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Autor: Eduardo Cartea Millos

En la vida de Jacob podemos ver cómo Dios guía. Él nos muestra su voluntad en la Biblia, en oración, a través de consejos de hermanos. Él dirige todas las circunstancias. Él da paz y bendición al que le sigue. ¿Estás dispuesto?


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PE2857- Estudio Bíblico
Cuando Dios llama dos veces (12ª parte)



Cómo Dios muestra su voluntad

Hola. Feliz de volver a encontrarme con usted, para seguir viendo los dobles llamados de Dios en la Biblia. En este caso, en la vida de Jacob, en el capítulo 46 del libro del Génesis: Un llamado a conocer la voluntad de Dios. Más allá de lo que ya vimos juntos, quiero recordar hoy otro de los aspectos de este subyugante tema.

En primer lugar: Dios usa diferentes medios para hacer conocer su voluntad.

Proverbios 16 nos dice que “el corazón del hombre piensa su camino, mas Jehová endereza sus pasos”. Dicho de otra manera: “El hombre proyecta su vida, pero el Señor dirige sus pasos”. Todos, en general, tenemos un proyecto de vida. “Nos gustaría ser…”, “nos gustaría hacer…”. Pero debemos decir siempre como nos enseña Santiago: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Para el cristiano no es el azar, la suerte o el horóscopo los que le guían, sino la guía infalible del Espíritu Santo de Dios.

¿Cómo nos muestra Dios su voluntad para nuestras vidas? En la antigüedad, Dios se reveló por distintos medios: a Jacob, mediante una visión; a Abraham, por una aparición angélica; a Israel, por una nube de día y una columna de fuego de noche; a Gedeón, por un milagro; a Pedro y los apóstoles, por un ángel; a Pablo, por una visión. Pero Dios no acostumbra ahora a revelar su voluntad de estas maneras, diríamos “místicas”. Dios utiliza hoy en día otros muchos medios, que están a nuestro alcance, para tomar decisiones sabias en nuestra vida.  Y permítame mencionarle algunas de ellas:

–  Sabiduría espiritual. Salomón fue un hombre que tomó decisiones muy sabias, aunque, lamentablemente al final de sus años demostró ser un héroe con pies de barro. Pero, antes de ello ¿por qué fue un rey sabio, prudente y fiel? ¿Por qué tuvo el reino más grandioso de la historia de Israel? Porque pidió a Dios, no poder, ni riquezas, sino sabiduría. Eso necesitamos para nuestra vida, ocupados en nuestra vida de salvación “con temor y reverencia”, porque “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

  • La Biblia. Indudablemente la Palabra de Dios es la guía para nuestra vida. David decía en su salmo 119, totalmente dedicado al libro de Dios: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”. Y agrega: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. Ya hemos dicho que hay una voluntad expresa en la Palabra de Dios sobre algunos temas. Pero sobre otros, que no están revelados, lo que vale es el criterio divino, la forma de pensar de Dios. Y eso sí está en toda la Escritura. Pero, para conocerla, debemos, como el varón del Salmo 1 que prospera en todo lo que hace, “meditar en ella de día y de noche”.
  • La oración.  Jeremías dice en su profecía: “Clama a mí, y te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. Es una invitación que Dios nos hace. No podemos desperdiciarla. A veces, nos parece que se tarda, pero debemos estar dispuestos a esperar en los tiempos de Dios, que, muchas veces son distintos a los nuestros. Hay otra sorprendente invitación de parte de Dios, y está en Isaías 62: “Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua hasta que restablezca a Jerusalén”. Nota esta frase monumental: “no reposéis ni le deis tregua”. Una versión lo traduce de una forma que hasta nos parece algo osado: “No se queden callados, no le den a Dios ni un minuto de descanso”. ¡Si no fuera que Dios mismo nos lo dice, nos parecería demasiado atrevimiento! Pero es él en su Palabra inspirada la que nos desafía a hacerlo.

