La apostasía del tiempo final (2ª parte)

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Autor: Esteban Beitze

Esteban Beitze nos continúa hablando acerca de la apostasía, una marca distintiva del tiempo final. En esta ocasión aprendemos acerca de la conducta, el comportamiento de la apostasía, centrándonos en dos aspectos: El amor propio, y la avaricia. Hoy en día, todo gira en torno a uno, a su bienestar y su placer. Este concepto de amor es contrario al amor bíblico, el amor ágape, que consiste en dar sin esperar nada a cambio. Además, el ser humano está enfocado a lo material, motivado por la riqueza. Pero la Biblia dice que no podemos servir a dos señores, no podemos amar a Dios y a las riquezas.


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PE2625 – Estudio Bíblico
La apostasía del tiempo final (2ª parte)



Estamos en la serie acerca de la apostasía. Habíamos dicho que la apostasía es un apartarse de las verdades en las cuales uno ha creído, o a las cuales se ha adaptado. Cuando hablamos de la apostasía, hablamos de un mundo llamado cristiano pero que deja de lado estos valores bíblicos y cristianos. Hablamos de un mundo no necesariamente renacido, sino que se llama cristiano y no más que esto. Cuando el apóstol Pablo habla acerca del tiempo final, justamente señala como característica fundamental la apostasía. Esto lo encontramos en 2da Timoteo 3. Habíamos visto el concepto de la apostasía, pero ahora queremos ver la conducta en la apostasía. El comportamiento de las personas a nivel general, relacionado con la apostasía. Un pasaje realmente impresionante lo encontramos en 2da Timoteo. Allí el apóstol Pablo advierte acerca de las características de los hombres en los tiempos finales. Lo describe como tiempos peligrosos, la idea que da en el idioma original es “terribles”, y empieza diciendo “amadores de sí mismos” en 2da Timoteo 3:2. O sea, amadores de sí mismos significa egocéntricos, vanidosos, ególatras, esa es la esencia del pecado. Se desecha a Dios.

El centro de gravedad de estos auto amadores es ellos mismos, y no Dios. Por supuesto, se trata de un falso amor a sí mismos. Es el reinado del “yo”, y cuando reina el “yo”, no hay lugar para Dios junto a él. Son muchas las actitudes que reflejan esta realidad hoy en día. Todo gira en función de uno mismo, de su propio bienestar y placer. Un área en la cual se nota el amor propio exagerado es en lo que vemos hoy en día en cuanto el culto al cuerpo. Están en auge las operaciones, los tatuajes, etcétera. Leía acerca de una psicóloga no creyente que escribía sobre esta característica muy visible en nuestra sociedad actual. Todo el mundo pone en las redes sociales fotos y cosas por el estilo, y ella decía: “desde hace un tiempo el culto al cuerpo está de moda. En los últimos años aumentó la cantidad de hombres y mujeres obsesionados por la perfección de su imagen. Lo que las personas no perciben es que la necesidad de perfección puede convertirse en un camino sin fin. Cuando esto ocurre, la persona se obsesiona y llega a preocuparse por defectos físicos que no tiene. En el caso de las cirugías, podemos hablar de un trastorno dismórfico corporal. El paciente manifiesta una preocupación fuera de lo normal por algún defecto. Nada es suficiente. Después de una cirugía vendrá otra, y luego otra, tratando de alcanzar una imagen de perfección que se escapa como agua entre los dedos.

Esta situación que deja sumida a la persona en un malestar psíquico significativo, que requiere de un tratamiento psicológico. En el caso de aquellas personas que permanentemente se tatúan, se ha demostrado, por medio de estudios, que tienden a la búsqueda de emociones externas, presentando una baja autoestima, y son propensos a los excesos” Termina diciendo la profesional. Entonces, vemos un culto en diferentes formas. Pero también el hecho de amarse a sí mismo, se ve, sobre todo, en las redes sociales. Hay una presentación de uno mismo constantemente, de diferentes formas, en las diferentes áreas. Yo lo llamaría la cultura o la sociedad de la “selfie”. Continuamente uno se presenta en estas fotos. La gran cara está en el centro, y allí en el fondo, lo que uno pretendía haber hecho para el Señor. De esta forma, nos estamos volviendo amadores de uno mismo. Uno se resalta constantemente, y si no tiene suficientes “likes” en la foto que uno ha puesto de sí mismo, uno entra hasta en depresiones.

