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Seguimos hablando con Rosario Díaz acerca de su impresionante testimonio. Junto con su esposo Nipur vendían drogas, pero Dios los sacó de eso y transformó sus vidas. Te invitamos a aprender más de lo que ellos hacen para el Señor hoy, trabajando con jóvenes con adicciones y sirviendo en la iglesia. Si tienes problemas que parecen no tener salida, recuerda que Dios es fiel, y que puede transformar nuestras vidas radicalmente.


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EA766 – Entre Amigas –
«Renacer» es posible – Parte 2



Entrevista a Rosario Díaz

Victoria: Estamos en Entre Amigas, ha llegado nuevamente el momento de la entrevista. Continuamos conversando con Rosario, quien tiene un testimonio de vida realmente impactante. En el programa pasado estuvimos hablando de la cercanía con quien es su esposo, que estuvo adicto a las drogas. Ambos estuvieron metidos en la venta de drogas, en un ambiente de delincuencia, pero el Señor llegó a sus vidas.

La vez pasada nos quedamos en la primera navidad que pasaron juntos, como familia. Rosario contó que no le pudieron hacer regalos a sus hijas y la más grande se puso a llorar, pero no porque no había recibido regalos, sino porque era la primera navidad que pasaban juntos. ¿Qué pasó después?

Rosario: Bueno, a partir de ahí, nuestra vida fue transformada. Dios nos llenó de bendiciones, que hoy uno ahora mira para atrás y se da cuenta de que evidentemente Dios tenía todo planeado y que era necesario pasar por esas situaciones. A veces hay cosas que uno no entiende, pero que solo el Señor sabe, Él, que conoce todas las cosas, que conoce el principio, que conoce el fin, sabe por qué hace todas las cosas.  Y bueno, así empezó todo. Íbamos siempre a la iglesia, no nos perdíamos ningún culto. Un día vino una chica de la zona donde estaba la boca, a pedir ayuda, y yo la acompañé hasta la casa, y uno de los chicos de nuestro grupo me dijo: Yo sabía que ibas a volver. Y yo le dije: Mirá, aunque me esté muriendo de hambre, yo acá no vuelvo. Esas fueron las convicciones que el Señor nos fue dando. Así recibíamos de la Palabra de Dios, recibiendo los consejos de los pastores también. Me acuerdo de una de las primeras charlas que tuvimos con ellos, y yo tenía vergüenza de lo que iban a pensar de mí, pero ellos nos recibieron, nunca se alejaron de nosotros, siempre nos dieron un abrazo, siempre nos trataron con amor, nunca nos juzgaron. Entonces nos sentíamos parte, no nos sentíamos aislados. Y fue lo que permitió que nosotros permanezcamos.

Victoria: Y además apoyados, porque cuando uno toma una decisión así, de dejar toda su vida, debe ser imprescindible sentir que hay un apoyo, que no están solos, sino que hay gente que las va a estar apoyando.

Rosario: Sí. El Señor puso personas. Yo sabía que tenía que dejar a mis viejas amistades, que no podía verlas, porque verlas era volver a estar en lo mismo. Todo el tiempo hablaban de cosas que no eran de provecho. Y yo le decía a mi esposo: Ahora no voy a tener amigas. Pero el Señor estuvo hasta en esos detalles, porque a mi mejor amiga la conocí al poco tiempo de estar en la iglesia. Y para mí fue una mentora, porque ella había tenido una vida totalmente diferente a la mía. Fue hija de pastores, guiada en el evangelio, su esposo era policía, o sea que nada que ver, todo lo contrario. Y ella me dio muchísimos consejos y fue una bendición para mí.

Al año de estar en la iglesia recibiendo de la Palabra, hubo un evento en el que invitabas a personas a tu casa y se pasaba una película, y ahí empezaron lo que eran las células en casa. Así que pasó un año sin ver a nuestras amistades, y cuando ya estábamos firmes yo tuve una charla con una de mis amigas, a ella le empezó a interesar, dos por tres me llamaba, así que los invitamos a salir al cine y justo vimos una película cristiana. Empezamos a hablar, y quería escuchar más de la Biblia, así que abrimos nuestra primera célula.

