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Autor: Esteban Beitze

Hubo un momento en la vida de Elías que él decidió acudir a la presencia de Dios. Se daba cuenta que sin Dios estaba perdido. La Palabra de Dios es bien clara en cuanto a las opciones que tiene cada persona. Jesucristo mismo nos dijo que había dos y sólo dos caminos para todo ser humano.

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PE2781- Estudio Bíblico
Elías: Características del profeta Elías (2ª parte)



Características del profeta Elías

¿Qué tal queridos hermanos? En el programa pasado habíamos hecho la introducción a lo que es el ministerio de Elías. Era una situación realmente catastrófica dentro del pueblo de Israel. Oscuridad, inestabilidad política, idolatría, y la inmoralidad más tremenda que uno se pueda imaginar con la adoración de Baal y de Asera. Ahora, ¿Qué hace Dios en una situación así? En medio de esta oscuridad espiritual y degradación moral, apareció en la escena de la vida pública con repentino dramatismo un testigo de Dios, solitario pero sorprendente. El profeta más ilustre, fue levantado durante el reinado del más impío de los reyes de Israel.

Esto me hace pensar en un par de aspectos que podemos aplicar también a nosotros hoy en día, que vivimos una situación muy similar. En primer lugar, Dios trae luz en la oscuridad. En la mayor oscuridad, Dios siempre se encarga de que exista una luz. Podemos señalar dos pasajes entre muchos. Por ejemplo, Isaías 9:2 nos dice: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. O en Romanos 5:20b, el apóstol Pablo decía “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Entonces Dios trae luz a la oscuridad.

En segundo lugar, Dios levanta luminarias en medio de la apostasía. Aún en el mayor alejamiento de Dios siempre se encontró un remanente fiel como dice luego en 1 Reyes 19:18: “Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron”. Entonces Dios levanta luminarias aún en medio de la apostasía.

Y, en tercer lugar, Dios busca a fieles cuando las tinieblas avanzan. Y ahí quiero hacer un énfasis especial. Cuando la infidelidad a Dios está en auge, Dios busca a alguien que le sea fiel y así es introducido el personaje central de nuestro estudio. En 1 Reyes 17:1 encontramos la primera referencia a él. Allí dice: “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”.  Creo que podemos comparar plenamente el tiempo de Elías con nuestro tiempo. Habíamos hablado acerca de inestabilidad política en Israel, es decir, muchos reyes en poco tiempo. Cuando uno se informa un poco lo que está pasando en el mundo político de nuestros países podemos observar corrupción, engaño, acusaciones falsas, eliminación de oponentes políticos de diferentes formas, alianzas desesperadas para mantener puestos, y muchas cosas más. Inestabilidad.

En el ámbito religioso o espiritual, había un desvarío completo y sobre todas las cosas, una total falta de temor a Dios. No tengo que abundar en detalles, esta es la realidad que estamos viviendo hoy en el mundo. En cuanto a lo moral, ya vimos que la inmoralidad estaba en su plenitud. ¿No es exactamente lo que vemos en nuestros días y a nuestro alrededor? Pero por esto mismo, Dios quiere que exista una luz, y hay un remanente fiel y Él quiere levantar siervos y siervas fieles a Él. La gran pregunta es si nos va a encontrar a nosotros. ¿Me podrá usar a mí? ¿Te podrá encontrar a ti siendo un faro, una luz en la oscuridad? Ahora, ¿Cuáles son las características de una persona que Dios puede usar en medio de la apostasía? Lo veremos en la historia de Elías. Veremos muchos detalles pero simplemente quisiera destacar dos para empezar.

Vemos allí a un hombre que estaba cerca de Dios, En Israel había un hombre que era diferente a los demás. Un hombre que cultivaba la cercanía con Dios y que estaba dispuesto a ser usado por el Señor para acercar el pueblo perdido a Dios. ¿Cuáles fueron las características? En primer lugar, conocía a Dios. Allí dijo el profeta: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy…” (17:1). Llama la atención que, dentro de las primeras palabras de Elías frente al rey, se encuentra el testimonio personal de una profunda relación con Dios. Decía: “en cuya presencia estoy”.

