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Autor: Philip Nunn

Al concluir con la serie “Razones para creer” hacemos un repaso de lo conversado y nos llevamos un desafío en cinco partes: orar, leer la Biblia, ser parte de una comunidad cristiana, servir a los demás y tomar riesgos.


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PE2584 – Estudio Bíblico
Razones para creer (19ª parte)



Dios, la fe, las dudas y usted

¡Hola, amigo! Hoy quisiera comenzar el programa contándole que para algunos el acto de convertirse en cristianos va acompañado de profundas e inolvidables emociones. Sin embargo, cuando algunos terminan de orar y abrir la puerta de su corazón a Cristo, no sienten nada. Eso los puede frustrar y privar del gozo y de la certeza de su salvación. Muchas personas hablaban de una sensación de calidez, paz o alivio, pero otros no sienten ninguna de estas sensaciones, y su nueva relación con Dios tiene un comienzo difícil por sus múltiples dudas. A veces se preguntan: ¿Habré sido suficientemente honesto? ¿Me faltó algo en mi oración de conversión? A pesar de todo esto, es necesario aprender a confiar completamente en las promesas de Dios. Si Él promete perdonar cuando usted confiesa su pecado, entonces debe creer que fue perdonado. Si Jesús promete entrar cuando usted abre la puerta de su corazón, decida creerle.

El apóstol Juan no solamente se preocupaba de que las personas fueran salvas, sino también de que tuvieran la seguridad de su salvación. Quería que cada cristiano confiara en la suficiencia de la obra redentora de Jesús en la cruz del Calvario y así disfrutara de la paz y la certeza de su salvación. Jesús fue firme y categórico cuando explicó en Juan 5:24 que un cristiano genuino nunca sería condenado: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”. Al comienzo de su primera carta, Juan escribió: “A vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13).

Usted quizás se esté preguntando, por qué es tan importante esto. Bueno, ocurre, por ejemplo, que cuando estamos seguros de una relación, podemos empezar a disfrutarla y a crecer en ella. Cuando una pareja de esposos está segura de su amor mutuo y de su compromiso el uno con el otro, se sirven el uno al otro, pero no por miedo de perder algo, ni como un modo de ganar algo; más bien, su servicio es la expresión del amor que sienten el uno por el otro. Además, un esposo o una esposa que ama a su pareja no quiere que el otro dude de él o de ella, sino que, al contrario, sienta plena confianza. Si usted ha recibido a Jesús, también ha recibido una vida nueva, porque la Palabra de Dios dice que “el que tiene al Hijo, tiene la vida” y “el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:12). Nuestra alma halla paz cuando aprendemos a confiar en las promesas de Dios. ¡Una vez que estamos seguros de que estamos en ese avión que vuela hacia destino, podemos relajarnos y disfrutar el vuelo! Y quizás descubrimos que hay algunas cosas interesantes y útiles para hacer mientras viajamos.

En programas anteriores hemos comparado la fe con el amor, indicando que recibimos tanto la fe como el amor como regalos, y que ambos implican una elección personal. Tal vez podríamos llevar esta comparación un poco más allá. Para poder crecer y prosperar, tanto el amor como la fe requieren de un cuidado constante. La fe, como el amor, puede hacerse más profunda, más cálida y más estable. Pero también puede debilitarse y enfriarse. Permítame sugerirle, amigo, cinco consejos que ayudarán a que su fe en Cristo siga creciendo, En primer lugar, orar, pues esto fomenta su relación con Dios. Hable regularmente con Él, compartiéndole sus alegrías y preocupaciones, sus sueños y anhelos. El pecado obstaculiza la relación, así que confiese cualquier pecado consciente.

En segundo lugar, lea la Biblia y así obtenga claridad acerca del objeto de su fe. Para ello consiga una traducción de la Biblia que le resulte fácil de entender y lea una porción todos los días, conociendo cada vez mejor a Jesús. Pídale a Dios que le hable a través de su Palabra, porque cuando Dios le dice algo y usted actúa acorde a ello, su fe crece. En tercer lugar, sea parte de una comunidad cristiana. Busque un lugar donde su fe sea alimentada. Involúcrese en una iglesia cristiana sana, en una comunidad donde podrá recibir ayuda y a la vez ser de ayuda para otros. En cuarto lugar, sirva a los demás, poniendo su fe en acción. Usted es único y Dios le ha creado con una combinación de habilidades muy especial, para que pueda ser de aliento y de bendición para otros. Sea activo y disfrute de servir a Dios y a los demás. En quinto y último lugar, tome riesgos. Lleve su fe a la práctica. No tenga miedo de intentar algo nuevo. La fe no es solamente el comienzo, es un estilo de vida. En el momento en que entregó su vida a Jesucristo, el Espíritu Santo empezó a vivir en usted. Confíe en la presencia del Espíritu Santo en su vida y en su capacidad para guiarle (Efesios 1:13; Gálatas 5:16-18). Busque conscientemente el respaldo de Dios en todo lo que haga.

