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Autor: William MacDonald

Cuando Cristo está en control, Él nos libra de desperdiciar nuestras vidas en trivialidades. Y, a veces, el tipo de compromiso que se asume, lleva al cambio en la carrera de una persona.


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PE2239 – Estudio Bíblico
“Compromiso total” X (3ª parte)



¿Cómo están amigos? He aquí otro ejemplo: Tres creyentes estaban sentados alrededor de una mesa, disfrutando de una comida y hablando sobre ocupaciones y vocaciones. Uno le preguntó al doctor: “¿Cuál es el tema de su tesis?” Él contestó: “El límite hidrodinámico para el proceso totalmente asimétrico de exclusión simple con parámetros de velocidad no constantes”. Luego de recuperarse de la sobrecarga verbal, el tercero preguntó: “¿Cuál es la diferencia que marcará?” El doctor, un discípulo de Jesús espiritual y comprometido, pensó un minuto. Pareció una larga pausa. Luego dio esta memorable respuesta: “Mi incapacidad para contestar tales preguntas es la razón por la que he decidido abandonar ese campo.”

Muchos han hecho un cambio de carrera, porque han sentido que se estaban enredando demasiado en las cosas de esta vida. El Dr. Alexander Maclaren escribió:

“En el tiempo de Pablo no existían los ejércitos permanentes, los hombres eran convocados de sus ocupaciones comunes y eran enviados a pelear. Cuando se oía el llamado repentino, el arado quedaba en el surco, y el tejido en el telar, el novio salía corriendo dejando a su novia, y quien estaba de duelo desde junto al féretro. Todas las industrias se paralizaban mientras que los hombres de la nación estaban en el campo.”

Guy H. King agregó sus comentarios al de Maclaren:

“No podía permitirse enredarse con intereses civiles, cuando supuestamente todas las energías debían estar dedicadas a la guerra. En ese momento, se debía renunciar a todo lo que pudiera perjudicar el servicio. Tal sacrificio debería verse también en el soldado de la cruz. Puede que se encuentre con que tiene que dejar ciertas cosas, ciertos intereses, ciertos hábitos, ciertos entretenimientos, y aun ciertos amigos – no porque estén mal en sí mismos, sino porque son una trampa, un enredo para él; se interponen en el camino de su éxito como soldado. No criticará a sus compañeros cristianos si ellos no encuentran daño alguno en esas cosas – no es su asunto criticar; aunque cuando se le pregunte, tiene la libertad de dar su opinión, y explicar la razón por la que las evita. Cualquier cosa que interfiera y no nos permita ser lo mejor que podemos ser para Él, debe ser sacrificado – aunque para otros no sea dañino, aunque sea atractivo para nosotros; aunque sea algo tan preciado como una mano, un pie, o un ojo (como leemos en Mt. 18:8 y 9). Tiene que quedar claro que hay muchas cosas en esta vida que para el soldado cristiano son simples deberes, cosas familiares, asuntos sociales, temas de negocios, cosas que tienen que ser atendidas – y hechas de la mejor manera por el simple hecho de que es cristiano. Pero, el punto yace en la palabra “enredo”; ahí descansa el énfasis. Cuando algo, por más que sea legítimo, se convierte en un motivo de enredo, debe resolverse de manera severa y sacrificial.”

Nos preguntamos, entonces: ¿Qué es lo que debemos Hacer?

Cuando una persona está convencida de que recibió una palmada divina en el hombro, debe compartirlo con los líderes de la iglesia. Ningún hombre es capaz de juzgar eficazmente su propio don espiritual o su adecuación al servicio. Los líderes sabrán si se está escapando del trabajo, si ha sido un fracaso en todo lo demás, si está desempleado y ve esto como una solución.

Como ya hemos visto, en casi todos los verdaderos llamados de Dios, existe cierta medida de resistencia, un sentido de impropiedad humana. Moisés lo experimentó, y Jeremías. Pero la insistente voz de Dios apaga las dudas. Hay sólo un rumbo hacia el cual ir, y es hacia adelante.

Entonces, ¿cuál es la conclusión? ¿Qué es mejor, una ocupación secular o el trabajo cristiano a tiempo completo? La respuesta es que no hay nada mejor que estar en el lugar que Dios elija, dondequiera que eso sea.

