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Hoy charlamos con la Dra. Silvina González, una misionera uruguaya que viaja por los países América Latina brindando atención médica. Conozca algunas de sus experiencias en tribus y pueblos en las montañas, y las distintas dificultades a las que se enfrentan sus habitantes. Le invitamos a conocer su testimonio, que nos es de ánimo para ayudar a quienes nos rodean.


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EA730 – Entre Amigas –
Salud integral de la mujer



Entrevista a Dra. Silvina González

Victoria: Saludamos a todas nuestras amigas que nos están escuchando, tenemos hoy una entrevista muy especial con una amiga de Entre Amigas, la Dra. Silvina González, ella es doctora y está actualmente trabajando en misiones médicas y psicológicas. Estuvo ya en otros programas de Entre Amigas hablando de temas como la hipertensión y la osteoporosis, así que seguramente algunas de ustedes la recuerden y otras la vamos a conocer en el día de hoy. Ella está casada con Guillermo Barrero, con quién trabaja también, así que bueno, te damos la bienvenida, gracias por estar con nosotras. Queremos que nos cuentes de qué es en lo que estás trabajando, qué es lo que estás haciendo, cuáles son los proyectos, y que nos cuentes también cómo comenzaste.

Silvina: Bueno, primero que nada, un saludo para vos y para todas las amigas y toda la audiencia que nos está escuchando, la verdad que es un gusto estar aquí, agradecemos mucho la invitación, y bueno, como tú dijiste, junto a mi amorcito Guille, los dos estamos haciendo misiones médicas y psicológicas por los países latinoamericanos. Estamos recorriendo ciudades, megaciudades, pequeños pueblos, y también nos hemos ido a las montañas, ahora quizá te pueda contar alguna anécdota de los últimos viajes.

Yo desde niña tenía una fuerte vocación de ayudar a las personas, y Dios me permitió estudiar medicina, agradezco a Dios por este país donde la educación es gratuita y uno puede acceder a la universidad, así que estudié mis años de carrera médica. A mi ya me gustaba irme al interior haciendo asistencia médica, estuve vinculada apoyando a ACUPS, la Asociación Cristiana Uruguaya de Profesionales de la Salud, durante un buen tiempo, y cada vez más sentía en el corazón esas ganas de ayudar a las personas. Después Dios me permitió estudiar en Estados Unidos una maestría teológica, y me dio una visión más amplia el tener compañeros internacionales de otros países y convivir con ellos durante dos años en las clases. Y al volver a Uruguay ya lo vi diferente, y vi diferente al resto de Latinoamérica. Es como que uno se da cuenta de que el mundo que es muy pequeño, y ahora se ha achicado aún más desde que a través de las redes sociales o el internet te podés conectar con gente con quienes hace algunos años atrás demorarías mucho en hacerlo.

Victoria: ¡Qué bueno!, ¿Cómo fue la primera salida al exterior? ¿Ya estabas casada?

Silvina: No, estaba soltera. En una de las primeras salidas al exterior Dios tocó mucho mi corazón. Me fui a Ecuador a unas conferencias y después me quedé. Yo pensaba con mi mochilita irme a las montañas a ver a los indios Quichua en Ecuador, que están en las afueras de Quito. Quito es una ciudad que está a 2800 metros de altura, y los Quichua están en las montañas a todavía más altura que esa, y bueno, para Dios no hay casualidades. Justo en esos días que yo me quedaba había un grupo médico misionero que había ido desde Estados Unidos, entonces me uní al grupo y fuimos con ellos. Vimos a muchos pacientes en muy poco tiempo. La verdad es que me conmovió el ver tanta necesidad, y me pude integrar mucho al trabajo que ellos estaban haciendo. En un pueblo se me acercó una señora que me dijo: “doctorita, me duele el pecho” Y yo pensé: que le duela el pecho a 4000 metros de altura, no es nada. Entonces le hice todas las preguntas técnicas y después ella me dijo: “No, eso está todo bien. Pero se me murieron tres de mis hijos, y mi esposo llega de noche borracho a mi casa y me pega” Y la señora empezó a llorar, y yo me puse a llorar con ella, en ese momento sentí que lo mejor que le podía ofrecer era que conociera a Jesús, así que le dije si quería orar conmigo, y oramos juntas. Le dimos lentes, vitaminas, analgésicos, lo que le podíamos dar. Y después la señora se fue en paz. La conectamos con un grupo de amigas que había en esa ciudad, y la verdad mi corazón quedó conmovido. En ese momento yo decidí que el resto de mi vida quería ocuparme a eso, a hacer misiones médicas y hacer todo lo que esté a mi alcance para poder contarle de Dios a las personas.

