El carácter de la iglesia

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Norbert Lieth

En la primera carta a Timoteo, el Apóstol Pablo enseña “a conducirse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”. 

En 1.Timoteo 3:14-16, Pablo escribe: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad. E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.”

Este texto declara tres cosas sobre la iglesia:

– Ella es la “casa de Dios”. Dios ha tomado residencia dentro de la congregación. Esto es algo que no había existido hasta entonces, al menos en esa forma. Él vive en cada creyente a través del Espíritu Santo y por eso también está presente en todas las reuniones locales de los creyentes. En el Antiguo Testamento, el Señor residía en el Lugar Santísimo del Tabernáculo, más adelante en el templo – hoy en Su iglesia.

– Ella es la “iglesia del Dios viviente”. En aquel tiempo (y en la actualidad) en el mundo pagano existían incontables templos llenos de ídolos. La iglesia se diferencia de todos ellos en que el Dios viviente reside y actúa en ella, y que es propiedad de ese Dios viviente.

– Ella es “columna y baluarte de la verdad”. Grandes columnas generalmente caracterizaban un templo. El de Diana de Éfeso, por ejemplo, parece haber tenido 127 columnas de mármol cubiertas de oro. Frente a todas las inseguridades, los errores y las mentiras religiosas, la iglesia posee la verdad, y es columna y baluarte de la misma. Ella ofrece al mundo la revelación de Dios, ofrece la seguridad que el ser humano busca y necesita. A través de ella es proclamada la verdad.

Todo esto es un alto llamado y por eso contiene una gran responsabilidad. Es de acuerdo a ello que ahora debe vivir cada individuo en la iglesia. Y qué trágico es cuando en la iglesia se infiltran doctrinas extrañas, no bíblicas, o cuando el individuo no vive su vida de acuerdo con la verdad.

Cada ser humano que a través de Jesucristo encuentre la verdadera piedad en Dios, ya en la tierra ha llegado a su meta espiritual y no le faltará nada en la eternidad. “Indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad en Dios.” El misterio de la salvación en Dios consiste en la grandeza de la revelación de Jesucristo como fuente de la salvación completa. La misma contiene seis cosas:

1. “Dios fue manifestado en carne.”

Eso es Belén (navidad) y describe la encarnación de Jesús, pero también Su vida humana totalmente libre de pecado hasta Su ascensión al cielo. Dios se convirtió en Hijo del hombre para convertirnos a nosotros en hijos de Dios. El patriarca Atanasio el Grande (alrededor del 298-373 dC) dijo: “Él se convirtió en lo que nosotros somos, para que Él pudiera convertirnos a nosotros en lo que Él es.” Este misterio de piedad en Dios es tan insondablemente grande, que nunca podrá ser descubierto y que sólo es posible entenderlo por la fe.

2. “Justificado en el Espíritu.

Las primeras dos frases señalan claramente la Trinidad: Dios (Dios el Padre) es manifestado en carne (Dios el Hijo, Jesucristo), justificado en el Espíritu (Dios el Espíritu Santo). Aquí no se trata del ser humano, sino de Dios. Es la continuación de la primera frase: El Dios hecho carne es justificado en el Espíritu. El Espíritu Santo confirma la vida del Dios Jesús hecho carne. Hay tres aspectos de esta confirmación:

a) El Dios Jesucristo hecho carne fue justificado a través de Su vida sin pecado, de Su muerte en la cruz y de Su resurrección. Contrario a todos los reproches, las acusaciones, calumnias, negaciones y críticas, Él resultó tener la razón en todo. ¡Él es la verdad!

b) Jesucristo, el Dios hecho carne, ha sido declarado completa y públicamente como perfecto por el Espíritu Santo:

– en Su bautismo (Mt 3:15-17).

– en Su transfiguración (Mt 17:5).

– en Su resurrección (Ro 1:3-4).

– en Su ascensión al cielo (Jn 16:10).

La vida del Dios venido en carne (Jesús) fue totalmente confirmada. En este lugar me gustaría enfatizar la resurrección, porque en Romanos 1:3-4 se menciona la misma secuencia que en la primera carta a Timoteo: “…acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, 
1:4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos.”
La resurrección de Jesús es la confirmación de Su vida justa.

c) La vida del hombre Jesús ha sido tan completamente justificada, que a través de Él todos los que creen en Él llegan a ser justificados: “por lo cual también su fe le (a Abraham) fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Ro 4:22-25).