En iglesias evangélicas se escucha el eslogan: “Dios quiere que te sientas bien”. Otra vez, el amor a uno mismo es el centro, y por lo tanto las iglesias empiezan a actuar de esta forma. Esto es un pase libre a cualquier actitud, mientras de placer o guste a los oyentes. Conceptos como poner nuestros miembros sobre el altar, como dice Pablo en Romanos 12:2, o poner el cuerpo en servidumbre, como dice en 1era Corintios 9:27, para no darle lugar a los deseos carnales, pasaron de moda. Entonces vemos en este concepto de amarse a sí mismo, lo opuesto al fruto del Espíritu, que empieza con amor. Y lo que define la Biblia como amor, este amor ágape, significa entrega. Es un amor sacrificial, dando al otro, sin esperar nada a cambio. Jamás ser el centro, sino al contrario, buscar siempre el bien del otro. Creo que es una gran advertencia, aún para los que somos realmente renacidos, de ver si no le estamos dando lugar a este concepto apóstata de ser amador de uno mismo.

El segundo nombre, o la segunda característica que aparece de las personas del tiempo final, son las que Pablo llama avaros. Está íntimamente relacionado con lo anterior. Son los que continuamente se gratifican a ellos mismos. La palabra significa literalmente: amadores del dinero, o sea, están enfocados en lo material. Buscan llenarse de posesiones, buscan su propio bien, no fijándose en los demás. Pero no tienen en cuenta que la destrucción que se origina en todas estas áreas sea personal, familiar, o colectiva, está relacionada con esta avaricia. Jesús advertía en Lucas 12:34: “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. O también decía de uno de los tantos dioses de este mundo, que es el amor por el dinero: “Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Cuántos cristianos solo viven para lo material, y solamente le dan las sobras al Señor. Gastamos mucho en nosotros mismos, en nuestro bienestar, en lujos innecesarios, mientras que la obra del Señor no puede avanzar por falta de medios.

Hace un tiempo atrás leía acerca de un televangelista muy reconocido dentro del ámbito evangélico, que pedía a sus feligreses 54 millones de dólares para comprar un avión para 16 pasajeros con autonomía de 11 mil kilómetros. Sería su cuarto avión privado. Él decía: “Si Jesús viviera en nuestro tiempo, también usaría esos medios para avanzar más rápido, y predicar el evangelio en más lugares.” Pero ¿qué vemos detrás de todo esto? Una vida de lujos. Una vida de presentarse a uno mismo, una vida en la que el dinero es lo central. Se llenan de dinero, viven vidas completamente dispares a lo que Jesucristo vivió, que no tenía dónde recostar su cabeza, que vivía de lo prestado. ¿Es esa nuestra actitud? Muchas veces, esto que vemos en el mundo secular también se ve reflejado, aún entre los creyentes.

Continuamente la búsqueda de riqueza de valores terrenales, de cuentas bancarias, en lugar de buscar extender el reino de Dios. Todo lo que invirtamos en nosotros mismos, quedará acá. Pero todo lo que invirtamos en la obra del Señor, en el servicio al Señor, lo invertimos para la eternidad. Se nos dice en la Biblia que busquemos las cosas de arriba, que busquemos lograr tesoros en el cielo, donde no corrompe el orín, donde los ladrones no roban, no hurtan. Pero muchas veces los cristianos perdemos la cabeza, los pensamientos tras las posesiones materiales. Con eso perdemos tiempo que podríamos dedicar al Señor, con la linda excusa de que estamos trabajando, entonces hasta se ve como una excusa válida para no ir a la iglesia o no servir. Para no dedicar tiempo y bienes a la obra del Señor. ¿Nos damos cuenta de cómo la apostasía, pensamientos completamente mundanos, también se están filtrando en nuestras iglesias?

Que el Señor nos haga rever cuáles son nuestras prioridades. Quizás teniendo presente Mateo 6:33, buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás, lo que realmente necesitamos para vivir, lo esencial, el Señor lo va a dar. No caigamos en ese espíritu de apostasía que está marcando nuestra sociedad. Que Dios los bendiga.

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