La carta de Pablo a los Filipenses (27ª parte)

La carta de Pablo a los Filipenses (26ª parte)
7 febrero, 2021
La carta de Pablo a los Filipenses (28ª parte)
7 febrero, 2021
La carta de Pablo a los Filipenses (26ª parte)
7 febrero, 2021
La carta de Pablo a los Filipenses (28ª parte)
7 febrero, 2021

Autor: Fredy Peter

En el programa de hoy escucharemos sobre cómo es el proceso de proseguir a la meta , al que se refiere el Apóstol Pablo en Filipenses. Hay pasos que deben darse si o si y actitudes que no podemos tolerar en nuestras vidas, si queremos extendernos al “premio del supremo llamamiento”.


DESCARGARLO AQUÍ
PE2701- Estudio Bíblico
La carta de Pablo a los Filipenses (27ª parte)



¿Cómo proseguir a la meta?

Según Filipenses 3:12-16, si queremos proseguir a la meta, debemos cumplir con seis condiciones: Primeramente, proseguir a la meta requiere sinceridad y reconocimiento. Como el propio Apóstol Pablo lo expresa en Filipenses 3:12: No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto. Ninguno de nosotros debería pensar que ya alcanzó la perfección. Si un hombre como el apóstol Pablo, quien recibió un llamado extraordinario del Señor y fue enseñado de manera especial por él, confiesa no haberlo hecho, ¿cuánto más nosotros?

Es una fatal equivocación pensar que alcanzaremos la perfección en esta vida. No es posible obtenerla ni por autoflagelación ni a través de un extremo legalismo, tampoco añadiendo esto o aquello a la clara doctrina neotestamentaria. Si creyéramos haber “logrado” la perfección, no sería más que un autoengaño. Mientras estemos en el mundo, a pesar de ser hijos redimidos de Dios, cada uno de nosotros deberá luchar contra el pecado, que como dice Hebreos 12:1 “… tan fácilmente nos envuelve. Una y otra vez nos hacemos culpables y necesitamos ser perdonados.

Cuando estemos con el Señor, ya sea a través del arrebatamiento de la Iglesia o por nuestra muerte, y cuando sea el tiempo en que nuestros cuerpos mortales sean transformados en inmortales, recién allí habremos llegado a la perfección. Primera de Juan 3:2 dice: Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Debemos proseguir hacia la meta de ser cada vez más parecidos a Cristo; ahora, hoy y hasta el día en que estemos con el Señor. Es la decisión personal de cada uno de nosotros decir: “¡No quiero conformarme con mi actual estado! ¡No quiero quedar estancado! ¡Quiero alcanzar la meta!”.

Además, seguir hacia la meta implica un gran esfuerzo. Pablo lo formula con estas palabras en Filipenses 3:12: sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.

¡La maravillosa gracia que nos fue dada no excluye, de ninguna manera, nuestro esfuerzo! Por esta razón, el apóstol usa la expresión proseguir o seguir adelante, lo que no admite una actitud perezosa o indiferente de nuestra parte. Cuando Pablo escribe la carta a los filipenses, habían pasado unos treinta años desde que había sido “asido” o “alcanzado” por Jesucristo. Primero fue redimido, luego, llamado y, por último, llenado de autoridad espiritual por Dios para anunciar el evangelio. Pero la meta final en todo esto es descrita por el apóstol en Romanos 8:29: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

¿Comprendemos que la salvación, más allá de la redención de los hombres, tiene la meta maravillosa de transformar a los salvos a la imagen de Cristo? ¿Proseguimos a la meta con todo nuestro esfuerzo? ¿Es nuestro mayor deseo llegar a ser como Cristo? ¿Es nuestra vida un reflejo de esto?

Cuando uno corre con todas sus fuerzas, existe también el peligro de errar el camino. Proverbios 19:2 nos advierte al respecto dice que: “… el que se apresura con los pies, peca. A veces, nuestras intenciones son buenas, pero a pesar de ello nos equivocamos. Pronto, el gran esfuerzo demuestra una falta de sobriedad. Uno comienza a obsesionarse con temas secundarios, cambiando sus prioridades.

