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Autor: William MacDonald

Hay un pasaje del Nuevo Testamento que exhorta a los creyentes a vivir una vida de entrega total! Es Romanos 12:1 y 2, que dice: “Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.


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PE2231 – Estudio Bíblico
“Compromiso total” VII (2ª parte)



Amigos, ¿cómo están? Como ya se dijo, continuamos con el tema “Un sacrifico vivo”. En Romanos 5:1 dice: Ahora tenemos paz con Dios a través del Señor Jesucristo. Esta paz es completamente independiente de las circunstancias. Es una serenidad de otro mundo, que viene de saber que el tema del pecado se ha resuelto y que el Señor está en control.

Y, como si eso fuera poco, somos herederos de Dios y coherederos con Jesucristo (según Ro. 8:17). Todo lo que el Padre tiene es nuestro. Tal riqueza no puede ser contada; es más de lo que podemos imaginar.

Somos santificados, esto es, apartados para Dios del mundo y del pecado. Por el Espíritu Santo podemos tener libertad del poder del pecado – una maravillosa libertad (c. 8 vs. 1 al 4).

No estamos bajo la ley sino bajo la gracia (Ro. 6:14). La ley nos ordenaba obedecer pero no nos daba el poder para hacerlo, y nos condenaba si fallábamos. La gracia nos enseña qué hacer, nos da el poder para hacerlo, y nos recompensa cuando lo hacemos. No hay nada contra eso.

Somos capacitados para regocijarnos en las tribulaciones porque sabemos que el Señor las usa para desarrollar nuestro carácter (así nos dice Ro. 5:3). Todas las cosas ayudan para el bien de los que lo aman. El bien es que nos volvamos más como Cristo.

Tenemos una maravillosa esperanza. Pablo la llama la esperanza de la gloria de Dios (en Ro. 5:1). Significa estar en el cielo con el Señor en toda su hermosura y magnificencia. También significa que tendremos cuerpos glorificados, como el cuerpo que tuvo Jesús luego de la resurrección.

Tenemos la certeza de que nada podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor (así lo dice Ro. 8:35 al 37). Tenemos el cielo tan asegurado como si ya estuviéramos allá.

Todas estas promesas son un ejemplo de lo que está incluido dentro de las misericordias de Dios, aunque éstas no agotan dicha frase. Y de aquí, volvemos al verso 1 de Romanos capítulo 12.

Existe una única respuesta razonable!

Estas misericordias de Dios deberían convencernos de presentar nuestros cuerpos en un acto de gratitud y adoración. Esta lógica se expresa en este poema de Betty Daasvand:

Después de todo lo que Él ha hecho por mí,
Después de todo lo que Él ha hecho por mí,
¿Cómo puedo hacer menos que darle lo mejor de mí
Y vivir completamente para Él
Después de todo lo que Él ha hecho por mí?

¿Por qué Pablo dice “vuestros cuerpos”? ¿Por qué no espíritus o almas? Porque Dios sabe que si le entregamos nuestros cuerpos, le estamos dando todo nuestro ser. Nuestros cuerpos son el medio por el cual nos expresamos. Así que, aquí el cuerpo se refiere a la persona completa. También debemos notar que el apóstol está comparando y contrastando nuestro sacrificio con los sacrificios de animales en el Antiguo Testamento; eran los cuerpos los que se ponían en el altar.

El cuerpo del creyente debe ser presentado como un “sacrificio vivo.” Esto en contraste con los sacrificios muertos que ofrecía Israel. También incluye el pensamiento de que mientras un sacrificio de animales se hacía sólo una vez, nuestro sacrificio, por el contrario, debe ser una ofrenda constante.

Cuando presentamos nuestro cuerpo, eso incluye todos nuestros miembros: manos, ojos, orejas, boca, cerebro. En un tiempo de promiscuidad sexual, es bueno recordarnos que también incluye nuestros miembros reproductores. Incluye nuestros talentos, como la música, la poesía, el arte, la elocuencia. Le entregamos nuestro conocimiento en ciencias, historia, filosofía, lógica. Cuando lo hacemos, podemos mirar hacia atrás y ver cómo Él nos guió en nuestra educación, tomando cursos que no sabíamos por qué los tomábamos, pero que Él sí sabía, pues nos estaba preparando para Su servicio.

