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Autor: William MacDonald

Un enfoque claro sobre algunas de las principales enseñanzas de la Biblia: ley y gracia, venidas de Cristo, Israel y la Iglesia, expiación, dos naturalezas, y más.


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PE2426- Estudio Bíblico
¿Cuál es la diferencia? (11ª parte)


 


Amigo, ¿qué tal? Hoy quisiera conversar con usted sobre algunos aspectos de las escrituras proféticas. Cuando nos enfrentamos con ellas, una de las claves más útiles para desarrollar un estudio, es darse cuenta de que hay profecías que tienen más de un cumplimiento. Es muy común hallar una predicción que presenta un cumplimiento preliminar, parcial y más tarde un cumplimiento total, definitivo. Esto se conoce con el nombre de “ley de doble referencia”. El ejemplo clásico es la profecía de Joel con respecto al derramamiento del Espíritu. Dice así en Joel 2:28-32: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo”.

Cuando Pedro citó este pasaje en el día de Pentecostés, registrado en Hechos 2:14-21, dijo: “Esto es lo dicho por el profeta Joel”. Pero él no podía querer decir que se trataba de un cumplimiento completo, puesto que muchas de las cosas que Joel mencionaba no tuvieron lugar en Pentecostés: el Espíritu no fue derramado sobre toda carne, sino solamente sobre tres mil judíos. No hubo maravillas en el cielo; el Sol no se volvió en tinieblas, ni la Luna en sangre. Tampoco tuvieron lugar todas las señales sobre la tierra; tales como la sangre y el fuego y las columnas de humo. Esto significa que Pentecostés constituyó un cumplimiento preliminar e incompleto de la profecía de Joel. Su cumplimiento total tendrá lugar en la Segunda Venida de Cristo. Su venida será precedida por los signos predichos y seguida por el derramamiento de Su Espíritu sobre toda carne en la tierra milenaria.

Otro ejemplo de la “ley de doble referencia” es el famoso pasaje “virginal” de Isaías 7:14: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Es evidente que la profecía tenía un significado inmediato para el Rey Acaz, esto es, que un niño nacería y sería llamado “Dios con nosotros”, implicando que la victoria se hallaba cercana. Antes de que el niño fuera lo suficiente mayor como para que pudiera discernir el bien del mal la alianza entre Israel y Siria sería rota, y al cabo de unos pocos años más el niño estaría viviendo de la grosura de la tierra. Pero el desarrollo completo del versículo vino con el nacimiento de Cristo; lo vemos en Mateo 1:22 y 23: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.

Aún otra ilustración de una profecía que tiene dos cumplimientos concierne a la destrucción de Jerusalén. Jesús predijo la desolación de la ciudad en Lucas 21:20-10. Es evidente que Sus palabras se cumplieron en 70 d.C., cuando Tito y sus legiones romanas saquearon la ciudad y arrasaron el Templo. Pero los males de Jerusalén todavía no han pasado. Es evidente en Apocalipsis 11:2 que los gentiles hollarán la santa ciudad durante cuarenta y dos meses durante el período de la Tribulación. El Salmo 2:1,2 se cita en Hechos 4:25,26 y dice así: “¿A qué fin se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo”. En Hechos 4:27 se aplican las palabras a la crucifixión de Cristo: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel”. Éste fue un cumplimiento preliminar y parcial de las palabras del salmista. Van a tener un cumplimiento definitivo al finalizar el período de la Tribulación cuando los gobernantes del mundo se unan en un inútil intento de impedir que Cristo tome las riendas del gobierno universal.

Un ejemplo final de la ley de doble referencia se puede hallar en profecías que tratan de la restauración de Israel (como Isaías, Jeremías y Ezequiel). Estas profecías tuvieron un cumplimiento solamente parcial cuando un remanente de los judíos retornó de la cautividad babilónica a Israel, tal como se describe en Esdras y en Nehemías. Pero el evento principal es todavía futuro. Todas las restauraciones del pasado han sido insignificantes. Como señalan varios pasajes, durante el tiempo de la angustia de Jacob, Dios llevará a Su pueblo escogido terrenal a Israel procedente de todas partes del mundo. Entonces, y solamente entonces, se cumplirán total y definitivamente las profecías.