¿Cómo podemos protegernos de esto? Obedeciendo la siguiente indicación de Pablo… Proseguir a la meta requiere concentrarse en la meta. Para captar su total atención, Pablo se dirige en Filipenses 3:13 a los filipenses de una manera muy personal, llamándolos “hermanos”: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo la meta”.

Por tercera vez, el apóstol subraya el hecho de que todavía no llegó a la perfección ni alcanzó la meta. Pero se concentra en ello. Hace “una cosa”: fija prioridades y concentra todos sus esfuerzos en alcanzarla. Pablo tenía conocimiento acerca de los juegos olímpicos. Pasó muchos meses en Grecia y trabajó durante tres años en Éfeso, donde había un gran estadio con capacidad para unos cien mil espectadores. Varias veces, en sus cartas, ilustra alguna verdad espiritual con la imagen de un deportista que se esfuerza por alcanzar la meta. Quizás has visto fotos de competencias de atletismo o ciclismo donde un atleta, seguro de su victoria, mira brevemente para atrás o pierde por un momento la concentración, arrebatándole otro la victoria delante de sus narices. La mirada hacia atrás disminuye la concentración en la meta.

No hablamos aquí de olvidar los beneficios del Señor en nuestras vidas. Pero nuestro pasado, tanto las decepciones y fracasos, como nuestras bendiciones y victorias, no deben ser un obstáculo para nuestra vida presente y futura. Las palabras extendiéndome a lo que está delante, nos muestran la concentración y el esfuerzo máximo de un corredor. Los atletas tienen una sola meta: la línea de llegada. Se inclinan hacia adelante, siendo a veces tan solo una fracción de segundo lo que determina la victoria.

Pero es posible que en todo este esfuerzo nos cansemos y desanimemos. ¿Te ha pasado? Es por esta razón que el proseguir a la meta requiere motivación espiritual. Filipenses 3:14 “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

¿Qué es este premio “del supremo llamamiento”? Es la gloria indecible. Es la consumación de nuestra salvación. Es toda la plenitud de la salvación. Es la comunión perfecta con nuestro amado Señor. Es vivir en su presencia. O como dice 1 Juan. 3:2: Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él. Es por eso que la esperanza del arrebatamiento es de gran motivación para aquel que tiene a Jesús en el centro de su vida. Sabe que un día recibirá el premio. Muchos pasajes bíblicos confirman esta maravillosa verdad. ¿No nos motiva esta verdad a proseguir hacia la meta con constancia y máximo esfuerzo?

El proseguir a la meta requiere también ayuda divina. Filipenses 3:15 dice: Así que todos los que somos maduros, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud distinta, eso también os lo revelará Dios. Las diferencias de opinión, según la madurez de un cristiano, no deberían impedir a nadie proseguir hacia la meta. Pero si hay obstáculos en nuestras vidas, el Señor nos lo revelará. Él cuenta con muchos medios para hacerlo: por la eficacia de su Palabra, por la predicación o la lectura personal de la Biblia. También usa a los hermanos con este propósito y permite que pasemos por tiempos difíciles y pruebas. Son ayudas divinas que nos incentivan a proseguir hacia la meta, son especiales declaraciones de amor, aunque no lo sintamos de esa manera al momento de experimentarlas.

Es posible que un cristiano que sigue al Señor desde hace tan solo dos años sea más maduro que uno que es creyente hace veinte. Examinemos nuestras vidas: ¿Dónde estamos? ¿Hemos madurado conforme a nuestra edad? El proseguir a la meta requiere tener un mismo sentir, como dice Filipenses 3:16: Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa”. Con estas palabras, Pablo retoma el importante tema del capítulo 2, el que nos exhorta a tener el mismo sentir que hubo en Cristo.

La “regla” ayuda a los corredores a competir de forma correcta y a mantenerse en la pista. La palabra también significa ‘andar en filaʼ. Tener un mismo sentir, una misma actitud, es de gran valor y de mucha utilidad para correr hacia la meta. Alguien resumió nuestra carrera con esta ilustración práctica: “No obtendremos el premio si nos quedamos sentados al costado del estadio, meditando en él, hablando de él con palabras acertadas. Tampoco nos llevarán hacia él en el auto de la gracia. Tenemos que perseguirlo con todo nuestro esfuerzo”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo