¿Qué nos enseña la transfiguración de Jesús? (1ª parte)

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Autor: Thomas Lieth

El ejemplo de la vida de oración de Jesús, la instauración del Reino de Dios, la abolición del Antiguo Pacto y la confirmación de Jesús como el Mesías. Estas son algunas enseñanzas que se desprenden del episodio de la Transfiguración del Señor Jesús.


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PE2390 – Estudio Bíblico
¿Qué nos enseña la transfiguración de Jesús? (1ª parte)



¡Hola, amigos! ¡Qué gusto re encontrarnos! En esta oportunidad quisiera hacer referencia a un episodio muy interesante, que aparece en la Biblia, en el libro de Mateo, capítulo 17. En el verso 1 el evangelista comienza señalando que “seis días después” Jesús tomó a tres de Sus discípulos “y los llevó aparte a un monte alto”. Se preguntará ¿qué había sucedido seis días antes? La respuesta la encontramos en el párrafo anterior. Allí se indica que Jesús hablaba con Sus discípulos sobre cómo debían seguirle: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”, dice Mateo 16:28.

Este versículo siempre ha sido difícil de entender. La declaración del Señor Jesús en realidad no puede referirse a Su segunda venida en poder y gloria que aún está en el futuro, ni tampoco al reino de mil años; si fuera así, Su afirmación de que “algunos no gustarían la muerte” hasta ese acontecimiento sería difícil de explicar. Por eso pienso que esta aseveración se refiere más bien a la transfiguración que tuvo lugar seis días después y a los acontecimientos posteriores. El Señor Jesús dice algo así como: “Solo un poco de tiempo más, y el Reino de Dios les será presentado”. De modo que no se trata del Reino de Dios en poder y gloria, sino del reino de Dios que tiene su comienzo en Jesucristo. Jesús habló del Reino de Dios refiriéndose a Su vida y obra en la Tierra, idea que mantiene Pablo, por ejemplo, en la carta a los colosenses, capítulo 1 verso 13: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al Reino de su amado Hijo”; y esto no se refiere al futuro sino al presente. La transfiguración que tuvo lugar poco después fue algo así como un primer paso, un tipo de indicación de parte de Dios: ¡El Reino de Dios está comenzando! El Salvador prometido se presenta para Su marcha triunfal.

Ahora, ¿quiénes acompañan a Jesús al monte? Pedro, Juan y Jacobo, lo que no sorprende mucho ya que estos tres discípulos parecían ser los más fieles, que también estuvieron con Jesús en otras ocasiones especiales (Getsemaní, por ejemplo). Es interesante que Jesús llevara a algunos de los discípulos al monte, cuando podría haber ido solo. Este proceder hace recordar el principio del Antiguo Testamento que indica que se necesita de dos a tres testigos para un asunto; esto lo puede encontrar en Deuteronomio 17:6 y 19:15. Pienso que este siempre fue el deseo de Jesús; Él prácticamente nunca se presentaba sin testigos, de modo que Su vida y obra están tan bien documentadas como ningún otro acontecimiento ocurrido hace más de 2000 años.

Y con esto llegamos al suceso en cuestión: “Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz”, indica Mateo 17:2. Según la traducción bíblica que usamos dice “se transfiguró”, “cambió de apariencia” o “fue transformado”. De cualquier manera aquí sucedió algo muy inusual, yo diría “algo sobrenatural”, que aun así sucedió en la Tierra y delante de los ojos de tres testigos. Tratemos de analizar el suceso: Pedro, Jacobo y Juan hasta ahora habían visto al Señor Jesús exclusivamente como ser humano. Seguramente Jesús era una persona extraordinaria, pero Él era un ser humano; y ahora sobre ese monte los discípulos vieron a su Señor por primera vez en Su gloria divina.

Ahora, con este suceso maravilloso teniendo lugar deberíamos estar atentos a un detalle. La Biblia indica que los discípulos estaban “rendidos de sueño”, y si continuamos leyendo y llegamos a los sucesos en Getsemaní, nos enteramos de que Pedro, Juan y Jacobo, efectivamente se duermen a pesar de que Jesús les pide que velen. ¿Será éste quizás un problema fundamental también para nosotros en la actualidad? ¿No nos pasa a menudo que nos sobreviene el sueño cuando queremos ir a la reunión de oración? ¿No es verdad que una y otra vez sucede que nos dejamos distraer y apartar de la oración? Cuando no es el cansancio, son nuestros pensamientos que repentinamente divagan, o es el teléfono que suena, o el trajín de la vida cotidiana. Yo creo que muchos de nosotros (incluyéndome) ya ni siquiera somos capaces de disfrutar de la tranquilidad y la soledad en oración ante Dios. ¿Cómo van las cosas con nuestro tiempo a solas con Dios? Y cuando digo “tiempo a solas” no me refiero a una lectura bíblica y una oración a la ligera antes de salir. El Señor Jesús desea que oremos; Él nos llama a eso de manera inequívoca. Y qué triste estuvo cuando repetidamente tuvo que ver que Sus discípulos eran vencidos por el cansancio, y que eso hacía que no oraran. Jesús sabe cuánto necesitamos la oración: “¡Velad y orad, para que no entréis en tentación!”, dice en Mateo 26:41. Estoy convencido de que cuanto más ora un hijo de Dios, tanto menos lugar le da al pecado, y cuanto más ora una iglesia, tanto más poder hay en su testimonio. Pero del otro lado existe alguien que quiere evitar justamente eso: el Diablo, quien quiere ahogar toda oración en su intento. Amigo, Jesús no solo enseñó a Sus discípulos una oración sino que también les dio un ejemplo con Su propia vida de oración.