Ahora amigo, siguiendo con la temática de las profecías, me gustaría aclararle a usted tres términos que se confunden frecuentemente. Estoy hablando de “el Día del Señor”, “el Día de Cristo”, “el Día de Dios”. Quizás esté de acuerdo conmigo en que todos son nombres muy similares entre sí; sin embargo, refieren a hechos bien diferenciados, que es importante que sepamos distinguir ya que se trata de nuestro futuro y el futuro de toda la humanidad.

En primer lugar, “el Día del Señor” hace referencia a un período de tiempo marcado por ciertas características. En el Antiguo Testamento “el Día del Señor” era utilizado para describir cualquier época de juicio, desolación y oscuridad. Era un tiempo en el que Dios marchaba en contra de los enemigos de Israel y los castigaba decisivamente, y era también toda ocasión en la que Dios castigaba a Su propio pueblo por su idolatría y apostasía. El Día del Señor hablaba principalmente de juicio sobre el pecado y de victoria de la causa del Señor. Por otro lado, en el Nuevo Testamento, “el Día del Señor” cubre aproximadamente el mismo período que “los tiempos y las sazones”, descriptas en Hechos 1:7 y 1 Tesalonicenses 5:1. Empieza después del Arrebatamiento e incluye: La tribulación, que vendrá inesperada e inevitablemente, con destrucción e imposibilidad de escapar. Es un período de aproximadamente siete años durante el cual Dios derramará Sus juicios sobre el judaísmo apóstata, el cristianismo apóstata, y las naciones gentiles. Estos juicios, en intensidad creciente, se ilustran en el libro de Apocalipsis bajo el símbolo de siete sellos, siete trompetas, y siete copas. La última mitad de la Tribulación recibe el nombre de la Gran Tribulación; será la mayor época de angustia que el mundo haya experimentado o que vaya a experimentar,

“El día del Señor” también incluye, la venida de Cristo con Sus santos. Al final del período de la Tribulación el Señor Jesús volverá a la tierra con Sus poderosos ángeles “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. Él destruirá a todos Sus enemigos antes de que establezca Su reino sobre toda la tierra. Luego tendrá lugar el Reino milenario de Cristo, que será un tiempo de juicio instantáneo. El Rey regirá con vara de hierro, y todo aquel que se levante en rebelión en contra de Él será inmediatamente destruido. Por último llega la destrucción final de los cielos y de la tierra por fuego. Al final del Reino milenario de Cristo, los cielos y la tierra pasarán con gran estruendo y los elementos se fundirán en un calor fiero.

De esta manera, mientras que “el Día del Señor” es una época de juicio sobre un mundo que ha rechazado al Hijo de Dios, “el Día de Cristo” es un tiempo de bendición para aquellos que han confiado en Él y que por ello son miembros de Su Iglesia. Existen dos momentos principales del “Día de Cristo”: por un lado, el Arrebatamiento de los santos, en el que los muertos en Cristo serán resucitados y los creyentes vivos serán cambiados. Juntos ellos serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el aire y a volver con Él a la casa del Padre en el cielo. Y por otro lado, el Tribunal de Cristo, donde los creyentes serán puestos en juicio para revisión y recompensas. No se tratará de la cuestión de su salvación, sino de su servicio. Se darán galardones a todos aquellos que reciban la aprobación de Cristo, y aquellos que hayan malgastado sus vidas recibirán pérdida, pero aún así serán salvos.

En tercer y último lugar, debemos diferenciar “el Día de Dios”. En este caso se trata del día del triunfo final de Dios, que tendrá lugar después que se haya suprimido toda maldad, y después que los cielos y la tierra hayan sido destruidos con fuego. A efectos prácticos, “el Día de Dios” es equivalente al estado eterno.

Luego de escuchar todo esto, amigo: ¿cómo se está preparando usted para estos tiempos futuros? ¿Está listo para estos eventos que podrían comenzar a suceder en cualquier momento? Deseo de corazón que pueda ser así, amigo, que usted ya haya entregado su vida a Cristo, y ahora esté esperando su regreso con gozo y paz.


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