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Autor: Norbert Lieth

¿Qué tiene para decirnos la Biblia sobre la vida práctica y social de la Iglesia? En el programa de hoy veremos cómo hay pautas de trato y comportamiento dirigidas a los diferentes grupos de personas que integran el Cuerpo de Cristo.


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PE2749- Estudio Bíblico
La primera carta a Timoteo (15ª parte)



Orientaciones para la vida práctica en la Iglesia

Queridos oyentes, en el encuentro de hoy hablaremos sobre orientaciones para la vida práctica en la Iglesia. 1 Timoteo 5:1-3 dice: “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. Honra a las viudas que en verdad lo son”. Es admirable observar cómo la Biblia demuestra consideración por las personas, y cuánto valor le da a que se respeten uno al otro. La Palabra de Dios nos enseña cómo debemos respetar a los ancianos, nos enseña a observar y a respetar las diferencias entre los géneros, y en todas las tareas. Hasta en caso de conductas equivocadas y de la necesidad de exhortación, anima a que la cortesía esté por encima de todo. Nuevamente vemos con claridad cuánto la doctrina bíblica está al frente de todas las demás religiones. Además, Pablo pone fin al riesgo de incurrir en orgullo o altivez, para que el líder de la iglesia, en ese caso, Timoteo no se portara de modo inconveniente poniéndose por encima de los hermanos, sino que respetuosamente a la par de los mismos.

Por el hecho de que la iglesia es la casa de Dios, la relación entre los hermanos debe ser similar como la relación en una familia. Efesios 2:19 dice: Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios. La edad no nos protege de la necedad. Incluso las personas ancianas podrán tropezar, y necesitar una amonestación. Para eso, por un lado, es necesario tener valor, y, por otro, debería ser hecho con mucha sensibilidad, educación y respeto. Un hombre anciano no debería ser simplemente cuestionado, sino exhortado como un padre. Cuando alguien debe exhortar a su padre, ¿de qué manera debería de hacerlo? Ciertamente no agresivamente, tampoco levantando la voz.

Los hombres más jóvenes deben ser tratados como hermanos, esto es, como iguales, y no desde arriba como súbditos. Un hermano no es un esclavo, o un extraño; no es alguien lejano, sino que pertenece a la familia. Las mujeres más ancianas deberían ser consideradas como madres, lo que va en la misma dirección que con los ancianos. Cualquier actitud de menosprecio o de humillación es inadecuada. Las mujeres más jóvenes deben ser consideradas y tratadas como hermanas, según es recomendado también a los hermanos jóvenes. Aquí, sin embargo, es añadida la frase: …con toda pureza”. Así es recomendado mantener una distancia sana, discreta y la pureza interna.

Las viudas deben ser honradas. Honrar significa: demostrar abiertamente mi postura de respeto y consideración. Aparentemente, las viudas de aquella época sufrían especialmente con el desprecio, la desconsideración y la marginalización. La Iglesia tiene el deber de apoyar a las mujeres cuyos maridos ya no pueden preocuparse por ellas. ¿Y qué sucede con las Relaciones sociales? Debemos considerar que las iglesias de aquella época estaban especialmente preocupadas con el trabajo social. Había personas sin recursos, esclavos, viudas, personas solas, perseguidas y separadas de las familias por causa de la fe. El mensaje del Evangelio necesitaba ser proclamado, y los predicadores viajeros necesitaban apoyo.

No había jubilación, ni seguro social o aseguradoras, ni planes de asistencia médica. Por eso, se necesitaba establecer prioridades, y seleccionar lo que era realmente necesario, o lo que no lo era. Las iglesias necesitaban administrar el dinero disponible y elaborar un plan, pues no era posible actuar sin responsabilidad en relación a las finanzas. Vemos, así, cómo la prudencia se adecúa al Espíritu de Dios. En ese sentido, deberíamos observar las recomendaciones del capítulo 5. El verso 3 dice: “Honra a las viudas que en verdad lo son”. Aquí surge una pregunta: ¿será que hay viudas que no lo son realmente? Se refiere a la situación en la que familiares todavía las pueden cuidar, y eso explica los versículos 4 y 8: «Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios. Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.