Pero, ¿cómo podemos saberlo? Hay sólo una manera. Es entregarnos al Señor sin reservas. Significa volver nuestras vidas a Él, no sólo para salvación sino también para el servicio. Significa presentar nuestros cuerpos a Él como un sacrificio vivo. Cuando cambiamos nuestra voluntad por la Suya, después es Su responsabilidad mostrarnos exactamente lo que quiere que hagamos. Y cuando Él nos lo muestre, la dirección será tan clara que negarse sería desobedecer conscientemente.

Amy Carmichael dice:
Lo escuché llamar: “¡Ven sígueme!”
Eso fue todo.
Mi oro terrenal se opacó,
Mi corazón fue tras de Él,
Me levanté y Lo seguí—
Eso fue todo.
¿No lo seguirías
Si Lo escucharas llamar?

No obstante, hay un problema potencial que a veces se levanta cuando en el horizonte se vislumbra un cambio de carrera. El llamado viene fuerte y claro a uno de los cónyuges del matrimonio, pero la otra persona no lo escucha. Como el caso de una pareja que ha estado sirviendo en el extranjero por quince años. Ahora Glen (sólo los nombres son ficticios) siente que ha llegado el momento de regresar a casa. Pero Gwen todavía sigue sintiéndose fuertemente llamada a la obra misionera. Ella ha sido una obrera sobresaliente, se ha perfeccionado en el idioma, se ha identificado con las personas y, de hecho, se siente más en casa en el campo misionero que en su país. ¿Y qué iba a hacer? ¿Cómo resolverían este aparente conflicto? (En este caso, ella se sometió a la dirección de su esposo.)

El conflicto podría darse de la otra manera. Podría ser que Roy sienta que el Señor le está guiando al servicio tiempo completo, pero Ruby no comparte su visión. El instinto de nido es fuerte; ella es controlada por la necesidad de seguridad para ella y sus hijos. Ella no encuentra paz en perturbar el status quo. Es torturada por temores y dudas.

Al buscar una solución para el problema, es importante conocer el grado de falta de compromiso del cónyuge reticente. Si es la esposa y ella está dispuesta a seguir a su esposo, eso es suficiente autorización para que él siga adelante. Sé de una mujer que no sentía que Dios la llamaba a ser misionera, pero estaba dispuesta a ser la esposa del misionero.

Sin embargo, si la esposa se opone tercamente, sería una locura que él hiciera movimiento alguno. Son una carne (como está escrito en Ef. 5:31). Y él no debe usar Efesios 5:22 (“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor”) como un arma para obligarla a someterse. Debe respetar su juicio e intuición espiritual, reconociendo que puede ser la manera que Dios use para salvarlo de un desastre espiritual. Y si ella cambiara de opinión involuntariamente, no sería una buena ayuda para él.

Lo mejor que él puede hacer es continuar en oración. Dios es capaz de traer un cambio. Lo ideal, por supuesto, es cuando ambas partes en un matrimonio están totalmente comprometidas a trabajar cooperativa y alegremente en cumplir la voluntad de Dios. El hombre debe orar que el Señor ponga esa unidad.

Si no sucede, entonces debe permanecer en su trabajo actual sin recriminaciones, reconociendo que éste es el camino dispuesto para él. El Señor le recompensará por su deseo, aun cuando no haya sido capaz de verlo cumplido. Mientras tanto, debería involucrarse con su pareja en el servicio local.

Es posible que un cónyuge no sólo prohíba que el otro cambie, sino que se oponga firmemente a involucrarse de cualquier forma en el servicio cristiano. Éste es el peor de los casos. A no ser por intervención divina, la vida se vuelve una coexistencia pasiva. La única opción es la continua oración.

Considerando el tema de las carreras, y para terminar, tenemos que recordar una pregunta indagatoria que hizo Michael Griffith: “¿Qué tendremos para mostrar de nuestra vida? ¿Será medida por sus pequeñas recompensas y éxitos, algunos certificados de educación, algunos trofeos de plata por proezas atléticas, algunas medallas, algunos recortes de periódicos, promoción de nuestra profesión, estatus en la comunidad, una buena jubilación, una nota en el obituario, y un funeral concurrido? ¿Eso es todo lo que habrá significado nuestra vida?”

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