Victoria: Una manera no tradicional de poder compartir de Jesús, pero qué bueno. Qué bueno porque además de tener la transformación en la vida de ustedes, hubo gente que se comenzó a acercar.

Rosario: Era apasionante ver como nuestras viejas amistades se empezaron a interesar en la Biblia. Eran las 4 de la mañana y estábamos tomando café y hablando de la Palabra. Así que empezamos la primera célula en nuestra casa, y fue una bendición. Muchos de ellos hoy están sirviendo junto a nosotros, se han casado, y muchos de ellos, si bien no están sirviendo, dejaron la delincuencia. Nosotros empezamos a ir a nuestro antiguo barrio y hacíamos grupos en las esquinas y nos poníamos a orar, incluso nos cedieron un lugar para poder tener una célula ahí adentro.

Victoria: Eso es muy interesante, yo ya escuché esa historia. Contantos, ¿cuál era ese lugar?

Rosario: El lugar era un bar. Un bar de copas, donde se juntaba la gente a tomar alcohol. Entonces, como a mi esposo lo conocían por haber estado tanto tiempo en ese ambiente, le pedimos el lugar prestado y el dueño del bar, todos los días que teníamos la célula, que era una vez a la semana, nos preparaba las mesas, porque sabía que veníamos. Y mientras en un lado estaban todos tomando alcohol, del otro estábamos nosotros compartiendo la Palabra. Mi esposo iba antes del horario en el que abrían todas las bocas, los traía a los chiquilines, escuchaban la palabra, y después sabíamos que ellos iban a volver a lo mismo, pero la Palabra era sembrada. Hoy en día la gente dice: Menos mal que se arregló todo lo que es la zona del Mercado Agrícola, ahora es un lugar turístico, se han hecho viviendas, pero ese lugar es lo que es, porque Dios obró, porque se rompieron cadenas de adicción, y en ese lugar se cerraron las bocas. Nosotros sabemos que fue Dios que obró, porque muchos de esos chiquilines hoy están sirviendo con nosotros.

Los chiquilines cuando veían que el pelado Ale había salido de las drogas, no lo podían creer. Iban y nos golpeaban la puerta de casa, y nosotros podíamos tenerlos un rato en casa, charlar con ellos, pero después tenían que volver a la calle. Y así surgió todo el tema de querer tener un lugar para internarlos, para que ellos pudieran estar ahí. Era el sueño que teníamos, y se lo transmitimos a los pastores, ellos en seguida nos apoyaron y empezamos a buscar un lugar para alquilar. En resumen, hoy en día el lugar se llama la Casa del Alfarero, ya hace 6 años que está en la localidad de Suárez, Canelones, es una granja donde hay animales, hay carpintería, y hay quinta. En este momento hay 14 chicos internados, y es una bendición.

Victoria: ¿Tenés un estimativo de cuántos chicos han pasado por la Casa del Alfarero?

Rosario: Ay, no sé, pero un montón. Muchos han sido restaurados. Vemos chicos que se han casado, que tienen su trabajo, que colaboran con nosotros, vemos otros que recaen y después vuelven. O sea que la semilla del evangelio es plantada, y en algún momento va a dar su fruto, no solo con los chicos, sino que a través de ese chico que llega a Cristo, llega una familia. Llega un padre, una madre, una esposa, hijos, y todos reciben el evangelio. Yo me gozo cuando veo gente que son fruto de la Casa del Alfarero, en el sentido de que vienen padres con sus hijos porque no tiene otra, porque no saben más que hacer con su adicción, y nosotros una vez a la semana tenemos una reunión para la célula puerta, que es los chicos que van a ingresar y también se habla con los papás. Y ahí siempre, aunque sean dos minutos, un versículo se les comparte. Y ellos llegan así a Dios. Es una bendición.

