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Continuamos hablando con la Psicóloga Jenny Kerikian sobre las emociones saludables. Aprendemos sobre las fuentes del dolor: experiencias traumáticas, relaciones dolorosas, carencias y pecado, y contemplamos el lugar que ocupa la culpa en el proceso de sanidad. Jenny nos cuenta sobre los pilares de la restauración de nuestro pasado, basándonos en la Biblia: ser perdonados y perdonar. ¡No te pierdas de esta segunda parte de la entrevista!


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EA0980 – Entre Amigas –
Emociones saludables – Parte 2



Entrevista a Jenny Kerikian

Victoria: Bienvenidas, amigas, nuevamente a este espacio de la entrevista con la Psicóloga Jenny Kerikian, quien nos está hablando de las emociones saludables. En el programa anterior escuchábamos sobre las tres dimensiones de las emociones saludables y sobre los llamados cinco nudos para poder restaurarse. Hoy vamos a estar hablando de los pilares de la restauración, pero antes me gustaría preguntarte algo, Jenny, sobre lo que hablamos en el programa pasado: ¿Cuánto tiene que ver la culpa con tener esas emociones saludables de las que estuvimos hablando?

Jenny: En realidad la culpa lo que hace es ocupar un lugar de estorbo en lo que tiene que ver con la sanidad.

Victoria: Muchas veces las personas no quieren hablar del pasado justamente por la culpa, más allá de que puede ser que se tenga culpa o que no.

Jenny: Bueno, justamente, acabás de responder la pregunta. Vos dijiste que muchas veces, por esa culpa, no se soluciona el pasado o no se quiere abordar. Es por eso por lo que para mí, en ese sentido, la cupa ocupa un lugar de estorbo, porque lo que hace es ponerle una traba a aquello que nos hizo daño y que por la culpa que tenemos no lo podemos solucionar. ¿Qué formas tenemos de poder menguar esa culpa? Teniendo en cuenta que puede ser que hayamos sido culpables o no de esa situación, si mi objetivo es poder alcanzar una sanidad por completo entonces tengo que abordar, enfrentar esa culpa y poder decir: “bueno, esto me está estorbando para alcanzar mi objetivo, para ser sano interiormente”. Hasta ahora la culpa lo que hizo fue paralizar, así como lo puede hacer el miedo o la vergüenza. Hasta ahora entorpeció mi objetivo, por lo tanto lo tengo que dejar de lado.

Muchas veces, cuando no podemos solos y nos inundan estos pensamientos que no son positivos y que no cooperan en nuestro bienestar, lo que podemos hacer es pedir esa ayuda divina, esa ayuda que viene solamente de Dios. Debemos reconocer que por medio de nuestras fuerzas nosotros no podemos llegar a nuestro objetivo, pero sin duda que con las fuerzas que vienen del cielo sí es posible. Así que ante esta pregunta sobre la culpa, que puede ser la pregunta de muchos de los que nos están escuchando, yo te invito a que puedas dejar de lado la culpa, la vergüenza, el miedo, lo que sea, y que si solo no podés, le pidas ayuda a aquel que todo lo puede, a este Dios que nos ayuda en todas las cosas.

Victoria: Ahora sí, hablemos de las fuentes del dolor.

Jenny: Cuando hablamos del pasado hablamos de que tenemos que empezar a desatar los nudos que nos causan dolor para poder restaurar nuestro pasado. Pero también es cierto que en nuestro pasado hay situaciones a las que denominamos estas fuentes de dolor. No son fuentes de vida ni de agua pura, sino que son fuentes de dolor. ¿Qué es la fuente de dolor? El lugar en donde se originaron estas situaciones dolorosas que estuvimos viviendo en el pasado. Vamos a estar hablando de cuatro de estas situaciones.

