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Continuamos hablando con Mercedes Martínez acerca de una experiencia que cambió su vida y la de su esposo. Te invitamos a conocer por qué y para qué Dios permitió esta prueba, y la bendición que trajo consigo. Mercedes nos enseña que aún las situaciones difíciles pueden ser una forma en la que Dios nos muestra y nos acerca a lo que Él quiere para nuestras vidas.


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EA815 – Entre Amigas –
A pesar de… Dios tiene el control – Parte 2



Entrevista a Mercedez Martínez

Victoria: Amigas, es un gusto recibirlas nuevamente en este momento de la entrevista. Continuamos conversando con Mercedes Martínez que nos contaba su experiencia con un accidente, y cómo Dios tenía un “para qué” con esa situación. Recién hablábamos de que puede ser un accidente, puede ser una enfermedad, o cualquier otra situación. Mercedes, seguimos escuchándote.

Mercedes: Bueno, gracias, Victoria. Sí, después del accidente cuando estaba en la cama haciendo reposo por 9 semanas, yo pensaba en que el Señor me había alejado de todo. Yo estaba cocinando, trabajaba con mi esposo en el negocio, colaboraba en la iglesia, pero el Señor me sacó de todas mis actividades y todas mis tareas, inclusive no podía ni salir de la habitación, ni de la cama. Entonces yo me preguntaba: Señor, ¿para qué? Porque el por qué ya sabemos que es para darnos crecimiento, para acercarnos más a Él. Entonces clamando a Él una noche, y preguntándole para qué había permitido esto, el Señor me contestó: ¿No ves que te alejé de todo para que estés al lado de tu esposo en el ministerio en el que está sirviendo? Porque a él Dios sí lo había llamado para las misiones y para colaborar en todas esas áreas, claramente. Pero a mí el Señor no me había hablado nada de eso, así que yo seguía con otras actividades. Esto fue una confirmación de parte de Él, de que quería que estuviera sirviendo junto con mi esposo, colaborando y apoyando en todo. Y bueno, tuve que estar allí quieta para que Dios pudiera hablarme y revelar realmente cuál era su voluntad para mi vida. Además, tuve una cantidad de revelaciones en cuanto a bendiciones, porque en ese tiempo yo pude comprender que Él era mi dueño absoluto, que tiene un total y absoluto control sobre nuestras vidas, y que me debo completamente a Él. Lo vi mucho más como Señor de mi vida, porque si Él lo hubiese querido, ya no estaría viva. Así que después de esa experiencia fue una conexión mucho más grande, y entendí que yo debía tener una total y absoluta obediencia a su Palabra, a su voluntad. A veces jugamos con las cosas del Señor. Le estamos sirviendo, estamos cumpliendo la Palabra, pero no nos damos cuenta del alcance que Él tiene sobre nosotros. Que realmente es el Señor de cada pensamiento de cada cosa que nos pasa. Que tenemos cuidar muy bien todo lo que decimos y hacemos, y tratar de hacer exactamente todo lo que Él nos pide, y de la manera en la que Él nos lo pide. Porque si no, Él nos llama la atención.

Victoria: Aún para nuestras amigas que pueden estar escuchando, que ellas mismas conocen a alguien que sabe que Dios está, que existe, que es soberano en nuestras vidas, pero que están esperando tomar una decisión por Él más adelante. Qué repentino que puede ser, ¿no? De repente ya no tenemos la opción de tratar con un tema más adelante.

Mercedes: Sí, exactamente. Yo nunca hubiera pensado que en aquel momento de mi vida, de un día para otro yo iba a estar fuera de la escuela dominical, fuera del servicio con las hermanas, fuera de mi trabajo, fuera de la cocina. Dios de repente cortó todo mi ministerio, y en ese tiempo leí mucho la Palabra, y experimenté su bondad y sus cuidados en las personas que me visitaban, que me cuidaban. Vi el amor de Él a través de los hermanos rodeándome, vi que la familia no son solo los que tenemos en casa, sino que es la gran familia del Señor. Vi el amoroso cuidado de Él en mi vida. Mis hijos también maduraron, ellos dan testimonio de que crecieron en ese tiempo, Fabiana tenía que llevar adelante la casa, al no estar yo en mis tareas, y para ella también fue un tiempo de crecimiento. Para cada uno de los integrantes de la familia el Señor usó de lo malo, y trajo algo bueno. Como dice en Romanos, a los que a Dios aman, todo ayuda a bien, inclusive algo que puede parecer malo, Dios lo tornó en bueno.

