problema en Su presencia!


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PE2948 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (45ª parte)



UN REY IMPORTANTE, PERO INCAPAZ

En 2ª Reyes 5 encontramos la historia de la cura de la lepra de Naamán, el general sirio. 2ª Reyes 5:1-8: “Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, vé, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí. Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel”. En esta historia estamos observando 5 personajes que no aparentan lo que son. Tenemos a un famoso general, pero enfermo de lepra. También tenemos una joven esclava, pero que impacta por su testimonio fiel. Ahora vamos a analizar a un rey incapaz.

Cuando Naamán llega frente a Joram, el rey de Israel y le exige la sanidad, éste demuestra lo contrario a la jovencita esclava. A pesar de que Eliseo, el profeta de Dios, viviera en la misma ciudad, quizás sólo a unas cuadras, no sabe adónde ir con su problema. Vemos que se vuelve presa de pánico, empieza a elaborar teorías conspirativas y se demuestra absolutamente incapaz de enfrentar correctamente el reto, y muchos menos encontrar una solución para el mismo. Esto se debía a que era un rey que seguía en los caminos de su padre Acab, habiendo dejado a Dios y dándole lugar al pecado en su vida. Sabía algo acerca de Dios. Sabía que era Él quién podía dar y quitar la vida. Pero esto no lo llevó a buscarlo. Esta triste realidad explica su actitud desesperada y miedosa. La persona que corre a Dios de su vida, de sus decisiones y fuente de confianza, obviamente tenía que caer en el miedo y desesperación.

Ahí podemos observar la clásica actitud de una persona que no tiene puesta en Dios su confianza. Allí cualquier adversidad o problema se puede transformar en un escollo infranqueable que hace tambalear toda la vida. Se desesperan, tiemblan de miedo, buscan esconderse o culpar a otros de sus desgracias.

¿Es quizás ésta tu realidad? ¿Qué te está tirando abajo? ¿Frente a qué problemas estás por sucumbir? La solución se encuentra al alcance de la mano. Seguramente tienes un amigo creyente cerca, quizás un amigo, un familiar o hermano de la iglesia. Así como Eliseo le dijo al rey, así también te digo: ¡busca el consejo de un hombre o mujer de Dios! ¡Busca la persona que te puede guiar a Dios, o te ayude a descargar tu problema en Su presencia! Incluso puedes ir directamente al Señor. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Él sufrió todo y mucho más lo que ninguna persona habría de sufrir. Pero por ello puede compadecerse con nosotros, y si acudimos a Su trono recibiremos el oportuno socorro (Hb.4:16).

UN PROFETA HUMILDE, PERO EFICAZ

El cuarto personaje en esta historia es Eliseo, el profeta de Dios. En lugar de aparecer raudamente cuando se entera que una persona importante necesitaba de su servicio, simplemente avisa al Rey, que existe un Dios que sí, puede solucionar cualquier problema como leímos en el versículo 8: “Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel”. Es muy llamativo, que ni siquiera lo recibe, no va a su encuentro, ni siquiera le sale a saludar. Simplemente “…le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio” (v.10).

¿Cómo hubiéramos actuado nosotros si una persona importante y rica buscara nuestro consejo o ayuda? ¿No hubiéramos buscado la selfie o el autógrafo y quizás también algo más?

En Eliseo podemos observar las características de un verdadero siervo de Dios:

– Es humilde.

– Siempre está dispuesto a ayudar, aun cuando la persona no lo merezca. Fue Naamán que hizo incursiones contra Israel y probablemente fue él quien raptó personas de allí y las hizo esclavas. Eliseo demostró perdón.

– Busca la salvación para otros. Les indica el camino para ello.

– No codicia honra ni dinero. Vive para valores superiores y eternos. ¿Seamos honestos, no nos hubiera tentado que alguien nos ofreciera 340 kg de plata y unos 68 kg de oro más ropa de primera marca y calidad? Eliseo tenía otras prioridades. Qué precioso personaje que encontramos acá. Un personaje sencillo, de un excelente testimonio.

– Él cuidó su integridad.

– El resultado fue la ayuda a una necesidad exterior, y la salvación del alma de este general. ¡Y quién sabe si Naamán no fue un impacto en su entorno al volver a Siria! Seguramente su familia fue impactada por el testimonio de la sanidad y también de la salvación de este hombre. Este hombre comprendió más que muchos del tiempo de Eliseo allí en la tierra de Israel. Este hombre entendió que Dios es el Dios verdadero, el todopoderoso.

Si pensamos en el testimonio de Eliseo, ¿Te puedes identificar con este hombre de Dios? ¿O somos como el Rey Joram, desesperado porque no buscaba la ayuda en Dios? ¿De qué lado nos encontramos? Dejémonos impactar por el testimonio de Eliseo, y apliquemos estas verdades a nuestra vida. Que Dios los bendiga. Amén.

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