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Continuamos conversando con el Dr. Jorge Patpatian acerca de la disforia de género, en este caso acerca de la responsabilidad médica y qué conllevan los tratamientos actuales, como la hormonización u operaciones más complejas. ¿Cómo debemos enfrentarnos a esta realidad? ¿Cuáles son las consecuencias para estos niños y adolescentes?


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EA1040 – Entre Amigas –
Disforia de género (2ª parte)



Entrevista a Jorge Patpatian

Jorge: La disforia de género es un pensamiento confuso, pero depende de la vereda en donde te encuentres. Tenemos que reconocer que hay muchos puntos de vista sobre esto, pero básicamente lo podemos dividir en dos o en tres. El primer punto de vista es de la diversidad sexual, el punto de vista de que las teorías de la diversidad sexual expresan que los seres humanos no nos podemos dividir entre hombres y mujeres, que eso es un invento de la religión, de la cultura, de la educación formal, de la familia tradicional. Y en ese sentido tenemos que reconocer que hay familias diversas y diversas familias. Eso es un punto de vista ideológico, el cual yo no comparto, creo que sí, que somos diversos, pero la mayor diversidad humana es la diferenciación sexual que existe en la especie. Pero, por otro lado, existe una diversidad que yo no puedo negar, que tengo que ser consciente de ella, pero no a este nivel, como lo expresan las teorías de la diversidad y las teorías de género.

En ese sentido entonces, cuando nosotros vemos a un niño que está educándose de una manera, que quiere un trato preferencial en su vida hacia el otro sexo, donde nos damos cuenta de que sus juegos, sus juguetes, sus actitudes, la manera de vestirse, la manera de moverse, todo hace recordar una situación que se asemeja al sexo opuesto, porque él quiere pertenecer al otro sexo, entonces si vemos la respuesta de las teorías de género, de la diversidad sexual, vamos a ver que la respuesta es que hay que dejarlo así, hay que promover esa actitud, hay que estimular esta actitud, y todos los que giran alrededor del niño lo deben apoyar para que él continúe teniendo esa tendencia. Esto es muy peligroso, preocupante, porque nosotros sabemos que la disforia de género, es decir, aquella situación en la que un niño tiene la tendencia de ser una niña, o una niña tiene la tendencia de querer ser un varón, es, en la mayoría de los casos, transitorio. En la mayoría de los casos es reversible, y en el 95% de los varones que quisieron ser niñas en su niñez, a los 25 años hay una alineación a su sexo anatómico. Y más del 80% de las niñas que querían ser varones, a los 25 años van a ser heterosexuales, van a identificarse con su sexo anatómico, van a sentirse mujeres si son mujeres, van a sentirse hombres si son hombres.

Entonces, si nosotros vemos en la vereda de las teorías de género la posibilidad de que hay que estimularlos en estas situaciones, ¿qué es lo que va a ocurrir en ese niños? Cuando llegue a la pubertad vamos a empezar con tratamientos y lo vamos a marcar, lo vamos a etiquetar y vamos a hacer todo lo posible para darle rienda suelta a esa percepción que el niño tenía en la niñez. Ahora, esto trae sus consecuencias. Tenemos que pensar que esto no es fácil, son tratamientos prolongados, son costosos, son tratamientos que traen repercusiones médicas, biológicas, repercusiones patológicas, porque esto sí trae repercusiones patológicas, entonces tenemos que ver la mejor forma. Por eso en programas anteriores dijimos que la mejor actitud que puedo desearle a un padre es la actitud de espera. Que no se preocupe. Incluso yo me atrevo a decir que en principio no tenga una consulta profesional. Que espere. Que tenga un tiempo de esperar en el que ese niño pueda seguir desarrollando su vida, no estigmatizarlo, no etiquetarlo, no tratarlo como que tiene una patología, porque en realidad no la tiene, por lo menos en ese momento, no la tiene.

Victoria: Patpatian aborda con mucha altura las razones por las cuales esto ocurre:

Jorge: Hay fenómenos observables que no podemos negar. Después de la noche viene el día, es un fenómeno observable que vemos todos los días. Hay fenómenos que no podemos negar. Por ejemplo, las personas homosexuales tienen una frecuencia en sus antecedentes de dos a tres veces más de abusos sexuales. Es un fenómeno observable, es la evidencia. Yo no puedo decir que el abuso sexual te lleva a la homosexualidad, ni que el abuso sexual te lleva a la disforia de género. Claro que no. Eso sería incongruente de mi parte, sería demasiado osado decirlo. Pero lo que puedo decir es que uno ve la historia de algunas situaciones y se da cuenta de que el colectivo LGTBQ+, la formación del colectivo LGTBQ+, tiene más antecedentes de abuso sexual que el resto de la población. Ahora, ¿eso es la razón? No, yo no digo que es la razón. Hay fenómenos que son observables, pero hay situaciones que no podemos definir por qué un niño tiene esta tendencia de querer ser del otro sexo. Puede ser por curiosidad, hoy hay influencias ambientales muy grandes, el internet, por ejemplo. Hay páginas de internet que le enseñan a los adolescentes a cómo responder a los padres y cómo responder a los doctores, profesionales o psicólogos, cuando se les pregunta por qué quieren pertenecer a un sexo diferente al que nacieron. Hay toda una estimulación ideológica, una formación en la cual, en las páginas web mismas se les enseña a los adolescentes y niños a qué responder cuando se niegan a creer que su hijo tiene una transexualidad.

