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Autor: William MacDonald

Dios es bueno en el sentido de que es moralmente perfecto. Todo lo que hace es bueno, esto es, amable y benéfico. Él es excelente y completamente libre de todo lo que sea malicioso o indigno. Es misericordioso, lleno de gracia, generoso, amante, paciente, perdonador y digno de confianza –todos estos atributos y más, están incluidos en Su bondad.


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PE2268 – Estudio Bíblico
Dios es bueno



¡Hola! ¿Cómo están? En el Salmo 119:68 leemos:
Bueno eres tú, y bienhechor.
Dios es bueno en el sentido de que es moralmente perfecto. Todo lo que hace es bueno, esto es, amable y benéfico. Él es excelente y completamente libre de todo lo que sea malicioso o indigno. Es misericordioso, lleno de gracia, generoso, amante, paciente, perdonador y digno de confianza –todos estos atributos y más, están incluidos en Su bondad.
David habló de “la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes” (en el Sal. 27:13). Y en el 31:19 también dijo:
¡Cuán grande es tu bondad,
que has guardado para los que te temen,
Que has mostrado a los que esperan en ti,
delante de los hijos de los hombres!

De la misericordia de Jehová está llena la tierra (nos dice el Sal. 33:5).
Y a todos se nos invita a “gustar y ver que es bueno Jehová” (en el Sal. 34:8). Y el Sal. 52:1dice que Su bondad “es continua”. Se repite frecuentemente en la Escritura, lo que leemos en el Sal. 100:5:
Porque Jehová es bueno;
Para siempre es su misericordia,
Y su verdad por todas las generaciones.

El Sal. 145:9 dice: Bueno es Jehová para con todos,
Y sus misericordias sobre todas sus obras.

Y Nah. 1:7 afirma: Jehová es bueno,
fortaleza en el día de la angustia;
y conoce a los que en él confían.

Charles Spurgeon muestra de qué manera la bondad de Dios es fundamental para nuestra fe:
“Él es bueno”. Esta razón es más que suficiente para darle gracias; la bondad es Su esencia y naturaleza, y por lo tanto siempre debemos alabarlo, ya sea que estemos recibiendo algo de Él o no. Aquellos que tan sólo alaban a Dios porque Él les hace bien, deberían elevarse a una nota más alta y darle gracias porque Él es bueno. En el sentido más verdadero, sólo Él es bueno. “No hay bueno sino uno, que es Dios”; por tanto, en toda gratitud el Señor debe tener la porción real. Si otros parecen ser buenos, Él es bueno. Si otros son buenos en alguna medida, Él es bueno sin límites. Cuando otros se comportan mal para con nosotros, esto no debería más que conmovernos de corazón para dar gracias al Señor, porque Él es bueno; y cuando nosotros mismos somos conscientes de que estamos lejos de ser buenos, deberíamos bendecirlo a Él con más reverencia, porque “Él es bueno”. Nunca debemos tolerar ni un instante de duda acerca de la bondad del Señor; aunque otras cosas sean cuestionables, esto es absolutamente cierto: Jehová es bueno; puede que varíen Sus dispensaciones, pero Su Nombre siempre es el mismo, y siempre bueno. No sólo es que Él era bueno, y será bueno, sino es que Él es bueno; sea como sea Su providencia. Por lo tanto, en este momento presente, aunque el cielo esté oscuro y cubierto de nubes, demos gracias a Su Nombre.

Vemos la bondad de Dios en la creación, providencia, y redención. Piensa en la belleza de la creación –las montañas, lagos, árboles, flores, puestas de sol, estrellas, animales, aves y peces. Piensa en la bondad de Dios en la providencia –cómo Él alimenta, protege, guía, cuida y se muestra amigo de toda Su creación. Y sobre todo esto, medita en Su bondad en la redención –que Él mandase al Mejor del cielo para morir por los peores de la tierra.

James Packer señala que “Dios es bueno con todos en algunas maneras, y con algunos en todas las maneras”. Su gracia común se muestra a todos en “la creación, providencia y todas las bendiciones de esta vida”. Su gracia especial se muestra a los creyentes en las bendiciones de la salvación.

No es de extrañar que el salmista dijese en el Sal. 107:8: “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”. Si tan sólo nos detuviésemos a meditar en las muchas evidencias de Su bondad en nuestras vidas, adoraríamos más y seríamos más agradecidos. El problema es que todo lo damos por hecho, entonces nuestros corazones se enfrían y no responden.
La contemplación de Su bondad debe despertar en nosotros el deseo de ser buenos para con los demás –de ser amables y benevolentes y amigos fieles. Podemos manifestar bondad siendo cariñosos, generosos, perdonadores, considerados, amables y hospitalarios.

Puede que alguien pregunte: “Si Dios es tan bueno, ¿por qué hizo al diablo?” La respuesta es que Dios lo creó como un ser angelical que era perfecto en sus caminos (según Ez. 28:15), pero era un agente moral libre con poder para obedecer o desobedecer a Dios. Cuando este “hijo de la mañana” buscó usurpar el trono de Dios, cayó del cielo (lo leemos en Is. 14:12 al 15). No fue culpa de Dios el que Su criatura escogiese rebelarse contra Él.

Otro podría preguntar: “Si Dios es bueno, ¿por qué dice que Él origina el mal, la enfermedad, el sufrimiento, la tragedia, la muerte, y todo lo demás?” Por ejemplo, en Isaías 45:7, le oímos decir: “Yo hago la paz y creo la adversidad”. ¿Manda Dios la calamidad? Debe entenderse claramente que Dios nunca es la fuente del mal o de nada malo. Algunas escrituras parecen indicar que sí lo sea, pero la verdadera explicación es que a menudo se dice que Dios hace cosas que sólo Él permite que se hagan. En otras palabras, Él permite que Sus criaturas, humanas y angélicas, hagan cosas que no son buenas, pero entonces Él toma el mando sobre estas cosas malas para Su gloria y para el bien de Su pueblo.

Una tercera pregunta que puede surgir es: “Si Dios es bueno, ¿por qué castiga el mal?” Stephen Charnock respondió la cuestión preguntando: “¿Cómo puede Dios ser amigo de la bondad si no es enemigo del mal?” El castigar el mal es un rasgo de la bondad. Permitir que pasase sin revisión y castigo sería una negación de todo lo que es bueno.

Y para concluir, citamos a John Greenleaf Whittier, quien fue reafirmado por la bondad de Dios:
Aun en el enloquecedor laberinto de las cosas,
Y por la inundación y tormenta sacudido,
A una segura confianza se aferra mi espíritu:
¡Yo sé que Dios es bueno!

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