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img_0023_navidad_03bEl lugar de nacimiento de Cristo, a través de los tiempos

Hace unos 2000 años, nació Jesús en Belén. ¿Por qué justamente allí? No solamente porque el profeta Miqueas (Cap. 5:1) lo había profetizado de esa manera, sino también porque Belén, traducido, significa “Casa del Pan”. Más adelante, el Señor Jesús dijo, literalmente: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Jn. 6:35).

Vayamos juntos camino a Belén. ¿Qué sucedió allá en el pasado, y qué es lo que vemos en el presente?

Belén en el Siglo 20
Belén hace 54 años atrás: En Israel se había desencadenado la guerra de la independencia. El motivo era la supervivencia del recién declarado estado de los judíos. En su transcurso, Belén fue ocupada por el ejército jordano, que contaba con el apoyo de Iraq, Siria, El Líbano, Egipto, Arabia Saudita y Yemen.

Belén en el siglo 21
Belén en la actualidad: A causa del Acuerdo de Oslo, Belén se encuentra bajo soberanía palestina – totalmente de acuerdo con la voluntad de Jordania. A causa de esto, Belén es una de las ciudades en la Tierra Prometida, de la cual, diariamente, surgen amenazas terroristas contra Israel.

Belén hace 3000 años atrás
Si consideramos que en árabe la palabra para “palestinos” y “filisteos” es la misma, es decir “filastini”, puede que nos acordemos de un acontecimiento que sucedió en Belén hace 3000 años atrás: Belén había sido ocupada por los filisteos, y el judío David casi se desvanece de nostalgia por el lugar donde él había pasado su niñez (2 S. 23:13-17).

Cuando niño, David fue criado en Belén. En el desierto, él pastoreaba el ganado menor de su padre y lo defendía valientemente de osos y leones. David tenía un talento especial en el área de la música y de la poesía hebrea. A través de revelaciones proféticas, él sabía que de su línea de descendencia un día debía venir el Mesías, el Salvador prometido. Alrededor de 1004 años antes de Cristo, este pastor de Belén conquistó la ciudad de Jerusalén y la convirtió en la capital de su reino. Por esta razón, hace algunos años se festejó un jubileo especial: Los 3000 años de Jerusalén como capital judía.

Belén en el cambio de los tiempos
Belén hace 2000 años atrás: Un pequeño pueblo idílico, al borde del desierto de Judea, solamente a unos doce kilómetros al sur de la capital, Jerusalén, que resplandecía en toda su magnificencia. Por su ubicación, Belén se prestaba en forma especial para la cría de ganado menor. El desierto de Judea es un desierto con vida. Durante nueve meses al año, se encuentra allí suficiente alimento para las ovejas y las cabras. En el invierno, durante el tiempo de las lluvias, el desierto revive, y las colinas se cubren de una alfombra verde. Las inmediaciones de Belén son muy fértiles y se prestan bien para el cultivo de cereales. Posiblemente sea de ahí que provenga el nombre tan cargado de significado de “Belén”, que significa algo así como “Casa del Pan”.

Una historia singular de amor
En el tiempo de los jueces, a fines del segundo milenio antes de Cristo, en este lugar también se desarrolló la historia de amor entre Booz y Rut, que leemos en el libro de Rut. Él era israelita, ella moabita – contextualizándolo podríamos decir: Un israelita y una mujer jordana. ¿No habría sido bastante complicado? La relación marchó bien, y aun muy bien, pero por una razón específica: Rut, por convicción interna, dejó la religión de sus antepasados y buscó refugio bajo las alas del Dios de Israel, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Con eso, ella aceptó las promesas del Eterno dadas para Israel. El matrimonio de Rut y Booz fue bendecido con una singular descendencia. Uno de sus nietos llegó a tener un significado especial en la historia del mundo: David, el gran rey, quien llevó a Israel a su mayor gloria política. El sabio Salomón pudo establecer su reino de paz, sobre los sorprendentes éxitos militares de su padre David.

Belén en la profecía
En el siglo ocho antes de Cristo, Belén estuvo especialmente en la mira de la profecía bíblica. Miqueas, de Moreset, proclamó que el salvador prometido del linaje de David, algún día nacería en Belén: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Mi. 5:2).

Historia de la salvación a pesar del desorden político
Los profetas de Israel proclamaron muchos cientos de detalles sobre el Mesías. El último profeta del Antiguo Testamento fue Malaquías, quien vivió alrededor de 400 años antes de Cristo. Cuando Belén se encontraba bajo el gobierno persa, él también habló del muy Esperado. Después de él ya no hubo profetas que dejaran cosas escritas. En el Talmud, la obra teológica de mayor importancia en el judaísmo, dice: “Después de los profetas Hageo, Zacarías y Malaquías, el Espíritu Santo se apartó de Israel.” Alrededor del año 330 antes de Cristo, Belén cayó en manos de la soberanía griega. En el año 63 antes de Cristo los romanos tomaron Judea. Alrededor del año 40 antes de Cristo, el senado romano nombró a un “jordano”, el edomita Herodes, como “rey de los judíos”, y con eso como soberano también sobre Belén. (La patria de los edomitas originalmente era Jordania). No obstante, la espera de Aquel “que habría de venir”, como muchas veces se le llamaba al Mesías en el pueblo judío, no había terminado, sino que se hacía cada vez más tensa – hasta que una noche, un emisario celestial proclamó a los pastores, en los campos cercanos a Belén, las poderosas palabras: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lc. 2:10-11). Gran gozo, porque en la “Casa del Pan” finalmente había aparecido Aquel que podía decir de sí mismo: “Yo soy el pan de vida” (Jn. 6:48). ¡Gran gozo, a pesar de que el pueblito judío de Belén seguía sufriendo, como hasta entonces, bajo la soberanía extranjera! Lo que podemos aprender de esto, es que: Este hecho de la historia de la salvación, el que Dios se convirtiera en hombre, debe desplazar todas las demás cosas, todas las preocupaciones y todos los problemas. El gozo de la fe no depende de si se solucionan o no los problemas políticos, y otros conflictos y dificultades. La venida de Jesucristo a nuestro mundo, trae profundo gozo para todo aquel que verdaderamente reconoce en Él al Cristo, al Hijo del Dios vivo. Su venida es la garantía de que Dios cumplirá todas las promesas que aún no se han cumplido, y lo hará a Su tiempo y de acuerdo a Su plan.

Dr. en Teología, Roger Liebi

2 Comments

  1. RUBEN AMADO dice:

    Gracias por vuestra meditación. Es excelente! Estamos en los últimos tiempos ya! Dio les bendiga ricamente. Ruben desde Uruguay.

  2. moises dice:

    DIOS los bendiga .mis estimados hermanos en cristo. decirles que me gusta leer y escuchar lo que publican, son de gran ayuda para mi vida espiritual. los escucho en Valencia España….

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