Entonces, frente a todo esto, nosotros reconocemos que hay una catequización de la ideología que está influyendo en una forma no satisfactoria en muchos casos, y voy a decir por qué, y me hago responsable de lo que estoy diciendo: poner a un niño en un tratamiento a los 9, 10, 11 años, darle bloqueadores hormonales porque decimos que pertenece a otro sexo, sin esperar, sin tener una conducta de por lo menos tener la certeza, de ver su aparato psíquico, a ver cómo está, porque yo me pregunto: Cuando hay una incongruencia entre el cuerpo y los sentimientos, ¿siempre está equivocado el cuerpo? ¿No estaré equivocado yo? ¿No podrá ser que la percepción que yo tenga acerca de mí mismo, de creer que soy una mujer, eso pueda estar equivocado, en lugar de pensar que nací en un cuerpo equivocado y que tengo que cambiar el cuerpo? Es decir, hoy como profesional yo no puedo hacer esas preguntas porque sería de mal oficio. Si lo mira la ideología, mirando los postulados de la ideología de género y de la diversidad sexual, que trato con mucho respeto porque son ideologías y tenemos que respetar, y permitime decir esto porque es importante, cuando hablamos de la transexualidad, el colectivo LGTBQ, no estamos hablando de las personas. Cualquiera puede tener la conducta que quiera mientras la ley lo permita, y yo soy el menos indicado para poner un dedo índice sobre esa persona y tildarlo de ciudadano o ciudadana de segunda categoría, ni mucho menos. No es mi intención. Pero uno puede reflexionar acerca de las ideas, porque esta es una confrontación ideológica en última instancia.

Si a mí como médico me dicen que cuando llega un adolescente le tengo que dar bloqueadores hormonales porque no quiere que le crezca el pene, no quiere que le salga la barba, no quiere que se le desarrollen los músculos, ese niño va a seguir siendo niño, pero la responsabilidad mía, como médico, es que yo le voy a producir esterilidad. Porque no van a crecer espermatozoides. Le voy a bajar el crecimiento óseo, porque al no haber testosterona voy a tener problemas en el crecimiento de ese niño. Voy a tener dificultades en el desarrollo. ¿Eso me exige a mí la medicina? ¿Que yo le de hormonas para frenar el desarrollo de un niño? ¿Puedo hacer eso? Yo antes me pregunto: ¿no estará equivocado su aparato psíquico? Debo tener antes una consulta, una conversación, ver cómo podemos esclarecer esta situación, cómo podemos llegar a un puerto en el cual no le estropeemos el cuerpo, no le estropeemos la biología, porque condenar a un muchacho a partir de los 15, 16 años, después de que le das bloqueadores hormonales él sigue diciendo que quiere ser niña, y empezar a darle estrógeno hasta los 40 años, todavía no sabemos cuáles son las consecuencias que en el futuro le va a proveer ese tratamiento prolongado de hormonización que nosotros llamamos hormonización cruzada.

Los efectos son tremendos, potencialmente dañinos. Alteraciones hormonales, alteraciones tumorales, alteraciones metabólicas, mayor predisposición a ser diabético, mayor predisposición a tener el colesterol alto, mayor predisposición a tener trombosis, mayor predisposición a tener tumores, infecciones, la lista es interminable. ¿Por qué? Porque le estoy dando algo antinatural. Entonces yo como médico no me puedo prestar a ese tipo de tratamiento, porque si no, como dije en una oportunidad, yo tengo el título acá, y si a mí me obligan a ser hormonización cruzada, lo hago, pero rompo el título. Rompo el título porque en la facultad de medicina nunca me dijeron que yo tengo que aplicar hormonas a una persona que nació, vive, y después de que muera va a seguir siendo del mismo sexo. Yo lo puedo cambiar desde el punto de vista estético, pero el sexo no se cambia. Que nadie se engañe, yo no puedo cambiar el sexo de nadie. Puedo vestirme como mujer, puedo hormonizarme, puedo hacerme una operación genital, todo lo que quieran, puedo hacer una vaginoplastia, pero sigo siendo un hombre. Y es no lo puedo cambiar. Entonces esto tiene sus límites, son peligrosos estos límites y debemos reflexionar con detenimiento acerca de todos estos temas.

Victoria: Por último, el médico nos cuenta sobre qué hacer y, con mucho cuidado, Jorge nos da una sugerencia como profesional.

Jorge: Tenemos que consultar con un profesional dependiendo del librito que tenga. ¿De qué lado está este profesional? Si está del lado de la biología y está consintiendo con esta forma de actuar, me va a llevar a una clínica de reasignación del sexo. Si vamos a otro profesional que tiene una actitud de espera, de atención, de indagar con un poco más de detalle, bueno, podemos salir y superar esta situación, y no necesariamente etiquetarlo con una disforia de género permanente, irreversible. Eso es tremendamente relativo, y no lo digo yo, lo dicen las estadísticas. Esos fenómenos observables de los que hablábamos son fenómenos que, después de la adolescencia revierten en la mayoría de los casos. Por eso tenemos que esperar, debemos tener una actitud mediana entre la agresiva, que le demos tratamiento, y la que niega totalmente la realidad. Vamos a esperar, vamos a tener esta actitud mediana. Si alguien tiene esta actitud de espera y un poco de escarbar la situación, la percepción del niño, ver su ambiente, ver sus antecedentes, consultemos con un profesional.

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