Nuestro sacrificio debe ser santo y aceptable a Dios. No es suficiente que estemos “posicionalmente santificados”, que Dios nos vea santos porque estamos en Cristo. Debemos santificarnos en lo práctico, o sea, que nuestras vidas estén limpias. Esto responde al requisito del Antiguo Testamento de que los animales ofrecidos a Dios debían ser inmaculados y sin defectos. Cuando los creyentes confiesan y abandonan todo pecado conocido, entonces la ofrenda de sus vidas es agradable a Dios.

La última cláusula de Romanos 12:1 puede traducirse de dos maneras: “que es vuestro culto racional” (versión RV 60) o “en adoración espiritual” (NVI). Ambas tienen sentido. Presentar nuestros cuerpos a Cristo es la cosa más sana, sensata y racional que podemos hacer, a la luz de lo que Él ha hecho por nosotros. Pero, también es un acto de adoración. Como santos sacerdotes, presentamos nuestra alabanza a Dios (He. 13:15), nuestras posesiones (He. 13:16), nuestro servicio (Ro. 15:16), y ahora nuestra persona. Ofrendar nuestros cuerpos es el mayor acto de adoración que somos capaces de presentar.

Los sacrificios vivos no deben conformarse al mundo. La conocida paráfrasis de J. B. Phillips lo explica bien: “No deje que el mundo a su alrededor lo estruje dentro de su molde.” El mundo, en este sentido, es la sociedad humana que no sólo busca ser independiente de Dios, sino activamente hostil frente a Él. Tiene sus propios sistemas de creencias, sistemas de valores, estilos de vida, motivaciones, y ambiciones, y quiere que todos se conformen a ellos. Los que serán aceptables para Dios no deben ser conformistas.

El mundo dice: “Que por encima de todas las cosas, seamos auténticos con nosotros mismos.” O: “Yo soy el dueño de mi destino: Soy el capitán de mi alma.” Dice: “Si se siente bien, hazlo.” O: “Sólo se vive una vez.” “El que muere con más juguetes gana.” “No existe la verdad absoluta; todo es relativo.” “Todos hemos evolucionado del barro.” “La inmoralidad y otros comportamientos llamados pervertidos no son pecado sino enfermedad.” “Los que violan las leyes no son criminales; son víctimas.”

Los cristianos debemos rechazar tal mentalidad y ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento. En otras palabras, debemos aprender a pensar de la manera que Dios lo hace, y como está revelado en las Escrituras. Esto resultará en la transformación de nuestros intereses, forma de hablar, de vestir y la música que escuchamos. Tendremos una nueva mentalidad hacia otras personas, hacia la riqueza, el éxito, la política y la sexualidad. Nuestra vida será revolucionada.

Veamos cuál es: La Clave de la Dirección

En el verso 2 de Romanos 12 descubrimos la manera segura de conocer la dirección de Dios. Es por medio de entregarnos al Señor para lo que Él decida. No sólo discernimos Su voluntad, sino que descubrimos por experiencia que no era lo que temíamos después de todo: desagradable, dificultosa y peligrosa. En lugar de eso, vemos que es buena, agradable y perfecta. Es beneficiosa, placentera e ideal. Siendo la voluntad de Dios, no puede ser menos que perfecta.

Ahora volvamos al comienzo de Romanos 12 y repasemos el hilo del pensamiento: Las misericordias de Dios requieren que los creyentes se presenten como un sacrificio continuo a Él. La ofrenda, por supuesto, debe ser santa; de otra manera no sería agradable. El compromiso total es la respuesta más razonable que los cristianos pueden dar frente al sacrificio del Salvador. Además de ser el acto de adoración más apropiado. Para que la ofrenda de los creyentes sea aceptable, ellos deben evitar ser moldeados por el mundo. En lugar de eso, deben adoptar una mentalidad y estilo de vida piadosos. Entonces lo lógico es que si ponemos al Señor en control, nuestra vida será lo mejor que la sabiduría divina pueda planear. Tendremos una vida que es buena para nosotros, agradable a Dios, e ideal en todo aspecto.

Estas palabras de F.R. Havergal, son las palabras de un sacrificio vivo:

En completa y feliz rendición me entrego a Ti,
Para ser Tuyo completamente, únicamente y para siempre.
Oh Hijo de Dios que me amaste, seré Tuyo solamente,
Y todo lo que soy y todo lo que tengo, de ahora en adelante será Tuyo.

Señor, entrego todo. Tú has hecho todo por mí. Es mi culto racional que ya no tenga más planes propios.

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