Hubo un momento en la vida de Elías que él decidió acudir a la presencia de Dios. Se daba cuenta que sin Dios estaba perdido. La Palabra de Dios es bien clara en cuanto a las opciones que tiene cada persona. Jesucristo mismo nos dijo que había dos y sólo dos caminos para todo ser humano que se encuentra en la tierra: uno es el camino llamado ancho, por el cual va mucha gente, pero cuyo fin es la condenación eterna. Es un camino donde puedes hacer lo que quieras, seguir todos tus deseos, actuar como si Dios no existiera. Pero ten presente que es el camino que te lleva al infierno. Pero gracias a Dios existe otro camino llamado angosto. Por él van pocos, pero lo importante es que llegan al cielo, a la presencia de Dios. ¡Este camino es Jesucristo!

Él dijo de Sí mismo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn.14:6). Dijo también: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” (Jn.10:9). En otras palabras, para poder estar con Dios como estuvo Elías tienes que haber entrado por la puerta que es Cristo, y caminar por el camino que también es Cristo. Si todavía no has tomado esta decisión, la tienes que tomar sin más dilación. No sabes si mañana todavía tendrás tiempo para hacerlo; no sabes si mañana todavía estarás vivo. Por eso acepta a Jesucristo como tu salvador. Reconoce y arrepiéntete de tus pecados, y cree en aquel que murió en la cruz también para salvarte a ti.

Ahora, ¿qué más vemos en Elías? No solo que en algún momento conoció a Dios, sino que cultivó la comunión con Dios. Elías tenía comunión profunda con el Señor. Era un hombre que oraba a Dios. Seguramente Satanás le susurraba al oído: “No puedes hacer nada frente a esta situación, esto está mal y ya está”. Además, como sencillo hombre de las montañas de Galaad, ¿quién le iba a hacer caso? Pero había una cosa que podía hacer: orar. En Santiago 5:17,18 se nos revela un hombre de oración: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”.

Santiago quiere resaltar aquí que Elías, aun siendo un hombre igual que cualquiera de nosotros, pecador, sometido a las mismas miserias espirituales que nosotros, sin embargo, oró, con una fe tan grande y fervorosa, que pudo cerrar y luego abrir otra vez el cielo para lluvia. Un poder tal sobre la naturaleza inanimada supone que, tras de la oración, se oculta una fuerza milagrosa, procedente de Dios.

El profeta dijo: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy…” (17:1). Llama la atención que, dentro de las primeras palabras de Elías frente al rey, se encuentra el testimonio personal de una profunda relación con Dios: “en cuya presencia estoy”. El verbo “estoy” aquí en el original se encuentra en tiempo perfecto y voz activa, lo que significa que se realiza en plenitud en el momento y va aumentando de forma progresiva. Es indiscutible que la práctica de la oración no era algo esporádico, sino “oraba sin cesar” dado que “vivía en la presencia de Dios”.

Elías oró porque reconocía su propia impotencia y necesidad. Oró porque conocía a un Dios todopoderoso capaz de cualquier cosa. Oró porque su confianza estaba puesta íntegramente en Dios. Quizás la situación alrededor tuyo también es como la de Elías, y tal vez te preguntas quién eres para cambiar algo. Pero si oras, El Todopoderoso empezará a actuar.

Pero déjenme añadirle una parte más en cuanto a su comunión con Dios. Él también conocía la Palabra de Dios, se aferraba a la Palabra de Dios. Elías era un conocedor de la Palabra de Dios. Pero no sólo la conocía, sino que también vivía de acuerdo con ella. Su oración fue contestada, porque oraba según la voluntad de Dios. Ahora, ¿cómo podemos afirmar esto? Dios mismo había advertido a Su pueblo que, si lo dejaba y se iba tras otros dioses, el hambre sería la forma más severa de castigo que había de enviar (Dt.11:16,17; 28:22,23 y 1R.8:35). Por lo cual Elías oró basándose en la Palabra de Dios y ya no cayó lluvia ni rocío sobre la tierra.

Entonces vemos a un hombre que vivía cerca de Dios, en comunión profunda con Dios, y esto se manifestaba en el amor, conocimiento y aplicación de la Palabra de Dios y la oración. Y esta es la forma en la que debemos actuar en un mundo lleno de oscuridad. ¿Te dejarás usar así? ¿Vas a actuar de esta forma? Entonces serás de una gran luz para la gloria de Dios. Que Dios nos ayude a todos en ello. Amén.

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