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Autor: Fredy Peter

Filipenses 2:5 al 11 nos da una hermosa visión de Jesús y su exaltación. En este programa estudiaremos a fondo el significado de estas palabras y qué significado tiene hecho de que un día toda rodilla se doble delante de Él.


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PE2689- Estudio Bíblico
La carta de Pablo a los Filipenses (15ª parte)



Jesús es incomparable

Dice Filipenses 2:5-11: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.

Filipenses 2:5-11 no solamente es el pasaje cumbre de la carta a los Filipenses, sino que es una de las enseñanzas cristológicas más importantes del Nuevo Testamento. Según opina la mayoría de los comentaristas, se trata de una canción compuesta por la Iglesia primitiva, un himno a Cristo, dividido en dos grandes pasajes que nos muestran el carácter absolutamente extraordinario e incomparable de nuestro Señor Jesús. En los versículos 5 al 8, la figura central es Jesús. Con palabras sencillas pero muy conmovedoras, este pasaje describe la total y extrema auto humillación del Hijo de Dios. Pero el camino del completo despojamiento y de la humildad, de la renuncia y de la obediencia por amor al Padre, no acaba en el versículo 8. Después de lo que musicalmente sería ir más despacio, más suave o espirando, del italiano: expirando o muriendo, aumenta su intensidad hasta alcanzar un insuperable forte fortissimo.

En los versículos 9 al 11, la figura central es Dios. El pasaje describe de manera majestuosa y muy conmovedora la total y completa exaltación de Jesucristo. Esta es la reacción de Dios a la humildad de Su Hijo. Con la humillación voluntaria de Jesús y Su exaltación por el Padre se comprueba lo que dice Cristo en Mateo 23:12: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Es un principio bíblico inquebrantable que encontramos en Proverbios 15:33: “A la honra precede la humildad”. ¡Dios siempre actuará de esta manera, también en nuestras vidas, si nos humillamos de corazón!

Al tremendo auto despojo de Jesús descrito en los versículos anteriores, le sigue inmediatamente el “por lo cual” de Dios: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo”. Después del vaciamiento total viene la llenura total, después de la humillación la exaltación “hasta lo sumo”. ¿Cómo podía el Señor Jesús ser exaltado aún más? Pues ya antes de Su encarnación, Cristo poseía todas las características divinas e integraba la Trinidad. ¡Y como Dios, en Su encarnación permaneció siendo Dios! Pero por Su humillación, Su sufrimiento y Su muerte, atravesó y sufrió una nueva dimensión: se hizo Dios-Hombre.

Como tal, tres días después de Su muerte en la cruz, Jesús fue resucitado de la tumba a la vida. Cuarenta días después fue levantado al cielo a través de la ascensión. Allí, Él intercede por nosotros y nos representa ante Dios el Padre. Leemos en Hebreos 7:25: “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Ya que como leemos también en Hebreos 9:24: “Entró Cristo… en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”. En Su humanidad, Jesús aprendió obediencia, se pudo identificar con nosotros, sintió compasión por nuestras debilidades y llegó a ser nuestro Sumo Sacerdote celestial. Todas estas cosas son la respuesta a Su oración en Juan 17:5: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. El ejemplo de Jesús nos muestra que el camino hacia arriba siempre nos lleva primero hacia abajo.

Dice Filipenses 2:9: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”. ¿Qué nombre Le fue dado? En la Biblia, Jesús es descrito con más de 250 nombres o títulos. Veamos por ejemplo este conocido pasaje de Isaías 9:6 que tanto nos gusta citar en Navidad: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Y ¿qué dice el ángel a María? “Llamarás su nombre JESÚS”. Estos nombres, por lo tanto, ya le fueron dados antes. Por eso, la respuesta debe ser otra, y la encontramos en Apocalipsis 19:16: “En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. Es decir, “Señor” es este nuevo nombre, este nombre “sobre todo nombre”.

Todos los nombres de la historia universal, aunque suenen bien e incluyan cargo, rango, posición y dignidad, son pequeños y limitados en espacio y tiempo cuando los comparamos al nombre sin igual de “Señor”. “Señor” es la traducción de la palabra griega kyrios. Con este título de honor se hablaba de Jesús en la iglesia primitiva. Es muy interesante, aunque no lo haremos por falta de tiempo, estudiar el alcance del significado de kyrios. ¿Qué valor tiene este nombre para nosotros? ¿Qué hacemos nosotros con este glorioso nombre?

La exaltación hasta lo sumo aconteció en el pasado; también la entrega de un nombre que es sobre todo nombre. Pero ambos eventos tienen su efecto en el presente, y el siguiente versículo habla incluso de algo futuro y confirma a Jesús como el Señor de señores: “…para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra”. En Isaías 45:23 encontramos partes de este versículo. Pero allí está hablando Yahvé, el Dios del Pacto de Israel. Es decir, tenemos aquí la clara prueba de que Jesús es Dios. Además, el versículo 10 también es una profecía del Salmo 110:1: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. Este pasaje es mencionado directa o indirectamente unas 27 veces en el Nuevo Testamento.

¡Cuántas veces justamente los cristianos que sufren graves persecuciones y presiones están siendo consolados y fortalecidos por esta visión del futuro! También nosotros en el Occidente sufrimos presiones cuando nuestra fe está siendo cuestionada por familiares, vecinos o colegas, cuando se nos ridiculiza porque creemos en este Jesús, cuando tenemos que presenciar y escuchar cómo en los medios de comunicación el glorioso nombre del Señor es menospreciado, calumniado, blasfemado y en parte incluso prohibido. ¡Ánimo, queridos hermanos! El balance final todavía no está hecho, pero vendrá; entonces “toda rodilla se doblará”. El comentarista Paul Murdoch dice: “En la antigüedad, el doblar la rodilla era señal de sumisión. Esto vale también para los tiempos bíblicos. El vencido se inclinaba delante de su vencedor para que este pudiera poner su pie sobre su nuca, expresando con esto su derecho a la vida del vencido. El doblar la rodilla es entonces no tanto un acto de cortesía, sino más bien de entrega de uno mismo”.

Jesús es el Señor sobre todos “los que están en los cielos”: las incontables multitudes de ángeles, los querubines y serafines y las almas de los salvos de todos los tiempos. Jesús es Señor sobre todos los que están “en la tierra”: todos los seres humanos vivientes. Y Jesús es el Señor sobre todos los que están “debajo de la tierra”: todos los demonios y todas las personas no salvas en el infierno. ¡Sí, Jesús es incomparable en Su poder! Un día, todos se arrodillarán delante del Señor Jesucristo: grandes y pequeños, gente famosa y gente sin nombre, por todos lados y sin excepción. Los que se negaron a creer, doblarán sus rodillas bajo obligación, a regañadientes, llorando en el polvo. Los demás lo harán porque creyeron; doblarán sus rodillas voluntariamente y de todo corazón, con voces de júbilo y de adoración, rebosantes de felicidad.

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