Bien, amigo, llegando ya al final de esta serie de estudios, quisiera recordar, a manera de repaso, que juntos hemos profundizado en las evidencias que apuntan a la existencia de un Dios creador y personal, en la fiabilidad de la Biblia como la revelación de Dios y en la revelación definitiva que Dios hace de sí mismo en la persona de Jesucristo. Hemos reflexionado sobre la exclusiva misión de Jesús y cómo él, por medio de su muerte y su resurrección, ha hecho posible que nosotros los seres humanos seamos perdonados y podamos entablar una relación con Dios. Nos hemos tomado tiempo para examinar las ventajas de la cosmovisión cristiana, concluyendo que es intelectualmente sólida y existencialmente satisfactoria.

También hemos visto que la fe no es algo exclusivamente religioso. La fe y la confianza son una parte necesaria de la vida humana normal. A veces ejercitamos algo muy parecido a la fe ciega al comer alguna comida sabrosa que alguien vende en la esquina de la calle. Pero en la mayoría de los casos ejercitamos una fe basada en evidencias, cuando nos subimos a un bus, cuando compramos comida en un supermercado reconocido, cuando adquirimos un celular nuevo de un sitio de internet “aprobado”. Podemos no tener la información completa, podemos tener dudas ocasionales, y aun así consideramos razonable confiar, actuar y disfrutar. Asimismo, hemos considerado algunas de las evidencias de la fe cristiana y concluimos que es razonable elegir confiar en Jesucristo, entregar nuestras vidas a él, abrir la puerta de nuestros corazones e invitarlo a entrar. Esto es lo que el Señor Jesús llama “nacer de nuevo”.

Amigo, hemos visto que el evangelio satisface una urgente necesidad humana. Buscamos un sentido para nuestra existencia. Nuestra alma tiene sed y Jesús responde en Juan 7:37: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Nos sentimos vacíos y buscamos algo que realmente nos satisfaga. Nuestras almas tienen hambre de algo más, y Jesús responde: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre” (Juan 6:35). Nos sentimos agotados con las cargas de la vida. Nuestra alma busca descanso, y en Mateo 11:28 Jesús responde: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Nos sentimos solos y aislados. Nuestra alma anhela encontrar comprensión y aceptación; a eso Jesús responde: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Sentimos que hemos pecado contra un Dios santo. Nuestra alma busca el perdón, y en Juan 10:9 vemos que Jesús responde: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo”. Nos sentimos confundidos con tantas ideas, filosofías y religiones diferentes; nuestra alma anhela la verdad, y entonces Jesús responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

¿Le parece que Dios es suficiente? El pastor Charles Stanley explica su experiencia de la siguiente manera: “Nuestro Padre celestial entiende nuestra decepción, nuestro sufrimiento, nuestro dolor, nuestro miedo y nuestra duda. Él siempre está para animar nuestros corazones y nos ayuda a entender que él es suficiente en todas nuestras necesidades. Cuando acepté esto como una verdad absoluta para mi vida, constaté que mis preocupaciones cesaron”.

Para algunos, la profunda sensación de vacío o de necesidad que tienen les insta a acercarse humildemente a Dios. Para otros, el mensaje cristiano es razonable y les ayuda a encontrar el sentido de la vida y del mundo a su alrededor. Para muchos, la razón principal por la que aceptan la fe cristiana es que esta es verdad. Winston Churchill una vez dijo: “Los hombres se tropiezan de vez en cuando con la verdad, pero la mayoría se levanta y se aleja apresuradamente como si nada hubiera pasado”. ¡No deje que eso le pase a usted! El mensaje cristiano “funciona”, es existencialmente satisfactorio y es intelectualmente sólido. Es digno de ser creído y recibido con confianza. Pero para ser efectivo para usted, requiere de su respuesta. Para “nacer de nuevo”, usted debe elegir entregarse a Dios. ¿Cómo responderá, amigo, a su extraordinaria invitación? Tanto su vida en esta tierra como su destino eterno dependen de la decisión que tome con respecto a Jesucristo. Deseo de corazón que pueda poner su confianza en Él.

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