Victoria: Es “todo les ayuda a bien”, que no es lo mismo que “todo les va a salir bien”. Hablábamos antes de comenzar acerca del por qué, tal vez es una pregunta que alguien se puede hacer, ¿por qué de esta manera?

Mercedes: Claro, yo corría mucho sirviéndole, y Él necesitaba detenerme totalmente. Si yo hubiera tenido un yeso en la pierna, hubiera seguido yendo a la iglesia. Pero una de las costillas que se me fracturaron me perforaron un pulmón. Por eso yo tenía que estar en reposo en cama. Entonces Dios, en su soberanía absoluta, hizo que yo tuviera lesiones que me obligaran a quedarme en la cama y lo buscara a Él de una manera muy especial. Para que Él me pudiera hablar.

Victoria: Además de todo esto, tuviste que convivir con la recuperación, con el dolor, con todo eso.

Mercedes: Es verdad, experimenté mucho dolor físico, y pude aprender lo que sienten los que son inválidos, porque tenía un solo brazo. Entonces comprendí también cómo se sienten discriminados, disminuidos. También entendí a los que no tienen al Señor. Porque si yo teniéndolo, los primeros 15 días después del accidente fueron un verdadero infierno, entre el dolor, la desesperación y la angustia, no me imagino cómo se sentirán los que no conocen al Señor ni conocen su Palabra, que no han visto el amor que Dios tiene por ellos, el consuelo. Por eso hay tantas personas que terminan con sus vidas, no solo porque tienen vidas de derrota, de tristeza, de amargura, vidas sin sentido, sino que hasta deciden terminar con sus vidas. Y claro, si yo conociendo al Señor me siento tan mal, ¿cómo se sentirá el que no lo conoce, el que no tiene esperanza? Y sentí mucha pena de el que no conoce al Señor, mucha misericordia por los que no han alcanzado a ver el amor de Dios.

Victoria: Además me imagino que tu esposo también estaba en recuperación, ¿cómo fueron las lesiones que él sufrió?

Mercedes: Las de él fueron leves, fue solo una fisura en su muñeca, así que estuvo internado dos días y ya retomó el trabajo. Los golpes en su rostro, estaba con un ojo totalmente rojo, la oreja hinchada, todas esas eran lesiones que le permitían trabajar, incluso hasta viajó a Paraguay por un viaje misionero. Pero sí estaban en él algunos sentimientos de responsabilidad, porque él era el que estaba manejando cuando ocurrió el accidente.

Victoria: Claro, esas son secuelas que quedan también en los miedos después, a volver a salir a la calle o cosas así.

Mercedes: Sí, y hablaba después de lo que podría haber hecho, si se pudiera haber evitado o no, todo eso se conversaba en el ámbito familiar. También él estaba mal porque yo estaba en la cama y estaba muy lastimada. Pero bueno, el Señor trata a cada uno de sus hijos diferente, porque si bien los dos estábamos en el auto y los dos tuvimos el accidente, el Señor para mí tenía una palabra y para él otra diferente.

Victoria: Nos contabas como llegaste a conocer a Dios de otra forma a través de esta situación tan extrema. Mercedes, queremos que ahora nos cuentes acerca de cómo están viviendo diferente hoy en día. Y también para nuestras amigas que nos escuchan, que el Señor tenga el control sobre todas las cosas es una garantía, ¿no?

