Rico en Misericordia
20 marzo, 2018
Ira Temible (2ª parte)
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Autor: William MacDonald

La ira de Dios es Su indignación y furia justa contra el pecado y los pecadores no arrepentidos. Aunque preferimos pensar en Su amor, Su misericordia y Su gracia, la ira de Dios es una perfección tan divina como cualquiera de Sus otros atributos.


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PE2263 – Estudio Bíblico
Ira Temible (1ª parte)



¿Cómo están? Les saludo cordialmente, y les invito a comenzar el tema: Ira Temible.

Romanos 1:18 nos dice:
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo
contra toda impiedad e injusticia
de los hombres que detienen con injusticia la verdad.

La ira de Dios es Su indignación y furia justa contra el pecado y los pecadores no arrepentidos. Aunque preferimos pensar en Su amor, Su misericordia y Su gracia, la ira de Dios es una perfección tan divina como cualquier otro de Sus otros atributos. James Packer dice: “no es nada caprichoso, desenfrenado, producto de la irritabilidad, moralmente indigno, como suele serlo frecuentemente la ira humana. Todo lo contrario, constituye una reacción objetiva y moral, correcta y necesaria para con la maldad”.

En el transcurso de la historia humana, más de una vez Dios ha revelado Su ira contra el pecado. Mandó el diluvio para destruir el mundo de los días de Noé. Consumió Sodoma, Gomorra y las ciudades de la llanura con fuego y azufre (como leemos en Gn. 19:24 y 25). Hizo que se abriese la tierra para tragar a Coré, Datán y Abirán. Estas manifestaciones aisladas de ira estaban designadas para mostrar a las generaciones futuras el desagrado de Dios para con ciertos pecados específicos, y para con el pecado en general.

Afortunadamente para cada uno de nosotros, Dios no estalla en ira cada vez que se comete un pecado.

La ira de Dios se revelará durante el período de la Tribulación, como vemos en Ap. 4 al 19: cuando los sellos sean desatados, se toquen las trompetas, y las copas de la ira de Dios se derramen sobre un mundo que rechazó a Su Hijo. Y se revelará cuando el Señor Jesús regrese a la tierra como el Rey de reyes y Señor de señores, cuando Dios rompa Su silencio y derrame Su ira, como dice esta cita de Jim y Elizabeth Elliot:

Tronará con la fuerza de la justicia ofendida, golpeará con rayos sobre las conciencias endurecidas; rugirá como el león agazapado sobre la presa; saltará, azotará, destruirá, y consumirá por completo los vanos razonamientos de la orgullosa raza humana; resonará como el grito de batalla de un guerrero fuerte, triunfante y victorioso; herirá con terror y gravedad las almas con más potencia que los gritos torturados en la muerte de la noche. Oh, Dios, ¿cuál será el primer sonido de esa voz de nuevo en la tierra? ¿Y su efecto? Asombraos y temed, habitantes del polvo, pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, lo cual será aún más terrible, si acaso puede serlo, por lo extenso de Su silencio.

La ira de Dios se revela también en el Hades y en el lago de fuego, que es el infierno. El Hades es la prisión temporal de los muertos que no han sido salvados; un lugar donde son conscientes del sufrimiento. En el juicio del Gran Trono Blanco, la muerte y el Hades, esto es, los cuerpos, almas y espíritus de los que no son salvos, serán echados al lago de fuego. Jesús, citando Isaías 66:24 tres veces para enfatizar, describió la morada final y eterna de los que no son salvos como un lugar “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Mr. 9:44, 46 y 48). Y Juan escribió en Ap. 14:11: “El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos”.

Hay otro lugar donde se revela la ira de Dios –en la cruz del Calvario. Allí, la indignación concentrada de Dios fue derramada sobre Su amado Hijo cuando Él llevó nuestros pecados en Su cuerpo. El Salvador sufrió las agonías del infierno durante tres horas –el infierno que nosotros tendríamos que haber sufrido durante toda la eternidad. No fue sólo sufrimiento físico, sino también el horror indescriptible de ser abandonado por Dios. No hay manera en la que podamos jamás llegar a medir la extensión de Su sufrimiento. George Frazer escribe:
La profundidad de todo Tu sufrir,
No hay corazón que pueda concebir;
Por nosotros Tú recibiste y bebiste
La ira que fluía de la copa rebosante.

Algunas referencias bíblicas claves de la ira de Dios, son
las siguientes:

Si afilare mi reluciente espada,
Y echare mano del juicio,
Yo tomaré venganza de mis enemigos,
Y daré la retribución a los que me aborrecen
(Dt. 32:41).

Jehová es Dios celoso y vengador;
Jehová es vengador y lleno de indignación;
se venga de sus adversarios,
y guarda enojo para sus enemigos.
Jehová es tardo para la ira y grande en poder,
y no tendrá por inocente al culpable.
Jehová marcha en la tempestad y el torbellino,
y las nubes son el polvo de sus pies.
Él amenaza el mar, y lo hace secar,
y angosta todos los ríos;
Basán fue destruido, y el Carmelo,
y la flor del Líbano fue destruida.
Los montes tiemblan delante de él,
y los collados se derriten;
la tierra se conmueve a su presencia,
y el mundo, y todos los que en él habitan.
¿Quién permanecerá delante de su ira?
¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo?
Su ira se derrama como fuego,
y por él se hienden las peñas.
Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia;
y conoce a los que en él confían.
Mas con inundación impetuosa
consumirá a sus adversarios,
y tinieblas perseguirán a sus enemigos
(Nah. 1:2 al 8).

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Jn. 3:36).

¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y haciendo notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción? (Ro. 9:22).

Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (Ef. 5:6).

En llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder (2 Ts. 1:8 y 9).

Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero (Ap. 6:16).

Él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre (Ap. 14:10 y 11).

Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios (Ap. 14:19).

Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los
siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios (Ap. 15:7).

Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios (Ap. 16:1).

Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso (Ap. 19:15).

A menudo oímos decir que sería improbable, si no imposible, que un Dios de amor sostuviese un infierno eterno. La ira de Dios, dicen ellos, es incompatible con Su misericordia.

Aquellos que mantienen esta noción extraña, deben considerar algunas verdades. Pero eso lo veremos en el próximo programa, porque el tiempo se ha acabado. ¡Hasta entonces y qué Dios les bendiga!

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