Nos recuerda a aquel soldado que fue al general Napoleón a pedirle

algo que consideraba un permiso demasiado especial, con temor a sufrir un castigo por ello. Sorprendido, oyó al corso decir: “Su pedido me honra”. Honramos a Dios cuando, con la debida reverencia, buscamos su voluntad y como la viuda de la parábola de Lucas 18, no cesamos hasta que “nos haga justicia”. El Señor mismo nos invita: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”

  • Otros medios: Dios puede hablarnos a través de un mensaje; por el consejo oportuno de un cristiano espiritual (por un pastor, un maestro de la Escuela Dominical, un consejero espiritual, los padres, si son del Señor, un amigo creyente fiel). Pero, ¡tengamos cuidado! La tendencia es de consultar a los hombres, aun siendo espirituales, antes que al Señor en oración.
  • Otra manera como Dios nos muestra su voluntad es por diferentes circunstancias que actúan como señales o indicios, etc. Pero, también debo estar seguro que no es lo que quiero ver, sino la realidad objetiva, y sentir en mi corazón que realmente vienen de parte de Dios. Lo importante es que


En segundo lugar: Debo estar atento a interpretar la voluntad de

Dios. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” dice el proverbio. Es muy bueno estar en silencio ante el Señor y sentir en el corazón paz sobre el asunto en cuestión. Es una señal muy clara de que Dios está guiando los pasos. Mientras no sea así, no tomes ninguna decisión. Moisés le dijo a Dios: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”.

Recordamos aquellas palabras: “Y sabemos que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien”.  

 “Los caminos del Señor son siempre correctos. No siempre nos parecen lógicos; en realidad, son a menudo misteriosos… Rara vez pueden ser explicados, y no siempre son agradables y divertidos. Pero he vivido lo suficiente como para darme cuenta de que sus caminos son siempre correctos”.

Cuarto: Dios promete bendecirnos. Así le dijo a Jacob: “Allí yo haré de ti una gran nación”. La ratificación de la promesa hecha por Dios a Abraham, su abuelo y a Isaac, su padre, fue para Jacob la rúbrica divina sobre su petición contestada. Significó la bendición que Dios prometía sobre su viaje y, sin duda, produjo en aquel hombre una inmensa seguridad.

Qué paz trae al alma el saber que el Señor va con nosotros en el camino. Hace arder el corazón como aquellos dos discípulos que iban camino a Emaús. Nos da descanso, como a Moisés, cuando, en respuesta a su petición –que ya hemos visto antes–, el Señor le dijo: “Mi presencia ha de ir contigo, y te daré descanso”. Sí. Cuando nos disponemos a hacer la voluntad de Dios y buscamos su guía en cualquier asunto de nuestra vida, tenemos una certeza absoluta: Dios nos bendice. No es un “tal vez”, o un “puede ser”. Es un Sí y un amén.

Lo podemos decir por experiencia. En pequeñas decisiones y en grandes dilemas. No hay cosa más extraordinaria que saber con certeza que Dios está de acuerdo con nuestra decisión, o, mejor dicho, que nuestra decisión está de acuerdo con Dios.

Cuando es así, aunque el horizonte sea borroso, aunque haya nubes oscuras, aunque el mar esté delante de nosotros como estuvo delante de Moisés y el pueblo peregrino, demos el primer paso, con fe, confiando en el Señor. El abrirá el camino. Como dice la canción: “Sendas Dios hará, donde piensas que no hay”.

Finalmente: Debo estar dispuesto a obedecer la voluntad de Dios: “Yo descenderé contigo… Y se levantó Jacob de Beer-seba”.

Debo estar dispuesto a obedecer la voluntad de Dios para mi vida. Decía el hermano Horacio Alonso: “Muchas veces vamos a Dios y le decimos: Aquí está mi plancito. Firma abajo”. No es así. No es mi plancito. Es el plan de Dios. Yo debo darle la hoja en blanco y decirle: “Señor, escribe en ella tu plan para mi vida. Estoy dispuesto a obedecerlo”.

No es fácil esto, pero es así como debe ser. Muchas veces es muy difícil. Pero es posible. Y es lo que debo hacer, con Su ayuda.

Hay un relato muy inspirador en el libro de J. O. Sanders “En busca de la madurez”, que vale la pena recordar:

“En una conferencia en Ben Lippen, Carolina del Sur, Estado Unidos, (dice Sanders) una señorita dio su testimonio. Al hacerlo, sostuvo una hoja de papel y afirmó que contenía la voluntad de Dios para su vida, y que ella la había aceptado. Lo único que estaba escrito en el papel era su firma al pie de la hoja. Entonces dijo: “He aceptado la voluntad de Dios para mi vida sin saber qué es, y le toca a él llenar los detalles”.

El cumplir el propósito de Dios, tiene recompensas eternas para aquellos que viven en el centro de la voluntad de Dios. No solo para esta vida, pero también para el cielo. Un día el Señor nos dirá: “Bien, buen siervo y fiel”. Será el momento más emocionante de la eternidad.

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