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Autor: Esteban Beitze

Esteban Beitze nos continúa enseñando acerca de la apostasía, una marca distintiva del tiempo final. Aprendemos acerca de algunas características en el comportamiento de las personas en el tiempo final: implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, impetuosos, e infatuados. Te invitamos a reflexionar sobre cada uno de estos comportamientos, y sobre cómo hemos permitido que estos influencien nuestra forma de actuar y el de nuestras iglesias.


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PE2627 – Estudio Bíblico
La apostasía del tiempo final (4ª parte)



¿Qué tal queridos oyentes? Estamos en la serie acerca de la apostasía. Habíamos dicho que el concepto de apostasía significa estar ligado a algo, pero haberse apartado de eso. Ese algo es una creencia, y si hablamos de apostasía en cuestiones religiosas, es haber creído o adoptado conceptos llamados cristianos, relacionados con la Biblia y la enseñanza del Señor Jesús, pero luego haberlos dejado de lado. La apostasía se destaca sobre todo en el mundo llamado cristiano pero que ha dejado la esencia de Cristo y su enseñanza de lado. Lamentablemente, esto también se va infiltrando, aún en las iglesias. Incluso los creyentes están dando lugar a estas cuestiones o estas características.

Estábamos desarrollando los conceptos o las características del tiempo final, del carácter de las personas del tiempo final en 2da Timoteo 3. Allí el apóstol Pablo nombra varias de esas características, y habíamos llegado a la palabra implacables. ¿Qué significa ser una persona implacable? Es aquella persona que no acepta ninguna conciliación, son irreconciliables, peleadores por sí mismos, rechazan todo esfuerzo para hacer la paz. Sus contiendas nunca terminan. Los noticieros y los programas de chimentos se encuentran repletos de conflictos sin fin. Tracemos simplemente lo opuesto que debería ser la vida de un verdadero cristiano. Debería estar marcada por el amor, la benignidad, bondad, mansedumbre, son estos conceptos bíblicos básicos que ahora son dejados de lado y se da lugar a implacables. Hace un tiempo atrás escuchaba a un predicador que decía que había tenido consejería con una hermana que tenía un serio problema en la iglesia. Y le había recomendado que pidiera perdón por su actitud, pero ella dijo: Yo jamás pido perdón. Ahí tenemos un ejemplo clave de lo que es una persona implacable. Se llama creyente, va a una iglesia, pero no está dispuesta a una conciliación, a pedir perdón, o a otorgar el perdón. Implacable.

Pablo sigue la lista con calumniadores. La palabra en el griego está directamente relacionada con el sustantivo “diablo” en el español. Estos son los falsos acusadores, difamadores que extienden testimonios falsos y maliciosos. Imitan al diablo mismo en inventar y arrojar constantemente de un lado a otro aportes y acusaciones malignas hacia los demás. Esta es una de las grandes herramientas. Por ejemplo, en las pujas electorales lo hemos visto, y escuchamos constantemente acerca de las “fake news” (noticias falsas). No importa si algo es mentira, la cuestión es desacreditar al otro. Se dice que estamos viviendo en el tiempo de la posverdad, y esta se caracteriza por no importar si algo es verdad o mentira, con tal que encuadre en los pensamientos de uno mismo. Con tal de que sea acepto para uno, entonces está bien. Pero lamentablemente, esa característica la encontramos muchas veces dentro de las iglesias. A veces hasta verdaderos creyentes le dan lugar a ser calumniadores. Le están sacando el trabajo al diablo, porque el diablo es el acusador de los hermanos, y muchas veces estamos acusando de forma absolutamente injusta. A veces hasta juzgando intenciones que solo Dios y la propia persona pueden saber. Entonces estamos calumniando. No le demos lugar a que el diablo utilice nuestra lengua para sus acciones.

La lista sigue con intemperantes. Esto significa que están sin dominio de sí mismos, justamente lo opuesto al dominio propio. Seguramente tienen presente lo que es el fruto del Espíritu, y la última característica del fruto del Espíritu es la templanza, otra expresión para decir dominio propio. Entonces los intemperantes son justamente lo opuesto. No tienen control sobre sus pasiones, y, de hecho, no lo quieren tener, por lo que están a merced de sus bajos instintos. Ya no interesa la forma de vivir, por ejemplo, la sexualidad. Todo es permitido e incentivado por todos los medios. El vivir en dominio propio hasta se vuelve noticia. He escuchado varias veces de personas que dijeron que se iban a mantener vírgenes hasta el matrimonio, y sale en las noticias como algo raro y retrógrado. De ahí que prácticamente no existen más las familias bien establecidas. Lo que hace unas décadas era una tragedia, como tener un divorcio, o tener relaciones sexuales prematrimoniales, hoy se ha vuelto costumbre. No es de extrañar, por ello, el auge de la pornografía y la pedofilia, entre otros muchos males de los cuales aún nuestras iglesias no están exentas. Si pensamos solo en lo que es la pedofilia, Francia autorizó el sexo con menores, si estos dan consentimiento. Ahí vemos a donde va toda esta ideología de género, va en esa dirección, darle rienda suelta a todas las pasiones de la manera que sea, sin control.