La responsabilidad por el sustento de la viuda dependía en primer lugar de sus propios familiares. Además, obviamente había otros creyentes que asumían la tarea de preocuparse con el sustento de viudas, a pesar de no pertenecer al respectivo círculo familiar ¿habrá sido el inicio de los hogares para ancianos? 1 Timoteo 5:16 dice: Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas. Vemos, así, que la iglesia solamente asumía el caso cuando no había las dos primeras posibilidades. Hay tres especies de viudas: las “verdaderas,” las “no verdaderas,” y las “viudas más jóvenes”. 1 Timoteo 5:5 dice: Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Se considera una viuda verdadera aquella que vive sola, sin familiares que se importen por ella, y que no recibe asistencia de nadie más de afuera. Sin embargo, todavía son activas en el punto de vista espiritual: ponen su esperanza en Dios, permanecen en oración y súplicas.

La verdadera viuda tiene una vida cristiana activa. Una viuda debería ser puesta en la lista de auxiliados apenas cuando tuviera 60 años de edad, que era la edad límite para ingresar en la etapa de ancianos tanto en el judaísmo como durante el Imperio Romano de la época. Pablo asumió esa regla común. 1 Timoteo 5:10 dice en cuanto a las viudas: “que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”.

Testimonio de buenas obras:” es descrito en cinco afirmaciones: a) “Si ha criado hijos”: En ese caso, no se trata de la obligatoriedad de criar hijos en sí, pues eso excluiría de los planes de provisión y sustento de la iglesia a todas las mujeres que no tuvieron hijos. Más bien se trata de observar, en caso de que tenga hijos, de cómo fueron educados. No pocas veces se observa en la actitud de los hijos los reflejos del ambiente de la casa en que son criados, si los padres realmente se dedican a sus hijos, o si ellos se quedan “abandonados.”

b)“Si ha practicado la hospitalidad”: Prestemos atención a la secuencia. Primeramente importa la situación en la propia familia, al ser mencionadas las características: “esposa de un solo marido” y que “haya criado hijos.” La referencia que sigue es con los que están fuera de la familia, donde la hospitalidad es un componente importante.

c) “Si ha lavado los pies de los santos”: Describe la entrega sacrificial por el bienestar de los demás, y la demostración de similitud con Jesús. No se opone a hacer cualquier servicio.

d) “Si ha socorrido a los afligidos”: Las tribulaciones pueden ser las más variadas. Puede significar sufrimiento en la familia, sufrimiento en el cuerpo, pueden ser persecuciones o luto, pero también se puede tratar de tribulaciones mentales.

e) “Si ha practicado toda buena obra”: Son las mujeres que tenían la práctica, superando sus limitaciones, de cuidar del bienestar de otros. No medían esfuerzos, y constantemente asumían tareas adentro y afuera de la iglesia. Un ejemplo de eso es Tabita, como lo leemos en Hechos 9:36, NTV: “Había una creyente en Jope que se llamaba Tabita (que en griego es Dorcas). Ella siempre hacía buenas acciones a los demás y ayudaba a los pobres.”

La iglesia tiene la responsabilidad de cuidar de esas viudas. Ellas deben ser inscritas en la lista de los necesitados (comp. v. 9), y deben ser atendidas. ¿Qué lecciones podemos sacar de esos versículos para nuestros días? Tres de cuatro esposas serán viudas, de acuerdo con los datos actuales; incluso en nuestras iglesias tenemos muchas mujeres que han perdido su marido. ¿Tendrán esas señoras oportunidad de apoyar las actividades espirituales? ¿Serán invitadas y motivadas a utilizar sus dones y habilidades? ¿Se importará alguien por ellas? ¿Recibirán visitas?

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