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Autor: Esteban Beitze

¿Quién fue la reina de Sabá? ¿Sabemos algo de ella además de su visita al rey Salomón? ¿Qué importancia tiene este pequeño relato dentro de la Biblia? ¿Qué puede enseñarnos a los cristianos del siglo XXI?


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PE2444 – Estudio Bíblico
Verdadera búsqueda espiritual (2ª parte)


 


Amigos, en el programa anterior estuvimos introduciendo el relato de la visita a Jerusalén de la reina de Sabá. Ahora me gustaría comenzar este programa preguntándonos quién sería la reina de Sabá, de la que ni siquiera conocemos el nombre. Creo que podríamos trazar un paralelo con nosotros. Cada uno de nosotros podría poner allí su nombre. En esta mujer que vino de lejos, de fuera del pueblo Israel para acercarse a la fuente de sabiduría, podríamos ver un paralelo con la Iglesia y con todos los que por la fe se acercaron a Jesucristo. De su venida sabemos por el versículo 1 que “oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Y luego de que vino a Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía”. Según este pasaje, fueron la fama y la sabiduría de Salomón que llevaron esta reina a buscarlo. Puede que también hubiera intereses comerciales que tenían importancia en este encuentro. Pero es llamativo lo que dice el pasaje paralelo de 1 Reyes 10:1. Allí se añade otra razón: “Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles”. La Nueva Versión Internacional lo traduce así: “La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón, con la cual él honraba al Señor”. Evidentemente, no solo eran la riqueza y la sabiduría de Salomón las que habían atraído a esta mujer, sino también su relación con su Dios. De hecho, de acuerdo a este pasaje, el motivo principal de la visita de la reina era verificar la reputación que Salomón había adquirido de sabiduría y devoción al Señor.

Ahora, amigos, vemos que para que la reina de Sabá pudiera conocer a Salomón y su Dios, tuvo que dejar la comodidad y seguridad de su palacio para dirigirse a Él. Para llegar allí, no importando dónde quedaba el reino de los sabeos, hizo un viaje muy largo y dificultoso, pues tuvo que pasar por zonas desérticas y peligrosas. Solo pensemos en la cantidad de oro, piedras preciosas y especias que llevaba. Esto ya era razón sobrada para ser atacada por cualquier grupo de asaltantes de caravanas. En el desierto hay calor, falta de agua, tormentas, peligros, enfermedades, etc. Pero evidentemente se dijo que todo este sacrificio valía la pena; no se quedó en su palacio. Tal vez usted también es de las personas que escucharon del Dios verdadero, de Aquel que puede dar paz como la dio a Salomón. Quizás anhelas ser bendecido y hallar la paz interior. Para encontrar esto, tienes que dejar tu palacio, tu seguridad aparente. Tienes que dejar de lado tus filosofías de vida, tu religión, la confianza que tenías en tus posesiones para acercarte al “Rey de reyes” y recibir salvación y plenitud de vida.

Si todavía no te acercaste al Rey Jesús, Él te invita. En Mateo 11 dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. En Juan 10 Jesús nos invita de la siguiente manera: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (…) yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Así como la reina de Sabá, ¡sal a buscar a Jesús! ¡Deja tu comodidad, tu apatía! El cielo no se merece, sino que se recibe por gracia, es decir, por regalo, creyendo que Jesucristo murió en tu lugar en la cruz, y que resucitó para darnos la vida eterna y preparar el lugar donde habremos de habitar. Solo por creer y aceptar a Cristo, Dios nos ve justos y la paz es hecha con Él, como dice en Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. ¿Ya tienes esta paz en tu vida? Ven con tu vida turbulenta, intranquila y abrumada a Jesús. Él te quiere dar paz. ¡Pídele perdón por tus pecados y acéptale como Salvador! ¡Jamás te arrepentirás! ¡En Él conocerás lo que es la verdadera vida!

Siguiendo con el relato de 2 Crónicas, también vemos que la reina de Sabá fue preparada con “enigmas”, que es el término que se encuentra en el original de la expresión “preguntas difíciles”. Pero la reina de Sabá no solo puso a prueba la sabiduría de Salomón. Ella, “luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía”. Había venido con una inquietud espiritual. Le había llamado la atención la sabiduría y fama que Salomón tenía por su Dios, y aprovechó la oportunidad, para compartir con el rey todas las preguntas, inquietudes y quién sabe cuántas otras cosas. Ella abrió su corazón a Salomón. Muchas personas andan por este mundo con diversas cargas. Muchas de ellas son pecados, otras son injusticias, pruebas, pérdidas, dolores, abusos, preocupaciones, etc. Llega el momento que esta carga se vuelve tan pesada que quedan aplastados. Empiezan las angustias, los dolores físicos, enfermedades, depresiones, adicciones y en algunos casos, hasta buscan terminar con sus vidas. Pero acá tenemos el ejemplo de lo que tenemos que hacer con nuestras cargas. Tenemos que acudir al Rey, al Señor Jesucristo. ¡Lo maravilloso es que Él nos está esperando con los brazos abiertos! Como ningún otro, Él puede entendernos. Él vino para arreglar el problema del pecado de la humanidad. Sabe lo que es sufrir desprecios, humillaciones, pérdidas, calumnias, injusticias, oposiciones, dolor, angustia, llanto de desesperación y hasta la muerte. Si hay alguien que realmente nos entiende; si existe alguien que realmente tiene sabiduría para ayudar y consolar, entonces es el Señor Jesucristo. En el libro de Hebreos la Biblia dice de Él: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Y en base a esto sigue una invitación: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. ¡Acérquese a Cristo, amigo! ¡Lleve a Él su pesada carga, su corazón roto y sus preocupaciones!

Volviendo al versículo 2, leemos: “Pero Salomón le respondió a todas sus preguntas, y nada hubo que Salomón no le contestase”. Eso sí que fue extraordinario. El rey respondió todas las preguntas. No quedó nada de lo cual la reina de Sabá no obtuviera una respuesta o explicación. Todas sus dudas fueron evacuadas. Al igual que la reina, todos nosotros tenemos muchas preguntas a las cuales no tenemos respuestas. Tenemos preguntas acerca de tremendas injusticias en nuestro mundo y no encontramos solución. En un campamento una joven quiso hablar conmigo y mi esposa. Ella había sido abusada un par de veces por el padre. Desde chica en el colegio se burlaban y la agredían por su tez más oscura que los demás. Tenía pánico de ir al colegio, lo que le afectó toda la salud, llegando a intentos de auto dañarse y pasarse el tiempo con psiquiatras y psicólogos. No encontraba la respuesta a tanto dolor y desamor. Cuando pienso en los ataques terroristas, donde personas inocentes de cualquier edad de repente son ultimadas a tiros, atropellados o explotan en pedazos, uno también se pregunta ¿por qué? Así, existen muchas situaciones que nos toca pasar o estamos pasando, a las cuales no tenemos una respuesta. El porqué de una pérdida temprana de los padres, de un hijo u otro ser querido. El porqué de abusos, maltratos, violaciones y tantas otras cosas que dejan profundas marcas.

Nuestra existencia está marcada por preguntas y más preguntas, a muchas de las cuales no obtenemos respuestas. Pero por más preguntas que tengamos, llegará el momento en el cual nuestro Rey nos las contestará todas. Nuestro Rey, el Señor Jesús dice en Juan 16:23 “En aquel día no me preguntaréis nada…”. Llegará el momento en el cual recibiremos una respuesta a todas nuestras interrogantes e inquietudes. Esto será a más tardar en el Cielo. Esto también dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 13:12: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”. Ya en este momento podemos recibir respuestas a muchas preguntas, pero recién cuando estemos con el Rey por la eternidad, entenderemos todo en su totalidad. Ahí nos embargará una profunda gratitud y adoración por las decisiones tan asombrosas que Dios tomó sobre nuestra vida y acerca de las cosas tristes que permitió. Alguien una vez lo ejemplificó con un bordado. Si vemos el lado inverso de un bordado, todo parece entreverado. Los hilos de diferentes colores van de un lado hacia el otro, se entrecruzan, hay nudos, etc. No es algo muy armonioso que digamos. Pero en el momento en el que lo damos vuelta, vemos toda la belleza del cuadro. Este cuadro recién lo veremos en toda su belleza y armonía en el Cielo. Ahora solo vemos nudos e hilos que se entrecruzan sin sentido aparente. Pero podemos estar tranquilos, que no existe puntada dada sin sentido. La verdad de Romanos 8:28 seguirá cumpliéndose: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Pero, aparte de las cuestiones incomprensibles de la vida, muchas veces nuestras incógnitas se dirigen a lo que tenemos que hacer hoy o respecto al futuro, o cuál es el camino correcto frente a las innumerables decisiones en la vida. Todos los días tenemos que tomar decisiones. Algunas son más trascendentes que otras, como qué estudiar, en qué trabajar, con quién casarse, dónde servir. En cualquier caso podemos estar tranquilos, y acudir a nuestro Rey, porque Él nos quiere dar la respuesta. Su máximo deseo es que cumplamos con Su voluntad, por lo tanto, también nos habrá de señalar el camino a seguir. El Espíritu Santo, nos fue dado entre otras cosas para “guiarnos a toda verdad”. Como dice Romanos 12:2, Dios quiere que comprobemos “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Para reconocerla nos invita a hacer lo que hizo la reina de Sabá: ir y preguntar. Jesús nos invita: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Y asociado con esta petición tenemos una triple promesa en Mateo 7: “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Por lo tanto, ven con tus interrogantes y consultas al Rey, Él te guiará por el camino correcto, de manera que podrás testificar con David en el Salmo 73:24: “Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria”.


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