Victoria: Qué lindo que, además de prestar la asistencia profesional, puedan estar compartiendo esos momentos, que la gente pueda abrir el corazón y pueda recibir mucho más. ¿Cómo es ser un profesional uruguayo en el exterior? ¿La gente conoce Uruguay, tiene alguna idea? ¿Qué piensan de los profesionales uruguayos?

Silvina: Bueno, la gente en general tiene un muy lindo concepto de Uruguay, recuerdo una canción que canta un ruso que dice: Uruguay es el mejor país. Algunas personas de la audiencia la habrán sentido. Muchos, a veces, no saben dónde queda, entonces yo siempre ando con mi mapita y les muestro. Y ahora que andamos con Guille les mostramos también dónde queda Argentina. Pero la preparación profesional que tenemos en Uruguay es buena, y en ese sentido hay un buen concepto de Uruguay. Nosotros somos misioneros así que estamos dedicados a tiempo completo a hacer esa labor médico-psicológica misionera, entonces hacemos un trabajo itinerante, pero nos conocen por el fútbol. Hace un tiempo estábamos en un restaurante al que nos habían invitado a comer, era un restaurante japonés, y el que nos hacía la comida era un tailandés, estaba haciendo la comida que prepara ahí, frente a nosotros, y nos preguntó de qué país era cada uno. Cuando dije Uruguay, lo primero que dijo fue: Forlán. Fue muy gracioso.

Victoria: Y, ¿cuáles han sido las cosas que hallaste más distintas en cuanto a la cultura? Ya sea la necesidad de la gente, o en cosas que no sabían, ¿te ha pasado de ir a algún lugar y que no haya información o educación en el sentido de cuidados básicos de la salud?

Silvina: Bueno, hay carencias en muchos de nuestros países latinoamericanos. Por eso cuando regreso a Uruguay y veo que acá vos podés llamar a una emergencia móvil que llegue a la puerta de tu casa con un médico una enfermera y un chofer, es un lujo sinceramente, y a veces no se valora ese tipo de atención. Yo sé que falta mucho en muchas áreas en Uruguay, pero me he ido a las montañas y en Centroamérica hay mucha necesidad. Nuestro último viaje misionero fue a Honduras. Fuimos con un grupo que nos acompañó desde Puerto Rico, y estuvimos en dos comunidades: en la comunidad de los indos Lenca, y en Laguna Verde, que es una comunidad, un pueblito que queda al noroeste del país en límite con Guatemala. En total vimos 1300 pacientes con el grupo. Éramos una pediatra, yo atendiendo a los adultos, 5 enfermeras y enfermeros que nos filtraban un poco los casos que requerían de más atención, y Guillermo atendía la parte psicológica. Se vio mucha carencia, sobre todo en la tierra de los Lencas, donde estuvimos haciendo asistencia médica y psicológica en dos escuelas un poco distantes y la gente caminó 3 y 4 horas para llegar a las escuelas donde hacíamos la asistencia médica. Hacían alrededor de 31° Celsius, y caminaron al sol, los hombres usando botas porque trabajan en el campo. Había muchas personas que venían con dolor de estómago, y después aprendí que lo siguiente que debía hacer era preguntarles cuándo era la última vez que habían comido algo. Algunas personas no habían comido desde el día anterior y eran a las 4 de la tarde y estábamos a pleno sol. Nosotros compartíamos la comida y el agua que teníamos, pero no es fácil cuando ves ese tipo de cosas y querés dar todo lo que podés y ayudar en lo máximo.

