El Plan de Cristo para la Iglesia – V (1ª parte)

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Autor: William MacDonald

La asamblea en el Nuevo Testamento, un tema que está muy en el corazón de Dios y ciertamente es de suma importancia para el Señor Jesucristo. También son importantes los temas a tratar en este programa y los tres siguientes: Bautismo, Cena del Señor, Adoración, y Oración. Cuatro pilares en la vida de la Iglesia.


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PE2307 – Estudio Bíblico
El Plan de Cristo para la Iglesia – V (1ª parte)



¿Cómo están amigos? ¡Les saludo cordialmente en el nombre de nuestro amado Señor Jesucristo!

Comenzamos leyendo Romanos 6:1 al 7: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
De ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”.

El Bautismo, entonces, es el tema que comenzamos a tratar.

El bautismo fue instituido por el Señor Jesús cuando dio la Gran Comisión a sus discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

El bautismo fue instituido en los evangelios, y practicado en el libro de Hechos. A lo largo de todo el libro de Hechos vemos que quienes confiaron en el Señor Jesús se bautizaron en Su nombre.

Y entonces el bautismo se expandió a las epístolas. Aquí tenemos la explicación espiritual y escritural del bautismo, y lo que significa. Me gusta usar tres palabras que comienzan con las letras ‘L’ ‘E’ ‘C’.

El bautismo significa Lealtad. Es una confesión de lealtad al Señor Jesús. Cuando juramos lealtad a la bandera, le juramos fidelidad a la república que representa. Cuando usted se bautiza, está tomando un lugar público, confesando su lealtad a Jesucristo, diciendo: “Pertenezco a Cristo, y Cristo me pertenece”.

El bautismo es un Entierro. Leemos eso en Romanos 6. Si hemos sido plantados en la semejanza de Su muerte, también lo seremos en la de Su resurrección. Refleja la muerte del viejo hombre. Refleja la muerte de la vieja naturaleza. Ahora somos nuevas criaturas en Cristo Jesús y, por lo menos analógicamente, el viejo hombre ha sido enterrado. Cuando el Señor Jesús murió en el Calvario, murió no sólo como mi sustituto, murió como mi representante. No sólo murió por mí, murió como si fuera yo. Cuando Él murió, yo morí en Él. Cuando fue enterrado, yo fui enterrado con Él. Cuando resucitó, yo resucité con Él también.

El bautismo es Compromiso. Es un compromiso a caminar en novedad de vida. No se trata de un ritual de inmersión en el agua. Es una declaración pública que dice: “Por la gracia y poder de Dios, procuro vivir una nueva vida, de compromiso con Jesucristo como mi Señor y Salvador”. Esto es muy importante.

Muchas personas piensan que cuando se bautizan, es como si hubieran cruzado la meta final y con eso se acaba todo. Pero en realidad no es el fin de algo. Es el comienzo de algo. No es suficiente con ser bautizado en agua. Deberíamos avanzar y vivir una vida de bautizados. Así que nuestro bautismo debería ser un asunto diario. Debería ser algo constante desde el día que tomamos nuestro lugar con Cristo en las aguas del bautismo.
Ahora seguimos adelante, viviendo como aquéllos que murieron con Cristo, quienes murieron al pecado como su “amo”.

¿Se dio cuenta de que uno de los versículos del capítulo 6 dice: “porque el que muere queda liberado del pecado”?, (así dice la Nueva Versión Internacional) Aquí surge la pregunta: ¿Liberado del pecado? Yo peco cada día, en pensamiento, palabra, o hechos. Puede ayudarnos a entender un versículo como éste, escribir en nuestras Biblias, liberado del pecado “como amo”. Eso es lo que significa. Y luego lo sigue explicando el resto del capítulo.

El pecado ya no tiene dominio sobre los hijos de Dios. El pecado no debería dominarnos, pues nosotros ya no estamos bajo la ley. Estamos bajo la gracia. Cuando un hombre está bajo la ley, vive en un estado de atadura. Pero cuando está bajo la gracia, vive en un estado de libertad. Puede hacer lo que quiere, porque lo que quiere hacer es lo que Cristo quiere que haga. Ésa es la voluntad de Dios. Es lo más agradable de hacer para la nueva naturaleza.

No piense que el ritual del bautismo en agua es el fin de algo. No es el fin. Es apenas el comienzo; donde usted se afirma ante el Señor Jesús, y luego sale y vive esa clase de vida; una vida que se aparta del pecado y del mundo para ser una vida consagrada a Dios.