La primera de estas situaciones son las experiencias traumáticas de la vida. Las experiencias traumáticas de la vida son todas aquellas experiencias que dejaron en nosotros una marca, un trauma. Nos dejaron una señal. Estas experiencias traumáticas pueden ser pérdidas de seres queridos cercanos, accidentes, situaciones que provocan gran temor, o eventos que amenazan el bienestar. Como consecuencia, nos vemos afectados en nuestra estructura mental y en nuestra vida emocional. Esto significa que somos expuestos de manera directa o indirecta a estas situaciones o a estas experiencias traumáticas. ¿Por qué hablo de manera directa o indirecta? Pensando por ejemplo en la niñez, todo lo que un niño pequeño, lo que un infante menor de cuatro años vive dentro de su entorno, lo vive como algo propio. Por eso hay que tener cuidado con lo que nuestros niños vivencian porque todo lo que nosotros, como adultos, estamos experimentando, el niño menor lo experimenta como algo propio. Acá abro un paréntesis y le hablo a los papás, a las mamás, a los cuidadores que tal vez nos están escuchando: debemos prestar mucha atención para que estas experiencias que tienen que ver con lo traumático no causen en nuestros niños la sensación de que hayan sido propias. No es que lo vivió solamente el niño, porque el adulto lo vive en carne propia, pero el niño, cuando lo ve desde otra persona referente, también lo vive como una experiencia traumática desde lo personal, y eso puede dejar una marca en su crecimiento. Esta, entonces, es una fuente de dolor, todas las experiencias traumáticas que podamos haber tenido en la vida. Tal vez quienes nos están escuchando se sienten identificados, tuvieron alguna experiencia que no pasó desapercibida. Algo para aclarar es que, la persona que vivió una de estas experiencias que mencioné anteriormente, como la pérdida de un ser querido o un accidente, no necesariamente tiene que haber tenido un trauma en su vida. Las experiencias traumáticas son aquellas experiencias que dejaron una secuela, una marca de la cual no nos podemos despegar, quedamos atados a esa experiencia y eso es lo que nos puede estar causando un dolor. Tal vez tuviste un accidente que no dejó una marca, entonces no lo podemos denominar una experiencia traumática.

Otra situación fuente de dolor pueden ser las relaciones dolorosas. Hablamos de infidelidad, abandono, rechazo, traición, maltratos, abusos físicos, abusos sexuales o abusos emocionales. Cuando alguien es significativo para mí, cuando alguien me importa y tiene alguna reacción como las que nombramos anteriormente, eso nos causa dolor. Cuando no me importa la otra persona, no tiene un grado de confianza conmigo o no hay una relación, ahí no hay una relación dolorosa, porque no hay un grado de afectividad con esa persona. No es lo mismo que nos enteremos del accidente de un vecino con el cual conversábamos todas las mañanas, a que nos enteremos de que el vecino con quien nunca tuvimos relación tuvo un accidente. ¿Por qué? Porque hay una relación emocional, hay una ligación desde lo afectivo con esa otra persona. Entonces, las relaciones dolorosas se dan cuando yo tengo una relación significativa, cuando tengo una relación, no de dependencia enfermiza, sino de dependencia emocional con esa otra persona. Esto también puede ser una fuente de dolor en nuestro pasado. Cuando hablábamos de los nudos y de tomar conciencia en el programa anterior decíamos que muchas veces lo que hacemos es anular estas experiencias en nuestra mente. Por eso la importancia de tomar conciencia. ¿Qué fue lo que me pasó? ¿Yo sufrí un abandono? ¿Sufrí rechazo, traición, infidelidad, abuso? ¿Qué fue lo que me marcó? Es importante poder tomar conciencia de eso y no taparlo, no ponerle un tapón pensando que yo voy a estar mejor si no lo recuerdo. Sin duda que uno va a estar mejor si hace el proceso de sanidad.

Las carencias pueden ser otra fuente de dolor. Cuando hablamos de carencias no hablamos solo de carencias materiales, porque es lo que a uno le viene en seguida a la mente, el hecho de la desprotección, de que no haya habido alimento en la casa o que las situaciones de vivienda no hayan sido las más favorables. Cuando hablamos de carencia hablamos de estas, sí, de las carencias materiales, pero también hablamos de carencias físicas como los complejos, los sentimientos de inferioridad, la autoimagen distorsionada o la discapacidad para relacionarse con los demás. También hay carencias afectivas que traen como consecuencia inseguridades, inconstancias, una autoestima pobre, una falta de capacidad para amar y para ser amado en forma sana. Tal vez estas carencias tengan que ver también con el pecado en nuestra vida. Muchas veces, cuando no actuamos de la manera en la que a Dios le agrada, este pecado, estas cosas que nosotros podemos decir, hacer o pensar que no están acordes al plan de Dios para nuestra vida, tal vez también pueden ser una carencia en nuestra vida que nos traiga sufrimiento.

