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Continuamos hablando con Helle Telk, escritora del libro Divina adopción. En esta ocasión Helle nos da consejos acerca de cómo dejar las cosas del pasado, limpiarlas de nuestra vida y permitir que  Dios nos restaure a través de su Palabra. También comparte con nosotros testimonios impactantes de personas cuyas vidas cambiaron gracias a su historia. Te invitamos a conocer más acerca de su vida y de la obra que Dios ha hecho en ella.


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EA817 – Entre Amigas –
Ministerio Divina adopción – Parte 2



Entrevista a Prof. Helle Telk

Sonja: Hola amigas, nuevamente tenemos el privilegio de tener a Helle Telk con nosotros, quien ya nos estuvo contando en el programa anterior acerca de su testimonio personal, muy relacionado con el tema del perdón y de cómo Dios perdona y transforma nuestras vidas. En este momento estamos en un retiro femenino con el tema “Descubriendo una nueva mujer”, y el versículo lema es Jeremías 29:11, que dice que Dios sabe bien los planes que tiene para nosotras. Helle, bienvenida. ¿Cómo estás?

Helle: Estoy muy bien, gozosa de poder compartir otra vez este tiempo con ustedes.

Sonja: Helle estuvo hablando en este retiro acerca de nuestra casa, que habla de nosotras como mujeres. Estuvo hablando de la limpieza, del orden, de la decoración y de todos estos temas. Pero también Helle conectó y relacionó estas cosas exteriores a nuestra vida espiritual. ¿Querés contarnos un poco de esto, Helle?

Helle: Sí, cómo no. Yo creo que cuando alguien entra a la casa de uno, tiene que sentir algo. Por supuesto que puede entrar a una casa desordenada y no decir nada, pero en su mente piensa: ¡uy, que casa desordenada! O puede entrar a una casa que tiene muchas cosas lindas, podes entrar a una casa que es humilde pero que tiene cosas de valor, hay diferentes cosas que reflejan lo que es la mujer. Mi casa refleja lo que soy yo. Entonces cuando me mudé hace poco, me propuse junto con mi hija que es decoradora, preparar rincones en mi casa. En un pasillo por el que paso todo el tiempo, puse en un vinilo “House of prayer”, que significa “Casa de oración”. Eso se ve desde que entrás a la casa. Debajo, puse dos cuadros de barcos con dos versículos hermosos acerca de la oración. Cuando yo paso por ahí, casi me siento obligada a orar. Luego tengo otra pared que tiene un cuadro, alrededor del cual hay muchas fotos del ministerio de Divina adopción. En otro lugar de la casa tengo dos almohadones que me encantan que dicen: “relájate aquí”, y son grandes y mullidos. Después tengo otro almohadón que yo misma bordé y que es un tronco de árbol del cual salen todos mis familiares. Entonces cada vez que veo ese almohadón me trae algo sentimental.

Sonja: ¡Qué lindo! Ahora, estos distintos rincones de tu casa, ¿cómo se aplican a nuestra vida espiritual?

Helle: Cada lugar de la casa tiene su misterio. Por ejemplo, el baño es el lugar de purificación, de pedir al Señor que nos disculpe por las cosas feas que hacemos. En la habitación podemos hacer el devocional diario. En nuestra vida espiritual somos como una casa. Reflejamos de adentro para afuera lo que tenemos dentro nuestro. Si yo en mi interior me propongo cambiar determinadas cosas que sé que no son buenas, con la ayuda de Dios se puede. No es solamente irnos del retiro, decir ¡qué hermoso retiro! Y no hacer más nada. ¿Entonces para qué fui? ¿Para qué me tocó Dios si yo no voy a hacer nada con eso? Yo tengo que volver a mi casa y trabajar con la crítica, con la queja, con la falta de amor, con estas cosas que me faltan en mi interior y que Dios quiere que las tengamos, porque si no, nos puede utilizar en su obra.

