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Continuamos hablando con Paola Sanchis sobre la poliartritis, una enfermedad que padece hace ya varios años. Nos cuenta sobre momentos muy difíciles que tuvo que enfrentar, llegando al borde de la muerte, pero Dios estuvo presente en todo momento y le dio paz. Te invitamos a conocer cómo vive Paola hoy en día y los consejos que nos da en cuanto a cómo encontrar fortaleza en Dios.


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EA0919 – Entre Amigas –
Convivir con la poliartritis – Parte 2



Entrevista a Paola Sanchis

Victoria: Amigas, es un gusto estar con ustedes nuevamente. Hoy nos acompaña una vez más Paola Sanchis. Ella nos ha estado contando cómo ha sido este transitar con la enfermedad que le fue diagnosticada: la poliartritis reumatoidea. Hoy nos va a contar un poco más acerca de cómo está actualmente, cómo vivió esos años después de pasar por ese punto más bajo y cómo esta llevando adelante la vida hoy. Paola, bienvenida nuevamente y gracias por estar con nosotras.

Paola: No, por favor, muchas gracias a vos por este segundo programa. Bueno, te cuento: Después de ese 2012 fatal, que marcó un antes y un después importante en mi vida, encontré, por gracia de Dios, a un médico llamado Martín Rebella. Él se preocupó muchísimo por mí, empezó a estudiar más a fondo lo que era la enfermedad en sí y encontró en el Fondo Nacional de Recursos una medicación, se movió por un montón de lados para poder conseguírmela y empecé con ese tratamiento. Era un medicamento que me tenía que dar cada 15 días y era muy costoso, por eso solo se consigue por medio del Fondo Nacional de Recursos. Ahí empecé a mejorar un poco, también tenía que hacer fisioterapia y un montón de tratamientos para volver a recuperar masa muscular después de haber pasado un año en cama. Si bien esta medicación comenzó a levantarme un poco, no me levantó del todo y la enfermedad seguía avanzando. Martín se preocupó y empezó a estudiar otro tipo de salida que pudiera aportar al avance de esta enfermedad. Por otro lado también, al mirar los resultados de los exámenes después de ese año y ver las placas, las tomografías y demás, descubrimos que yo debería estar muerta o estar en silla de ruedas. Es por eso por lo que él me llama su milagro, porque eso es lo que arrojaban los resultados de los estudios. Él consiguió otra mediación del Fondo Nacional de Recursos para ver si esa medicación podía hacer algo, y me la suministraron. Esta medicación se llama rituximab, es una quimioterapia bastante más fuerte de lo común que se usa en algunos casos de leucemia infantil para poder cortarla de raíz. Es como un shock de medicamentos.

Victoria: Es agresivo y directo.

Paola: Exacto, para que sea más corto el sufrimiento, para llamarlo así, y más efectivo el proceso. Él me consiguió esta medicación, me consiguió la fecha de internación para poder suministrármela. En el año 2014 me di la primera dosis, en el año 2015 le segunda y desde ese tiempo hasta este año no tuve que volver a dármela porque realmente me hizo muy bien. Si bien seguían las negativas en los estudios de sangre y en un montón de otras cosas también, como deformidades que me empiezan a salir en ciertas partes del cuerpo y todo, si vos me ves, ves todo lo contrario, me ves saludable.

Victoria: En este proceso pasa algo que es muy importante para vos y para tu familia, que es la llegada de tu sobrino. Sin duda también tuvo mucho que ver y fue como un apoyo muy importante para vos, ¿no?

Paola: Sí, tal cual. Sin dudas que sí. En el 2015, que fue el año de la última dosis de rituximab que me di antes de este año, llegó Renzo. Yo me la di en marzo y había muchas cosas que yo creía que no iba a poder hacer y en las que yo misma me limitaba. Yo pensaba: “no, si hago esto quizás me duele, quizás me inflamo y después tengo que estar en cama”, cosas así. Yo tenía muchos miedos. Cuando llegó Renzo me tocó cuidarlo y ahí empecé a darme cuenta de que los miedos estaban todos en mi cabeza, que en realidad eran irreales, porque podía cargarlo a upa, podía cambiarle los pañales, podía estar más de ocho horas despierta cuidándolo, un montón de cosas que los que son papás sabrán. En lo emocional ni que hablar, en lo emocional me levanta muchísimo también y tiene gran mérito en todo esto.