Entonces quizás quienes nos están escuchando se sienten identificados con estas fuentes de dolor, con lo que tiene que ver con las experiencias traumáticas del pasado, tal vez con relaciones dolorosas, relaciones rotas, tal vez con carencias que hayan tenido en su infancia o en este momento, porque hay muchos matrimonios que viven de forma carente en lo que tiene que ver con sus emociones y con sus relaciones también. La otra carencia que la nombramos en las fuentes de dolor es el pecado, porque puede ser una fuente de dolor específica en sí. El vivir en forma constante habiendo elegido pecar todo el tiempo puede ser una de las fuentes que hoy esté causando dolor. No podemos ignorar que a lo que nos lleva el pecado realmente, a lo que nos lleva el pecado consecuente, consciente, intencional, es a que nosotros tengamos realmente un gran dolor en nuestra vida y que nos vayamos consumiendo de a poquito. Por eso, a quienes nos están escuchando, les invito a que puedan identificar cuáles son sus fuentes de dolor, para entonces poder actuar en base a eso y poder buscar una sanidad.

Victoria: Jenny, ¿Cuáles serían los que llamarías tú los pilares de restauración para la sanidad del pasado?

Jenny: Bueno, estos dos pilares claramente están en la Biblia. Están en el libro de Mateo presentados en lo que Jesús nos dejó como la oración modelo del Padre Nuestro. Los dos pilares para la restauración de nuestro pasado son entonces ser perdonados y perdonar, porque en esto está la base de poder sanar en forma profunda nuestro pasado. El mayor perdón que podemos recibir es el ser perdonados por Jesucristo, reconociendo su sacrificio en la cruz, su muerte, su resurrección y, cuando somos sus hijos, recibiendo el derecho a la vida eterna. Para poder ser perdonados por Cristo tenemos que creer, debemos tener fe. ¿Qué es la fe? Es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. No podemos palparlo, no podemos tocarlo, pero sí podemos tener fe en Jesucristo, en su sacrificio en la cruz, en su muerte y en su resurrección. Con una oración de fe podemos ser perdonados por el Señor Jesucristo. ¿Qué podemos decirle en esta oración de fe? Que creemos en él, que creemos en su sacrificio en la cruz, que creemos en su resurrección y que reconocemos que nos ama, que todo lo que hizo fue por amor. En esa oración en la que le pedimos perdón a Dios por nuestros pecados, podemos recibir su perdón y de esa forma poder ser llamados hijos de Dios, como lo dice la Biblia. Entonces el primer pilar es ser perdonados, ser perdonados por Cristo.

El segundo pilar depende de nosotros, depende de perdonar. Porque estas situaciones del pasado, si bien tienen que ver con otros y si bien tal vez necesitemos el pedido de perdón de otra persona, son una decisión personal. El poder perdonar, el poder perdonar esas fuentes de dolor, esos traumas que nos quedaron, esas carencias, esas situaciones dolorosas que tuvimos que vivir, es una decisión que tenemos que tomar nosotros. Debemos poder perdonar desde nosotros mismos a aquella persona, aquella situación, aquel pensamiento. El perdón nos va a traer sanidad. Entonces, los dos pilares de los cuales hablamos para poder restaurar nuestro pasado son el ser perdonados por Cristo y el perdonar nosotros a aquellos que nos causaron un dolor, nos causaron un trauma, nos causaron una situación que hasta el momento nos estuvo trayendo dificultades y esta falta de sanidad.

Victoria: Sí, además la falta de perdón también se vuelve una carga, una mochila pesada para uno mismo, ¿verdad?

Jenny: Sin duda que sí, los mayores perjudicados cuando no perdonamos somos nosotros mismos. Tal vez la otra persona, a quien no perdonamos, ni siquiera se enteró de que en nuestra vida hay una raíz amarga, triste, de falta de perdón, y nosotros cargamos con eso. Por eso es una decisión personal el hecho de decidir perdonar. Muchas veces no podemos porque el dolor causado es muy grande. Ante esto podemos pedir ayuda para poder mitigar ese dolor, para poder entender y para poder fortalecer nuestros propios recursos personales y poder perdonar después de un tiempo de hablar, de desahogarme, de entender determinadas situaciones. El perdonar nos hace libres, sin duda que nos hace libres.

Victoria: Bueno, esperamos que lo que estuvimos viendo hoy sirva para poner en práctica. Muchas gracias, Jenny, por tu tiempo, y muchas gracias a ustedes, amigas, por estar con nosotras. Las invitamos a que nos sigan escuchando en el próximo programa y que no se pierdan la tercera parte de esta entrevista con la Psicóloga Jenny Kerikian. ¡Hasta la próxima!

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