Sonja: ¿Y no es así como tiene que ser nuestra reacción? Cada vez que yo leo la Palabra y me habla, tiene que haber un cambio en mí. No solamente en un retiro.

Helle: Claro, leer la Biblia no se hace así nomás, la Biblia es muy profunda y cada versículo tiene que ser como una espada de dos filos que entra en mi cuerpo y que realmente transforma mi vida interior. La palabra de Dios es muy poderosa, está escrita, inspirada por Dios.

Sonja: La Palabra es muy poderosa, eso es muy cierto. Pero continuemos hablando sobre la casa.

Helle: Sí, quiero hablar de la parte de la casa que llamamos garaje. Quizás no tenemos garaje, pero si tenemos un lugarcito, un lavadero o alguna piecita en la que tiramos todo lo que no nos sirve, y siempre está llena de cosas que hay que limpiar. El garaje es la parte de la casa más difícil de limpiar, porque no sabés qué hacer con todas esas cosas que se juntan.

Yo asocio al garaje con nuestra vida espiritual, que tenemos que barrer todo nuestro pasado que a veces nos aqueja y nos molesta, y debemos limpiarlo y tirarlo a la basura. Hay que desecharlo, hay que mantener dentro de unos solamente lo útil, y lo inútil hay que quitarlo, limpiarlo de adentro de uno como limpiamos el garaje. Creo que esto de limpiar nuestro interior tiene que ver con el pasado, porque nuestro garaje se va llenando, así como nuestra vida se va llenando de cosas que no corresponden, y llega un punto en el que hay que hacer una limpieza general. Yo siempre lo comparo con esos escobillones largos que usan para barrer la calle. Tenemos que dejar que Dios barra nuestro interior, y que todo el pasado se vaya, todo lo que no sirve. Si hay rencores, hay que sacarlos, no podemos tenerlos adentro. Yo creo que en algún momento de la vida uno tiene que parase en el camino y hacerlo. Porque si no te lo proponés, no lo vas a hacer. Qué lindo sería que todas pudiéramos barrer el pasado y sentir la libertad dentro de una, estando seguras de que no queda más nada del pasado en nosotras.

Eso no quiere decir que te lo vas a olvidar, igual te lo vas a acordar. Yo no puedo borrar esos 14 años en el hogar, los tengo en la memoria, pero sí puedo barrer todas las cosas horribles y guardar solamente lo bueno que Dios me dió, y sentirme libre de verdad. La palabra libre me gusta muchísimo, porque cuando somos libres Dios empieza a obrar poderosamente en nosotros. Mientras no sea libre de determinadas cosas, no puedo ser de bendición así como Dios quiere que yo sea. Cuando yo perdoné a mi mamá, una cosa que me cambió totalmente fue no pensar en la ofensa que me había hecho, sino en ella. Pensar en que la gente que te hiere está muy herida. Mi mamá estaba muy herida, y yo tengo que pensar en ella, en que si Cristo murió en la cruz por mí, también murió por ella. Y no pensar en las ofensas, sino pensar en que ella quizás me puso en el orfanatorio porque pensaba que era mejor para mí estar allí, que estar con ella. Pero a veces uno no piensa de esa manera, y pensar así te hace bien.

Y Dios perdonó a mi mamá también, Dios la perdonó por lo que hizo ella conmigo, y eso es una libertad hermosa. Además, al perdonar soltás a una persona, y eso también es muy importante. Hasta que no lo vivís no lo entendés de verdad. Porque una cosa es perdonar, pero otra es vivir el perdón.

Sonja: Una cosa tiene que venir acompañada de la otra. No solamente hay que decir que perdono, sino perdonar y vivir de acuerdo con ese perdón.

Helle: Claro, y que la gente se pueda dar cuenta, que se den cuenta de que hay algo distinto. La Biblia habla de que el rostro, la cara, habla de lo que somos adentro, y eso es verdad. Si yo estoy siempre con la cara enojada, quejosa, obviamente que voy a reflejar eso, y eso es horrible. Con un poco de esfuerzo y buena voluntad, en Dios podemos todo.