Victoria: Paola, ¿cómo llegamos hasta hoy? Decías que ahora en el 2018 nuevamente tuviste que recurrir al tratamiento y no fue fácil la última etapa, ¿no?

Paola: No.

Victoria: Pero hoy te vemos y podemos observar que realmente ha dado resultado y después de todo lo que ha pasado sin duda que has visto la mano de Dios.

Paola: Sí, sobre todo eso, sobre todo la mano de Dios. Como vos contabas, este año otra vez tuve que recurrir a esta medicación y en la última dosis pasó algo, te cuento la experiencia para que puedan ver hasta dónde Dios es fiel y está. Para darme esta medicación me internan porque tienen que estar monitoreándome. Yo estaba internada, me estaban pasando la mediación, estaba con mi mamá, me levanté para irme al baño y me sentí mal. A mi me pareció normal porque llega un momento después de determinadas horas de estar recibiendo la medicación que te empezás a sentir mal. Así que no le di importancia. Volví a mi cama, me acosté, y a los dos minutos empieza a sonar la alarma de que se había terminado el suero. Vino la enfermera, me mira la cara y me preguntó si me sentía bien. Yo le dije que era lo normal, que me había mareado un poco al ir al baño pero que no era nada muy grave. Aún así, ella decidió tomarme la presión, y resulta que la tenía muy, muy baja. Entonces me controla las pulsaciones y descubre que estaba por hacer un paro cardíaco. En seguida apretó el botoncito de la alerta roja, vinieron un montón de médicos, me pasaron mediación, me pusieron medicación sublingual también, todo lo que hacen en esos casos. Y bueno, ahí te das cuenta de que fue Dios, porque si no se hubiese terminado el suero y no hubiese sonado la alarma para que viniera la enfermera, yo no la hubiese llamado y quién sabe lo que habría ocurrido.

Victoria: Y en otro momento, hablando nosotras, me contaste que te enteraste de qué te estaba pasando unos cuantos días después. Dios te estuvo cuidando para que no te dieras cuenta de lo que estaba sucediendo, más allá de que te sentías mal. Cuando pasaron los días y te dijeron qué era lo que realmente había pasado, qué impresionante que fue, ¿no?

Paola: Sí, muy impresionante. Sobre todo me resonaba eso, cómo Dios estuvo. Porque realmente yo no iba a llamar a la enfermera porque creí que me estaba sintiendo mal por el efecto secundario de la medicación. En realidad estaba prácticamente muriéndome, pero Dios dijo: “no, todavía no es el momento”, así que hizo que sonara esa alarma.

Victoria: Paola, ¿cuáles son las cosas que pudiste hacer mientras pasaba todo esto, cuáles son las cosas que te enriquecieron, que te dieron una motivación para seguir y que te permitieron ser de testimonio y de apoyo para otras personas?

Paola: Bueno, en un principio con mi esposo estábamos sirviendo los dos juntos en la iglesia. Me acuerdo de que Andrés, mi esposo, quería dejar todo para cuidarme y para estar conmigo. Una de las decisiones que marcó todo lo que vino después fue que yo le dije que no, que estaban mi mamá, mi papá, mi hermano, mi cuñada, tenía gente a mi alrededor. No permití en ningún momento que Andrés dejara de seguir sirviendo. Él tocaba la música, manejaba el sonido en la iglesia, iba a los campamentos, hacía muchas cosas porque uno de los dos tenía que seguir sirviendo, yo no quería permitir que dejáramos de hacerlo los dos. Después, gracias a eso, Dios nos dio la posibilidad y el privilegio de poder tener una célula de adolescentes en la cual aprendimos un montón. Fue lo que me sostuvo en un momento difícil el año pasado, cuando comenzaron otra vez los dolores fuertes y se presentó la idea de darme otra vez esta medicación.

Victoria: Les contamos a nuestras amigas, por si no saben, que una célula es una reunión en una casa o en un lugar que no es la iglesia, en la que se juntan para estudiar la Biblia y conocer más de Dios. En este caso era una célula muy particular, ¿no? Porque había algunos adolescentes que venían de contextos y de situaciones muy complicadas.