La lista sigue con crueles. O sea, son brutales, despiadados, sanguinarios, carentes de principios. Si pensamos un poquito en las noticias, vemos constantes violaciones, y abusos, aún por parte de líderes llamados cristianos. Creo que estas noticias son de conocimiento público. Pero la crueldad se está volviendo algo cada vez más visto y hasta buscado, como la violencia en los hogares. Hasta se transformó en un deporte muy popular y de gran crecimiento en los últimos años, como son los campeonatos en donde se permite todo, con la meta de desfigurar al contrincante. Cuanta más sangre chorree, mejor. Las noticias más vistas son las que tienen hechos aberrantes, violentos. Esta es nuestra sociedad, es cruel. Es algo similar al tiempo de los emperadores romanos en los circos, donde corrían ríos de sangre y la gente se divertía viéndolo. Hoy en día lo vemos a través de todos los medios y se busca específicamente.

La lista de Pablo acerca de las características del tiempo final sigue con aborrecedores de lo bueno. Totalmente opuestos a la bondad y a la virtud en todas sus formas, que eran principios básicos del cristianismo a lo largo de casi 2000 años. Hoy en día, se está perdiendo todo esto. Aborrecedores de lo bueno.

La lista sigue con traidores, en el versículo 4 de 2da Timoteo 3. Son tan desleales que son capaces de traicionar la confianza de sus mejores amigos, familiares o benefactores. Incluso son atacados los que quieren vivir en forma piadosa, como dice más adelante en el versículo 12. Y también, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución. Claro, esto no es de extrañar. Si a Jesús lo atacaron, cuestionaron, persiguieron, y al final lo mataron, entonces esto también les va a suceder a los que quieran vivir como él. Forma parte. Entonces, la traición, el ser desleal, es una característica de la apostasía. Pero ¿cómo está nuestra vida en relación con eso? ¿No somos también desleales a veces? Con personas que nos han hecho bien y los traicionamos, que traicionamos su confianza en cuestiones personales que nos han contado. ¡Cuidado! no des lugar a esa característica apóstata.

La característica que sigue es: “impetuosos”. Se refiere a personas que se abalanzan sin pensar antes en sus hechos impetuosos. Son capaces de exponerse temerariamente al peligro con tal de conseguir sus depravados intentos. Recuerdo el caso de un chico que salió de terapia intensiva por la enfermedad de leucemia, y dijo: Tengo que vivir mi vida, tengo que disfrutarla, me queda poco quizás. La vivió por un par de horas y volvió peor, volvió con SIDA. También vemos el aumento y el auge de situaciones cada vez más expuestas en cuanto al peligro de porte de riesgo extremo. Vemos los videos en YouTube donde hacer locuras se ha vuelto de moda, y cuanto más loco sea, mejor. Obviamente muchas veces se termina mal.

La lista de Pablo sigue con infatuados. Significa con vanas pretensiones. Es un estado de ceguera a causa de su orgullo. Los que todo lo saben, nadie les puede decir nada, creo que conocemos varios de ellos. Infatuados, no se dejan aconsejar. Hace un tiempo atrás, veía a un muchacho que lo conocía muy bien, y lo veía mal. Entonces me acerqué a él y le dije: Me gustaría hablar contigo. Y él me dijo: Con vos no quiero hablar. Entonces le dije: Claro, evidentemente, si estás escondiendo algo. Y al poco tiempo, a las pocas semanas, me estaba llamando, llorando. Había destruido toda su vida, su testimonio, su servicio. Es que, el no querer aceptar un consejo, forma parte de esa actitud apóstata. Si alguien se toma el tiempo de pensar en nosotros, evidentemente le tendríamos que dar lugar, escuchar su consejo, y probarlo, si queremos, frente a la Palabra de Dios. Pero al menos escuchar ese consejo. Nuestro mundo se está volviendo cada vez más infatuado. Con vanas pretensiones y ceguera hacia la propia situación personal. Que Dios nos libre de ello, que no caigamos en esta actitud. Que estemos abiertos a recibir el consejo, y así el Señor nos pueda hablar, por su Palabra, y por hermanos que buscan nuestro bien. Evitemos toda apostasía, también en nuestra vida. Que Dios les bendiga, y hasta el próximo programa.

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