Victoria: En cuanto al trabajo de tu esposo, de Guillermo. Actualmente, en la sociedad uruguaya, se está hablando mucho de las enfermedades provocadas por el estrés o por la ansiedad, o preocupación. En los lugares en donde hay más necesidad, ¿son las mismas las dificultades que tienen en cuanto al aspecto psicológico?

Silvina: Bueno, si te vas a áreas carenciadas, hay otros problemas. Por ejemplo, hay ciudades en las cuales el alcoholismo es lo primero. El padre de familia es alcohólico, se va por uno o dos meses, deja a la esposa con los 4 o 5 hijos sin sustento, y después de un tiempo aparece. También hay personas que se han ido a trabajar a Estados Unidos, van cruzando desde Honduras, Guatemala, México, hasta llegar a Estados Unidos, y supuestamente les mandan dinero a las familias. Pero a veces, allá consiguen otras parejas, se quedan, y tienen como una especie de doble vida. Hemos visto muchos casos de mujeres que les ha pasado eso. Esto, sin mencionar el maltrato intrafamiliar, que la vemos en todas las clases sociales. La violencia doméstica de la cual hablamos muchísimo, y les enseñamos a las mujeres y a los hombres en cuanto a eso, porque hay hombres maltratados también, en un menor porcentaje, pero los hay. Y niños abusados también. Damos muchas charlas y conferencias para que los niños puedan defenderse, y para que las madres tengan esa alerta de poder darse cuenta si sus hijos están siendo motivo de abuso sexual.

Victoria: Qué importante todo eso. ¿Cómo es la dinámica? Recién nos contabas que se habían juntado en una escuela. ¿De qué otras maneras trabajan?

Silvina: Trabajamos apoyando iglesias evangélicas, iglesias cristianas en algunos pueblos, y ellas son las que hacen la promoción. Primero vemos dónde vamos a hacer la asistencia médica, ya que debe ser un lugar accesible, y los pastores y amigos nos ayudan en esa preparación y en la promoción en el pueblo. Hay que ver la logística, dónde vamos a estar, dónde vamos a comer, dónde vamos a parar, y bueno, en general cada uno se paga su pasaje, su comida y su estadía. Muchos de los grupos que nos acompañan juntan dinero durante un año lavando autos o haciendo diferentes actividades para poder acompañarnos. En el país de origen también tenemos médicos amigos que nos dan esa cobertura legal. Hay países en los cuales no hay problema para entrar medicamentos, pero otros sí, son más estrictos.

También hay zonas muy vulnerables a las cuales no se puede llegar, pero a través de muchas ONG se logra llegar, y a través de iglesias cristianas también.

Victoria: Silvina, ha sido un gusto conversar contigo, pero antes de irnos quería preguntarte qué podrías decirle a alguna de nuestras amigas que tal vez esté escuchándonos en su casa o trabajando, y que tiene el deseo de servir. De servir a Dios con la profesión que tiene, pero también de servir a los demás, y que no ve una manera de iniciar. ¿Cuál sería tu consejo, tu palabra para ellas?

Silvina: Bueno, unas palabras que dijo Jesús hace unos años atrás y están en la Biblia dicen: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” A las amigas les diría, en primer lugar, que uno de los grandes problemas que tienen muchas de las mujeres hoy en día es la falta de autoestima, y que se amen y se valoren porque son muy valiosas para ellas mismas y son muy valiosas para Dios. En la medida que se puedan amar y verse a sí mismas como mujeres exitosas, porque lo son, hay muchas mujeres madres, muchas mujeres profesionales que están en varias actividades a la vez, que la verdad es que son dignas de admirar. Entonces en la medida en la que ellas se puedan amar a sí mismas, pueden amar al prójimo y verlo de una manera diferente. Jesús dijo que el darle de agua a una persona ya iba a tener recompensa. Imaginate ayudar a muchas personas. Ustedes lo pueden hacer en su barrio, en alguna ciudad que conozcan, o alguna obra de bien que puedan hacer siempre es bienvenida, y bueno, demuestren el amor de Dios a los más necesitados.

Victoria: Te agradecemos mucho Silvina, que Dios bendiga todos los planes que tenés por delante.

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