Volviendo al relato bíblico, vamos que señala que mientras Jesús oraba, Su rostro brillaba como el sol y Sus vestimentas se volvieron blancas como la luz. Quizás esta transfiguración también haya sido una respuesta directa del Padre a la oración de Su Hijo. No se nos dice qué fue lo que Jesús oró, pero sabemos sobre lo que habló con Moisés y Elías. Esto permite suponer que también Su oración haya tratado del camino que Él tenía por delante, y más aún teniendo en cuenta que poco antes Jesús había confrontado a Sus discípulos con el primer anuncio de Su sufrimiento. Él estaba preparando a Sus discípulos (por eso el diálogo sobre seguirle a Él); no obstante Jesús mismo también necesitaba a alguien quien le preparara. Quien piensa que el Hijo de Dios haya ido tranquilamente a la cruz, tiene una imagen totalmente equivocada. Su lucha en oración en el Getsemaní nos dice mucho en este sentido. Jesús buscaba la cercanía, la fuerza, la preparación y la confirmación de Su Padre, y justamente eso debía suceder aquí ante los ojos de los tres discípulos. Además, esta fue la única vez que el Señor Jesús se reveló en gloria antes de Su muerte y resurrección. Aquí, durante la transfiguración, Su rostro se transformó, y Su divinidad se mostró majestuosamente. Por un momento Jesús no era solamente ser humano sino que Su carácter divino se hizo visible por primera vez para algunos de Sus discípulos. Esta transfiguración fue para ellos como un anticipo del futuro, cuando verían al Señor Jesús en toda Su gloria, como está descrito en 1 Juan 3:2: “Porque le veremos tal como Él es.”

Siguiendo con el texto de Mateo 17, éste indica: “Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él”. La transfiguración en sí ya es muy extraordinaria, pero no se queda en eso sino que ahora incluso se presentan Moisés y Elías; y no alcanzando con hacer su aparición, ellos también hablan con Jesús. Por supuesto podemos intentar interpretar esto de manera simbólica, diciendo: “Moisés y Elías aquí son usados solo como ejemplo y no aparecieron de verdad; lo más probable es que los discípulos solo se vieron encandilados por el sol”. ¡No! No debemos reinterpretar nada ni tampoco debemos humanizar nada. Allí en ese monte y durante la transfiguración del Señor Jesús verdaderamente aparecieron Moisés y Elías. ¡Aceptémoslo simplemente tal como está escrito! Lucas habla de que Moisés y Elías también aparecieron en gloria. No sabemos cómo fue en la práctica, porque es difícil de imaginar, pero de lo que estamos seguros es de que son personajes especiales: ambos habían tenido una despedida extraordinaria de la Tierra, y los dos son vistos en el judaísmo como precursores del Mesías. De Moisés se dice en Deuteronomio 34:5-6 que Dios mismo lo sepultó y que su sepulcro hasta el día de hoy es desconocido; y en Judas 9a se narra que el arcángel Miguel luchó contra el diablo y negoció por el cuerpo de Moisés. Vemos en ese versículo cómo Dios mismo vela sobre el cuerpo de su siervo Moisés, por lo que no sería ningún problema para Él hacer aparecer a Moisés en gloria sobre el monte de la transfiguración. Elías, de lo contrario, fue arrebatado, o sea que Dios mismo lo tomó y lo llevó al cielo, según lo que se explica en 2ª Reyes 2:11. Tanto lo que sucedió con Moisés y Elías, como también la transfiguración, son misterios y resultados de la intervención personal de Dios, quien pasa por alto todas las leyes de la naturaleza y aún más, toda la lógica humana.

Moisés y Elías también juegan un rol significativo en la historia de la salvación, de modo que naturalmente tiene su razón que ellos dos hayan aparecido allí, y no Aarón y Enoc, por ejemplo. ¿Qué representa Moisés? Él fue el hombre a quien Dios le entregó las tablas de los mandamientos. Por algo en el judaísmo los primeros cinco libros de la Biblia son llamados “La Ley”; Moisés es la personificación de la ley. ¿Y quién representa especialmente a los profetas en el judaísmo? Elías. El único profeta que no murió sino que fue arrebatado, que sacó al pueblo de la adoración a Baal y a quien también se le relaciona con la segunda venida del Señor Jesús. De modo que Moisés y Elías representan la ley y los profetas; unos y otros señalan el Salvador venidero, e incluso el verdadero objetivo de la ley y de los profetas es que el Reino de Dios tenga su inicio en Jesucristo.

De esta manera, se puede notar que este episodio de la transfiguración aclara que el antiguo pacto está abolido porque Jesús cumplió la ley. Y también el profetismo ha llegado a su meta con la institución del nuevo pacto en Jesús. Ahora la gracia se encuentra en el centro. ¡Ya no Moisés ni Elías sino solo Cristo! En el correr de la transfiguración, Jesús es confirmado por Dios el Padre como Aquel de quien testifican la ley y los profetas como el Mesías, el redentor del mundo.

Le invito, amigo, a que en el próximo programa me acompañe a ver algunos detalles más de este suceso tan significativo en la Biblia y en nuestras vidas.

3 Comments

  1. Diác. Eduardo Carmona R dice:

    Excelente articulo. Creo que esta primera parte deja muy claro el significado de la transfiguración y el sentido que tiene para nosotros hoy. Saludos.

  2. Mailee Cadtaneda dice:

    Aprender cada dia de la oalabra de Dios es el mayor tesiro para mi vida Gracias Doy Al Espiritu Santo por su guia en mi vida saludos mailee castaneda

  3. concepción dice:

    Execelente !!!!

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