El bautismo es muy importante. No tiene que bautizarse para ser salvo. Pero tiene que bautizarse para ser obediente. Si usted es salvo por la gracia de Dios, y se ha resistido al bautismo o ha rechazado bautizarse, quedará sin bautizar por el resto de la eternidad, ya que no hay bautisterios en el cielo. Usted puede ir al cielo por los méritos de Cristo sin estar bautizado, pero nuevamente le digo, quedará sin bautizar por toda la eternidad. No podrá bautizarse en la eternidad. Es una de esas cosas maravillosas que puede hacer aquí para complacer el corazón de Cristo.

Cuando usted confía en Cristo como Salvador, el diablo no tiene por qué verlo necesariamente. El diablo no es omnisciente. No es omnipresente, ni omnipotente. Él no conoce todas las cosas que acontecen. Pero cuando usted se bautiza, él lo sabe, porque puede verlo. Es un acto abierto al público. Y es por eso que en muchas culturas y naciones del mundo hoy en día, en países donde otras religiones son más influyentes, usted puede confiar en Cristo y no sufrir persecución. Pero, en el momento en que se bautiza, la persecución comienza. Y a menudo culmina con la muerte. Incluso en nuestros países, los padres de algunos chicos que se han convertido les dicen que deben irse de sus casas si se bautizan. También existe esa cierta medida de persecución en nuestros países. Existe ese tipo de intolerancia contra el cristianismo.

Así que cuando piense en el bautismo, piense en estas tres letras: ‘L’ ‘E’ ‘C’, Lealtad, Entierro, y Compromiso, con el Señor Jesucristo.

Pasamos ahora al segundo punto de este tema: La Cena del Señor.

El otro mandamiento de la Iglesia Cristiana es la Cena del Señor. Este es un hecho central de la adoración de la Iglesia. Fue instituida por el Señor en Lucas 22. En la noche en la cual Él fue traicionado, reunió a los discípulos. Celebraron la última Pascua, y entonces Él instituyó la Cena del Señor. Tomó el pan como emblema de Su cuerpo, el cual sería entregado en la cruz del Calvario. Tomó la copa que contenía el vino, símbolo de la sangre que derramaría por usted y por mí.

Me reprendo a mí mismo por poder decir esto y no asombrarme, no sobresaltarme, no quedar anonadado. Asombrosamente, Cristo, Dios manifestado en carne, fue a la cruz, dio Su cuerpo y derramó Su vida por usted y por mí. Para ponerlo en una forma más sobresaliente, su Dios murió por usted. Y debido a que no podemos familiarizarnos con esto, podemos seguir nuestra rutina común y corriente en la vida. Si esa verdad se apoderara de nosotros, nuestras vidas no volverían a ser las mismas.

Pablo, hablando a los ancianos de Éfeso, en el capítulo 20, versículo 28, de su carta a ellos, dice: “… para apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre”. Creo que ese versículo en la Biblia nos sacude, provocando una conciencia de lo que realmente sucedió en el Calvario. “Apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre”. ¿Cuál sangre? La sangre de Dios.

Uno de mis himnos favoritos en la fe cristiana es el que comencé a citar previamente, por Charles Wesley: “¿Y cómo es posible que yo ganara el interés de la sangre del Salvador? Él murió por mí, quien causó su dolor, por mí, que lo perseguí hasta la muerte. ¡Asombroso amor! ¿Cómo es posible que Tú, mi Dios, murieras por mí?” Lo cantamos, pero no nos damos cuenta de lo que cantamos.

Ha habido personas que murieron por su dios, pero nunca antes o desde entonces un dios murió por su pueblo. Esto es lo que sucedió en el Calvario. Y Él nos pide que nos reunamos y lo recordemos a través del partimiento del pan y del beber de la copa, como el Señor lo instituyó en Lucas, y se practicó en el libro de Hechos (capítulo 20, versículo 7). Pablo está viajando. Él sabía dónde ir – donde habrían de recordar al Señor.

Y por supuesto, la Cena del Señor se explica en las epístolas. Por ejemplo, en 1 Corintios 11:26: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”. Una vez más, no se trata de un ritual que cumplimos y luego le ponemos fin. Cuando nos reunimos para partir el pan, lo escuchamos decirnos a través de Su Palabra: “Éste es mi cuerpo, entregado por ti”. Sería una falta de respeto total salir del partimiento del pan, sin mirar hacia lo alto y decir: “Señor, éste es mi cuerpo, entregado a Ti”. Es la única respuesta adecuada que podemos dar a un amor tan asombroso, tan divino. Y, sin embargo, nos retraemos. Vivimos nuestras pequeñas vidas en la forma en que pensamos que deberían vivirse, y fracasamos en lo que respecta a Su voluntad para las mismas.

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