Sonja: Exactamente, pidiendo que Él nos guíe y que nos muestre por dónde empezar, porque en cada vida va a ser diferente.

Helle: Claro, porque cada uno tiene historias diferentes, vivencias diferentes.

Sonja: Tu libro fue vendido en una cantidad muy importante, hubo muchas reacciones, tantas que escribiste otro libro hablando y testificando de las reacciones de los lectores. ¿Quieres compartirnos algunos testimonios puntuales?

Helle: Luego de que salió Divina adopción se empezó a vender muy rápidamente, y se expandió mucho, incluso hicimos una versión en inglés, y buscamos maneras de hacer que el libro tuviera más alcance. En un momento me llamó un amigo mío de Misiones, y me dijo que conocía a una chica de 15 años que había ido a Argentina como estudiante de intercambio, y que había estado en un accidente de colectivo muy terrible, que se estaba muriendo. Los padres viajaron a Misiones, y después tuvieron que trasladarla a la capital porque necesitaba operaciones muy complicadas. Entonces mi amigo, que me conoce, me pidió que ayudara traduciendo lo que los médicos le decían para la familia. Así que yo iba todos los días a golpear la puerta de terapia intensiva, donde estaba Emma, y oraba con la mamá, y le empecé a contar mi historia, la historia que está en el libro. Yo iba todos los días, y ella estaba muy asombrada, me preguntaba por qué iba todos los días. Entonces pasó el tiempo, Emma fue operada, y yo no aún no la había conocido, porque no me dejaban pasar, yo hablaba solo con la mamá. Un día voy y resulta que a Emma la habían pasado a sala, que había salido de terapia intensiva. Entonces yo le dije a la mamá: ¿Viste que Dios está haciendo un milagro? Y Emma se iba reponiendo de a poco. Había sido alimentada con suero por dos meses, y ahora tenía que empezar a tener algo de comida, pero no podía comer, no le entraba. Entonces la mamá me pidió que orara para que Emma comiera. Así que yo me acerqué a Emma, y le pregunté: ¿Qué es lo que más te gusta comer? Y ella me dijo: Torta de manzana. Entonces yo fui a mi casa, hice una torta de manzana, y volví al hospital, le dejé la torta, y me fui, porque era domingo y tenía reunión. Al otro día cuando fui, la mamá me dice: Helle, no sabes lo que pasó. Se comió la mitad de la torta de manzana, y empezó a comer otras cosas también.

Sonja: ¡La torta de manzana le abrió el estómago!

Helle: Claro, ella se fue reponiendo, y cuando se iban a ir, la mamá me dijo: yo te voy a decir quién soy yo. Yo soy la abogada más importante de la alta corte de Sudáfrica, no te lo quise decir hasta que me fuera. Pero cuando salga el libro en inglés, yo quiero que vengas a mi casa a pasar unos días con tu esposo. Y Emma nos tomó tanto cariño a Tito y a mí que decía que éramos sus segundos papás. Entonces un día juntamos la plata para los pasajes, y nos invitaron por 10 días. La mamá de Emma organizó todo, nos sentimos como reyes, teníamos chofer, nos pagaba los lugares a donde íbamos, fue impresionante. Fue como una recompensa de Dios. Ella hasta el día de hoy me sigue escribiendo, y hace poco me contó que Emma se recibió de Abogada.

Sonja: ¡Qué bien! ¡qué lindo testimonio! Muchas gracias, Helle, por compartir con nosotras este testimonio. Lamentablemente se nos terminó el tiempo, pero muchísimas gracias, y deseamos de todo corazón que Dios te siga usando de esta forma para bendecir a muchas mujeres más.

Helle: Muchas gracias a vos, Sonja, por este reportaje y por la posibilidad de que otras mujeres nos escuchen.

Sonja: Con mucho gusto.

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