Victoria: Rosario, este lugar ha sido de tanto bien y de tanta bendición para muchas personas. Me gustaría que contaras qué es lo que estás haciendo actualmente, en qué estás sirviendo, y también que puedas dejar un mensaje para todas aquellas amigas que tal vez nos están escuchando y piensan que ya no hay vuelta atrás. Que ya están tan metidas en lo que sea que estén metidas, que ya no pueden salir, que no hay manera de que alguien las ayude porque tomaron muchas decisiones malas.

Rosario: Bueno, en resumen, hoy con 39 años, dos hijas hermosas, Naomi y Amaloa, y mi esposo, todo lo vivido quedó atrás, pero Dios lo usa para ayudar a otros. Estamos sirviendo en la Casa del Alfarero, que gracias a Dios estamos abriendo otra chacra en Las Piedras. No solamente en esa área, sino que estamos trabajando con las familias, lo que es muy importante, y también pastoreando a los jóvenes. Hace ya un año que nos nombraron pastores de jóvenes y para nosotros es una bendición, porque no solo trabajamos con los chicos adictos sino con todo tipo de chicos.

Victoria: Y contar, además, que ustedes se estuvieron preparando. Hicieron un seminario bíblico para prepararse para la tarea que están realizando ahora.

Rosario: Sí. Nosotros hicimos el curso de consejería pastoral, que fue una bendición. Y bueno, seguimos preparándonos.

Un mensaje para dar es que yo realmente me quería morir. Hubo un momento en mi vida en el que yo quería tomar pastillas para dormirme y no despertarme. Hoy en día, después de la experiencia que tuve con el Señor, fui transformada. Eso es lo que trato de transmitir a los demás. Si vos estás mal, acércate al Señor, él es el único que te va a dar esa necesidad que vos tenés, que tiene que ser saciada. Lo que necesitás es al Espíritu Santo de Dios. Yo siento realmente una convicción, es tremendo cómo Dios transforma tu vida cuando lo buscas con perseverancia, de todo corazón. Pero con perseverancia, porque no es que todo fue color de rosas.

Victoria: Por ejemplo, cuando te robaron en la puerta de la iglesia, ¿no? Dios te llevó a entender algo que era mucho más profundo, pero podrías hacer dicho: estoy saliendo de la iglesia y me roban. Y haberte desanimado.

Rosario: Exactamente. Podría haber decidido no ir más. O situaciones que al principio no fueron fáciles. La situación con mi esposo no fue transformada de un día para el otro. Y yo podría haber dicho: ¿Para qué voy a ir a la iglesia si todo sigue igual? Hay que ser perseverante y confiar en Dios. Orar, y Él va a hacer la obra. Cuando somos perseverantes, Dios nos bendice y nos prospera. Se abren puertas delante de nosotros, porque las abre el Señor, y no las va a cerrar nadie, porque las puertas que Dios abre no las cierra nadie. Yo siempre digo que hay que estar atento porque el Señor nos habla con todas las cosas. Con la más insignificante, el Señor nos habla. Yo he tenido la convicción de que Espíritu Santo está conmigo, que me acompaña, que a donde yo voy, él va, más allá de si estoy bien, si estoy mal, si estoy en angustia o lo que sea, el Espíritu Santo está conmigo y eso es lo que a mi me ayuda a seguir adelante. No te apartes del Señor, no importa de la situación que estés viviendo. No siempre el camino de Dios es fácil, pero el Espíritu Santo está con cada uno de nosotros y él conoce lo que sentimos y lo que nos duele. Se perseverante que él está.

Victoria: Tomo unas palabras que dijiste, cuando Jesús llamaba a los discípulos y les decía que dejaran las redes, que él los iba a hacer pescadores de hombres. Y realmente hoy eso es una realidad en tu vida y en la de tu esposo, así que queremos agradecerte por este tiempo que has tenido con nosotras. ¡Hasta la próxima, amigas!

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