Paola: Sí, y ahí te das cuenta de que de repente lo que vos estás pasando no es nada al lado de lo que otros están viviendo. Si bien es importante lo que vos estás pasando, y no es por quitarle mérito porque tenés que preocuparte por lo que te pasa, también es bueno que te ocupes y te preocupes de lo que les pasa a los demás. Yo hice eso, dejé de ocuparme de lo que me pasaba a mí, dejé de centrarme en los problemas que tenía yo, y empecé a escuchar a los demás, sobre todo a estos chicos que, como decía Victoria, tenían contextos familiares y familiares bastante complicados. Fue un escape tremendo, un aprendizaje muy increíble. Yo hasta el día de hoy le agradezco a Dios por eso, porque me llenó de energía y me ayudó a seguir adelante y a poder levantarme de la cama un sábado o un domingo porque sabía que tenía que ir a juntarme con ellos. Me animó a estudiar, a leer más de la Biblia para poder brindarles a ellos mejor información, también, y para poder enseñarles mejor. Fue un momento muy lindo de nuestras vidas, y fue lindo poder compartirlo con Andy también, porque lo hacíamos juntos, después de mucho tiempo de no poder servir juntos.

Victoria: Y hubo algo que se mantuvo a lo largo de todo este tiempo, a pesar de los altos y bajos de tu salud, y fue el tema de escribir, ¿no?

Paola: Sí, me encanta escribir. Soy profesora de teatro y me gusta muchísimo. Después del casi paro cardíaco que tuve debí tener muchos cuidados con respecto a no cansarme, a no moverme mucho. Pero no lo cumplí tanto, porque el cardiólogo me prohibió agitarme, caminar, hacer tareas de la casa, etc. Y obviamente no podía actuar tampoco, porque estaba la posibilidad de que me tuvieran que hacer una operación a pecho abierto para arreglar un problemita que quedó en una válvula a raíz del paro. Pero yo creí en Dios y volví a escribir, a actuar y a dirigir. Ahora estoy preparando y ensayando una obra de teatro para el 9 de febrero. El martes pasado también tuve el privilegio de estar en una mesa de examen de profesores que daban la devolución final a alumnos que estaban brindando su examen final de teatro también, así que estuve bastante activa. Al ir al cardiólogo con los exámenes en mano me dijo que estaba todo mucho mejor y que está prácticamente descartada la operación a pecho abierto.

Victoria: Paola, podemos ver entonces que en los momentos más oscuros fue cuando más se aferraron de Dios y eso fue lo que los sostuvo, tanto a vos como a Andrés, que tampoco debe haber sido fácil para él. En esos valles de sombra, de muerte, como dice el Salmo 23, Dios estuvo con ustedes. También mencionabas hoy el tema de los miedos. Es lógico tenerle miedo al dolor, sobre todo después de que tuviste un dolor tan agudo como los que te tocó padecer, pero cuántas personas están hoy atadas y paralizadas por el miedo.

Paola: Sí, el miedo es de las primeras cosas que aparecen, sobre todo el miedo a la muerte, por más de que seamos cristianos. Porque si bien queremos ir al cielo, es algo muy fuerte y que te limita también. Como te contaba, si no hubiera nacido Renzo yo no me hubiera dado cuenta de que esos miedos en realidad se pueden vencer, se pueden derribar. Son miedos que generamos nosotros y que son como estructuras que crecen cuando lo permitimos. Crecen y crecen hasta que en un momento tenemos que tomar las armas para derribarlas porque si no, nos tapan. Entonces es importante eso, que nosotros podamos darnos cuenta de que podemos más allá del miedo, que podamos sobrepasarlo.

Victoria: Y como decías hoy, no era el momento de que partieras pero también está el hecho de buscar el propósito por el que seguís con vida y lo que Dios quiere hacer contigo en medio de toda esta situación. La enfermedad sigue pero estás con una cabeza diferente.

Paola: Sí, 100% diferente. De hecho, cuando empezó el año jamás imaginé terminarlo como estoy ahora. Tengo otra cabeza 100. He crecido, he madurado, he aprendido muchísimas cosas. He visto también que esta enfermedad, no sé si decir que Dios la mandó, pero sí que tiene un propósito, y he visto ese propósito cumplirse a través de mí en otras personas. Eso está buenísimo.

Victoria: Paola, te agradecemos muchísimo por este tiempo, por contarle tu historia a muchas amigas que quizás están pasando por una situación de enfermedad, o quizás no específicamente eso pero sí están pasando por otras cosas complicadas, cosas que están marcando un antes y un después en sus vidas. Qué bueno que te puedan escuchar hoy. Te agradecemos por este tiempo y a ustedes, amigas, las invitamos a que continúen escuchando Entre Amigas porque les traeremos mucho más programa. ¡Hasta la próxima!

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