Mercedes: Si, es muy lindo eso que decís Victoria. Sin ninguna duda, el Señor se las arregla para mostrarnos lo que Él quiere para nosotros, y usa todos los métodos que pueda para lograrlo y para mostrarnos que existimos para servirle. El versículo por medio del cual el Señor me dio palabra en aquellos momentos está en Hebreos 12:11 y lo quiero compartir con ustedes. Dice: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.” Entonces a ninguno nos gusta pasar por dificultades, pero no hay otra manera de crecer o de saber qué es lo que tenemos que hacer, de darnos cuenta de determinadas cosas, sin pasar por momentos difíciles. Por eso tenemos que agradecer por todas las pruebas, y hasta sentirnos felices, porque es la manera en la que crecemos. Debemos atravesarlas obedientemente, no con rencores, no con reproches al Señor, sino que agradecidos a nuestro padre celestial porque nos ama tanto que es capaz de vernos pasar por esos sufrimientos para después producir cosas mejores. El versículo dice que produce justicia y paz a los que pasan por pruebas. Después de todo eso, Dios saca cosas buenas. En mi caso me preparó para una etapa nueva que iba a venir, que iba a ser muy demandante, y que si yo no hubiera vivido eso y el Señor no me hubiera hablado lo que me habló en aquellas semanas de recuperación, yo no hubiera estado preparada para hacer lo que hoy estamos haciendo.

Victoria: ¿Qué estás haciendo actualmente?

Mercedes: Básicamente nosotros estamos hospedando en nuestra casa, tanto que parece un hotel, porque gracias a Dios el Señor nos dio una casa grande, entonces desde el principio la dedicamos para la obra del Señor. El estar trabajando en el ministerio de misiones implica estar en contacto con todos aquellos misioneros que salen del país o que regresan. Nuestro ministerio es básicamente proporcionarles todo lo que necesitan, traslados, llevarlos o buscarlos en el aeropuerto, llevarlos a algún hotel o a nuestro hogar, llevarlos a las iglesias donde ellos cuentan acerca de las actividades que han tenido en el país en el cual estuvieron, e incentivan a las iglesias, desafían a otros a que vayan al campo misionero a trabajar por el Señor, dejando su país y su congregación. Cuando están en nuestro hogar, nos encargamos de todo lo que corresponde al descanso, a su habitación, a su comida. También nos encargamos de los momentos de distracción, porque el misionero vuelve de contextos difíciles, ha dejado su cultura aquí, su familia, y cuando regresa a Uruguay quiere volver a comer asado, los postres típicos, ver la rambla, pasear, y tener momentos de contarnos cosas de su vida. Es más recibir que dar, porque ellos están en el campo dando constantemente, y necesitan recibir también. Eso es lo que hemos estado haciendo. Y yo como ama de casa debo tener la casa preparada, siempre las sábanas prontas, muchas toallas, apenas llegan preguntarles cuáles son sus gustos, lo que toman, lo que comen, cómo les gusta desayunar. Y aprovechamos para darles cosas que quizás en donde están sirviendo no tienen, yo siempre cuento de los misioneros chilenos que aprovechaban a comer boniato porque allá por la sequía no tenían. Otros que vinieron de África se maravillaban por una simple fuente de maíz, de ensalada de maíz, que para nosotros es tan habitual, pero para ellos era como un tesoro en la mesa. Entonces he tenido en la misma semana un misionero de África y uno de Norteamérica, y hablan distintos idiomas, tienen distintos acentos, y realmente me abrió la cabeza cuando empezamos a servir en esto. Vemos que el Señor se está moviendo en todos los lugares del mundo, y conocemos de las maravillas que hace, y cómo en su poder se las ingenia para que los no alcanzados conozcan su obra, su amor, su pasión para con los que Él quiere que sean sus hijos, y utiliza a estos preciosos siervos de Dios, que merecen toda nuestra atención y cuidado porque dejan todo, su familia, su cultura, para adaptarse a otro idioma y cultura, y pasar necesidad muchas veces, por amor al Señor. Yo creo que son los que más se juegan en la obra del Señor. De todos los ministerios que hay, creo que el más difícil debe de ser este, el de ser misionero. El Señor precisa de más gente que vaya a otros lugares, donde hay personas que nunca han escuchado del amor de Dios.

Victoria: Mercedes, qué bueno que ha sido conversar contigo, conocer de tu experiencia, y también saber que el Señor los está sosteniendo y que ustedes pueden ser de apoyo para todos estos obreros transculturales. Muchas gracias, fue un gusto tenerte. A nuestras amigas les recordamos que tendremos un nuevo programa la semana que viene, pero que se queden pensando en que las situaciones difíciles son también una forma en la que Dios nos habla y nos acerca más a lo que Él quiere para nuestras vidas.

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