En Romanos 5:18, Pablo explica lo siguiente: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.” Así como todos nosotros, en Adán, llegamos a ser injustos, así Dios, en Jesucristo, nos declara a todos como justos. Lograr eso era la tarea de vida de Jesús. Resumiendo podemos retener los siguientes pensamientos sobre este tema (como lo formula Hannelore Lauble):

“Mi justicia es cero y sin valor. Es diferente a la de mi prójimo. No establece ninguna paz. Tu justicia pone a todo nuestro mundo, todo nuestro pensar de cabeza: Es Tu muerte por mí cuando yo estaba en contra de Tí. Yo era culpable – Tú no. Tú moriste – yo vivo. Justicia que es válida delante de Tí.”1

3. “Visto de los ángeles.

Tanto el nacimiento de Jesús (Lc 1:26-38; 2:8-15) como también Su vida terrenal fueron acompañados por ángeles:

– Los ángeles le servían mientras Él estuvo 40 días en el desierto (Mr 1:13).

– Un ángel lo fortaleció en el Getsemaní (Lc 22:43).

– Los ángeles observaban Su sufrimiento y estaban listos para intervenir por legiones (Mt 26:53).

– Ángeles estuvieron presentes en Su resurrección (Lc 24:23).

– Su ascensión al cielo estuvo acompañada por ángeles (Hch 1:10).

– Y del mismo modo Su segunda venida estará acompañada por ángeles (Mt 16:27).

“Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef 3:10). William MacDonald da una excelente explicación a esto:

“Una de las presentes intenciones de Dios (…) es, revelar a las huestes celestiales su ‘multiforme sabiduría’. Pablo aquí utiliza la ilustración de una escuela. Dios es el maestro. El universo es el salón de clase, las huestes angelicales los alumnos. El tema es: ‘La multiforme sabiduría de Dios’. En la iglesia eso es ejemplificado. Los ángeles son guiados a admirar sus insondables decisiones y sus caminos milagrosos. Ellos ven, cómo Dios ha vencido el pecado para la restauración de su propia gloria. Ellos ven como Dios ha enviado al mejor del cielo para salvar a lo peor de la tierra. Ellos ven, como él ha salvado a sus enemigos por un precio tremendo, los ha conquistado por el amor y los ha preparado como novia para su Hijo. Ellos ven, como él ha equipado a su iglesia con toda bendición espiritual en el mundo celestial. Y ellos ven, que a través de la obra del Señor Jesucristo, Dios recibe mayor honor, y a los judíos creyentes les son dadas más bendiciones de las que hubieran recibido si nunca se le hubiera permitido al pecado entrar en el mundo. Dios es justificado, Cristo ha sido exaltado, Satanás es vencido, y la iglesia ha sido instituida en Cristo para compartir Su gloria.”

4. “Predicado a los gentiles.”

Enseguida después de la ascensión de Jesús, los discípulos fueron y predicaron el evangelio a todas las naciones, tal como el Señor les había ordenado hacer: “Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch 1:8).

5. “Creído en el mundo.”

Recordemos la primera iglesia que surgió en Jerusalén, al eunuco de Etiopía, el momento de ser agregados los samaritanos, más adelante a Cornelio, la primera iglesia gentil en Antioquía, luego en Chipre, Iconio, Listra, Macedonia, Filipo, Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto, Éfeso, Mileto, Tiro, Malta, Roma… Entretanto posiblemente no haya ningún lugar en el mundo en el cual no hay personas que creen en Jesucristo. Y eso continuará hasta que la plenitud de las naciones haya entrado (Ro 11:25). Es consolador saber que en el mundo siempre habrá personas que crean en Jesús. La marcha triunfal del evangelio es irrefrenable y se abre camino en toda nación.

6. “Recibido arriba en gloria.”

El filósofo británico Francis Bacon (1561-1626) explicó lo siguiente: “Cuando Jesús vino al mundo, fue proclamada la paz. Cuando él se fue de este mundo, nos dejó la paz.” La obra de Jesús en la tierra ha sido tan poderosamente confirmada, que después de Su obra completada Él fue recibido en la gloria y ahora está sentado a la diestra de Dios. Allí ahora también está como hombre (revelado en carne), el rey sobre todos los reyes, quien a todos los que creen en Él, los lleva del mundo a Su gloria. ¡Y un día Él regresará en gloria! “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col 3:4).


1 Gott im Viehstall (Dios en el Establo), H. Lauble, pág.83, Editorial J&B, Berlín

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