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Autor: Esteban Beitze

Del ejemplo de Eliseo aprendemos cuál es nuestra responsabilidad frente a la venida de Cristo, que es inminente. Vimos la responsabilidad hacia uno mismo, respecto a lo personal. Pero el hecho que la venida del Señor debe estar cerca también nos hace resaltar una enorme responsabilidad frente al prójimo.


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PE2909 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (6ª parte)



Estamos analizando la influencia del ejemplo de la vida de Elías sobre la de Eliseo. Elías había sido un profeta que vivía en función de lo eterno y Dios lo recompensó con el hecho de no tener que pasar por la muerte, sino ser arrebatado. Su vida fue una vivida en función de la eternidad y su presencia con el Señor. Esto también debería ser un ejemplo para nosotros, los creyentes hoy en día, teniendo en cuenta el inminente regreso del Señor.

Estamos analizando diferentes actitudes que tuvo Elías y que luego vemos reflejadas en la vida de su discípulo Eliseo. En relación a ello, ya vimos varias actitudes personales que deben marcar la vida del creyente que espera al Señor como ser: la santidad, el amor por la Palabra de Dios y una vida de oración.

D. Comunión

Ahora seguimos con otro aspecto destacado de Elías – su anhelo de comunión con personas piadosas. Elías lamentaba profundamente haber quedado sólo en su fidelidad a Dios (1R.19:10). Él anhelaba comunión. Luego, en la vida de Eliseo, observamos una y otra vez cómo buscaba la comunión con personas espirituales. El tomo en cuenta el ejemplo de Elías, teniendo en cuenta cuán rápido podía ser su paso a la eternidad. Frente a la realidad de la pronta venida de Cristo, la búsqueda de la comunión con los demás hermanos debería ser una constante.

¡Cuántas veces ya escuché: “estoy mejor en casa! Allí leo la Biblia y oro. En la iglesia sólo tengo problemas y vuelvo peor de lo que fui”. Puede que tenga razón en alguna parte, pero si recibimos bendición o no, depende en gran manera de la actitud con la cual vamos a la reunión y buscamos escuchar de Dios y la comunión con los hermanos. Yo necesito de ellos y ellos de mí. Pareciera que, a medida que se acerca la venida del Señor, son más los creyentes que abandonan las iglesias o se convierten en creyentes golondrinas. Apenas cambia la estación buscan otra iglesia. Pero la seriedad de la conocida exhortación de Hebreos 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”, también se encuentra asociada porque sigue diciendo “que aquel día se acerca”. ¡No hay excusa!

E. Firmeza frente al engaño

Otro ejemplo que dejó Elías tanto para Eliseo como para nosotros hoy es que se plantó firme frente al pecado, a los centenares de profetas de Baal y enfrentó su engaño (1R.18:19-40). Y lo mismo vemos hacer a Eliseo.

El creyente que espera al Señor también tiene que estar firme. Continuamente surgen olas de engaño, cosas novedosas, características de la Nueva Era y hasta superstición dentro del ámbito evangélico. Por esto Pablo advierte en 2ª Tesalonicenses 2:1,2  “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar”. Para estar firme, otra vez, necesitamos la presencia de la Palabra en nuestra vida.

F. Permanencia y consolación en las pruebas

Las pruebas eran una situación permanente en la vida de Elías y Eliseo también las sufrió. Pero aprendió a fijarse en el omnipotente Dios con sus siervos invisibles. Aunque Elías en un momento desfalleció, cobró nuevas fuerzas en la presencia del Señor.

En cuanto a nosotros, como dice Pedro, las pruebas son necesarias para purificar nuestra vida y prepararnos para la venida del Señor: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1Pe 1: 6,7).

En medio de cualquier prueba y aún frente a la muerte de un ser querido o incluso la propia, la venida de Cristo y con ello, la resurrección corporal de los creyentes en Cristo, servirá de profundo aliciente y consuelo como dice Pablo a los tesalonicenses (1Ts 4:13-18).

Vimos la responsabilidad hacia uno mismo, respecto a lo personal. Pero el hecho que la venida del Señor debe estar cerca también nos hace resaltar una enorme responsabilidad frente al prójimo.

2. RESPONSABILIDAD FRENTE AL PROJIMO

En primer lugar, quisiera señalar:

A. Amor al prójimo

Elías se destacó por una profunda preocupación por su pueblo descarriado, que por eso sufría el juicio de Dios. Hizo todo para revertir esta situación (1R.18). Y lo mismo podemos observar luego en el ministerio de Eliseo, sea hacia individuos, familias, grupos de personas o el pueblo entero.

El amor es fundamental. Es que, una de las señales que demuestran la cercanía de la manifestación del Anticristo, es la falta crónica de amor al prójimo. Jesús lo había anticipado: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mat 24:12). O como dice Pablo, que algunas de las características de las personas de los tiempos finales es que serían (2Ti 3:2-4) “… amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios…”. La marca distintiva es el amor a uno mismo, egocéntrico y egoísta, que luego da lugar a todo el resto del desastre.

Las evidencias de esta realidad se observan por doquier: violencia familiar, abusos, violaciones, asesinatos, abortos, divorcios, etc. En muchos lugares hay 1 aborto por cada 2 nacimientos. En una revista especialista en ética en la medicina, dos autores proponían la idea que los recién nacidos todavía no se pueden considerar realmente personas. Por esta razón, los padres deberían tener el derecho de matarlos en los primeros días de vida. Su argumentación era que no había diferencia entre el feto y los bebés de días. En esto último estoy de acuerdo, por esto estoy en contra del aborto. Pero vemos el estado de perversión al cual se llega. Del aborto pasamos a la eutanasia y luego matamos aquellos que según nuestro criterio no son dignos de vivir. Me hace sentir terriblemente cerca del pensamiento nazi. Esto es nuestra sociedad hoy.

Pero incluso los creyentes no estamos exentos de la influencia de la falta de amor. Esto lo podemos observar en los matrimonios, familias y hasta en la división de iglesias. Ahora bien, frente a esta triste realidad, el creyente que espera al Señor tendría que marcar una clara diferencia.

A los filipenses 4:5 el apóstol anima diciendo: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca”. O como lo traduce la NVI: “Que su amabilidad sea evidente a todos.  El Señor está cerca”.

En un mundo marcado por el amor egocéntrico, sólo el amor “ágape” el amor sacrificial, de entrega, tendrá un profundo impacto. Y esto tanto más la venida de Cristo se acerque. ¿Queremos ganar almas? Demostremos amor. Vivamos el amor.

B. Predicación

En Elías tenemos un extraordinario ejemplo de un mensaje de arrepentimiento y regreso a Dios (1R.18:21). Muchas veces cruzo los imponentes puentes de Zárate – Brazo Largo entre las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos (Argentina). Imagínate que llego a la mitad de ese puente, y justo delante mío se cae toda una parte. Logro frenar a tiempo y así evito caer decenas de metros a la profundidad y al río. Si esto pasara, ¿qué haría? o más bien, ¿qué debería hacer? ¿No sería lógico, hacer todo para frenar a otros para que no se maten? ¿Ponerme en medio del puente advirtiendo del peligro?  

¿Y si pensamos en el futuro de aquellos que no tienen a Cristo? Una de las principales preocupaciones debería ser la de esas almas perdidas. Si el Señor viene pronto y ellos no creyeron, serán engañados por el anticristo y luego terminarán juzgados en el infierno. ¿Realmente tenemos presente este hecho? ¿Nos duele en el alma?

Cuando Jesús se iba al cielo, sus últimas palabras para los que estaban allí, demostrando que esto era más trascendente, más importante incluso que saber cuándo levantaría el reino, fue el hecho de ser “testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch 1:6-8). Y esta debería ser también nuestra actitud. ¿Lo hacemos hoy?

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