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Continuamos entrevistando a Sylvia Plock, maestra, autora de varios libros y formadora de consejeros. Aprendemos sobre las etapas de la consejería, que se basan en cómo la persona herida ve a Dios, lo que ella es en Dios, cómo tratar de manera saludable los sentimientos, cómo tratar con la persona que causa la herida, y cómo poner la mirada en la gloria celestial, donde no habrá más llanto ni más dolor. Te invitamos a conocer más sobre estos pasos por medio de los cuales puedes bendecir a otros y a ti misma.


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EA0958 – Entre Amigas –
Consejería – Parte 2



Entrevista a Sylvia Plock

Victoria: Queridas amigas, hemos llegado nuevamente al momento de la entrevista. Nos acompaña Sylvia Plock en esta segunda parte sobre consejería cristiana. Sylvia Plock es maestra, oradora, conferencista, autora de varios libros y se dedica también a la formación de consejeros. Nuevamente gracias, Sylvia, por estar con nosotras. Vamos a comenzar haciendo un repaso de lo que estuvimos viendo en el programa anterior: Vimos que la persona cristiana también puede estar herida, que puede necesitar consejo, pero el que la va a aconsejar tiene que recibirla con amor, con verdad, teniendo como base la Palabra de Dios. Habíamos empezado a ver el primer punto de lo que es este proceso de sanación, pero antes quería preguntarle a Sylvia, ¿todos los cristianos están capacitados a aconsejar? Si la respuesta es no, ¿cómo identificamos a los consejeros en nuestras congregaciones?

Sylvia: Hay una misión que es para todos los cristianos de parte de Dios. Todos estamos llamados a exhortarnos, animarnos y ayudarnos mutuamente. Pero normalmente se siente cuando hay personas que han sido capacitadas especialmente por Dios para aconsejar a otros, personas que han recibido este don de Dios. Muchas veces pasa que estas personas no dan abasto con todas las hermanas o hermanos que vienen a pedir consejería porque la ellas transmiten confianza hacia los demás, lo que hace que muchos se abran con ellos.

Victoria: Cuando se identifica que una persona tiene la capacidad de ser consejera, ¿qué capacitación puede tener? ¿Cómo puede perfeccionar ese don o ese talento que Dios le ha dado?

Sylvia: Es muy importante que se siga formando y especialmente tiene que adquirir conocimiento de la psicología empírica, porque este conocimiento lo va a necesitar para el análisis del caso.

Victoria: Puede ser que surja algún caso en el que también se necesite recurrir a la medicina, porque hablábamos de enfermedades psicosomáticas, de puntos a los que llega la persona en los que necesita recurrir directamente a fortalecer lo que es el cuerpo para así poder continuar con el proceso de sanación, ¿no es así?

Sylvia: Sí, puede ser absolutamente necesario. Por ejemplo, cuando hay ataques de pánico muy fuertes o depresiones muy profundas, porque es casi imposible trabajar en la consejería con la persona en este estado. Por eso los extremos más intensos de estos síntomas tienen que ser aliviados con medicación. También cuando la persona, por ejemplo, ya no puede dormir, entonces la acompaño a un psiquiatra para poder obtener la medicación necesaria.

Victoria: En el programa anterior ya habíamos comenzado a hablar de los distintos puntos del proceso de sanación. Dijimos que antes que nada te centrabas en conocer a la persona, y que el primer punto del proceso de sanación era poner en una escala del 1 al 10 los sufrimientos de Jesús por nosotros y compararlos con el sufrimiento propio. ¿Cuáles son los otros pasos?

Sylvia: Es muy importante que conozcamos a Dios tal cual Él es. Yo he experimentado que personas con problemas psíquicos pudieron sanar en el momento en el que cambió la imagen que tenían de Dios. Por eso es muy importante para mí que la persona que busca consejo estudie las diferentes cualidades, los atributos de Dios. Por ejemplo su gracia, su paciencia, su misericordia, su bondad, porque entonces la persona se siente aceptada y amada por Dios, y esto es fundamental, porque muchas veces las personas heridas tienen la impresión de que nadie las ama. Por eso es tan importante conocer bien en su naturaleza a Dios el Padre y también a su hijo Jesucristo. Conozco a una mujer que tenía bulimia y sufría de depresión, y tenía una imagen de Dios muy triste, pero después de que entendió que Jesucristo la amaba muchísimo y que lo había demostrado en la cruz cuando murió por ella creció tanto su relación de amor con Jesucristo que ella pudo superar la bulimia y también la depresión, aunque todavía necesita poder conversar regularmente, claro, abrirse a una persona y poder hablar de eso.

Victoria: El siguiente paso en el proceso, ¿cuál es?

Sylvia: El próximo paso es conocer nuestro significado en Cristo. Las personas heridas normalmente pierden su identidad personal y social, y especialmente cuando ha habido abuso sexual, la persona se siente no amada, rechazada, siente que no pertenece, lo que la hace muy dependiente de otras personas. Por eso es muy importante para mí que una cristiana herida pueda conocer el valor que tiene en Jesucristo. Ella es tan valiosa que ha sido comprada con la sangre de Cristo, y pertenece a la familia más noble que puede haber al ser parte de la familia Dios. Entonces estudiamos juntas la Biblia y buscamos los pasajes en donde encontramos descritos los atributos que ella tiene en Cristo: en Cristo es santa y justa, en Cristo ha encontrado su hogar y en Cristo es amada eternamente por Dios.

Victoria: Vimos entonces por un lado la imagen que la persona tiene de Dios, por otro lado lo que la persona es en Dios, y continuamos con el siguiente punto. ¿Cuál es?

Sylvia: Ahora tenemos que recordar que en muy pocos casos la persona ha reaccionado de una manera saludable a sus heridas, por eso ahora quiero trabajar con ella en buscar tener reacciones saludables.

Victoria: O sea que después de recibir este consuelo de que en Dios tiene todas las cosas, de encontrar su valor, tiene que empezar a ver también su responsabilidad, ¿no?

Sylvia: Es exactamente eso, sí. Tiene que aprender a reaccionar de una manera saludable, pero no es una cosa que dependa solamente de su voluntad porque si no, no aprendería, como hija de Dios, a aprender a vivir de la gracia de Dios. Hay un versículo en Hebreos 4:16 que siempre me gusta que se lo aprenda de memoria. Dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. No quiero poner una presión sobre la persona, “ahora tienes que hacer eso, tienes que hacer lo otro, tienes que ser así” no, eso no. su responsabilidad es acercarse al trono de la gracia de Dios, decir “Señor nunca he aprendido a reaccionar de una buena manera, ayúdame a no retirarme ofendida, a no reaccionar violentamente, y a no tener muchos otros patrones de comportamiento que no son saludables”.

          Después viene el punto de cómo trato de una manera saludable con mis sentimientos y con mi cuerpo. Las heridas muchas veces causan grandes tensiones internas y quiero decirle a la persona que la ira, la tristeza y el miedo no son en sí pecaminosos. Le doy consejos prácticos de cómo puede tratar con estos sentimientos. Una vez que la persona aprende a tratar con ella misma de manera saludable, que también es un proceso, entonces ponemos la mirada en cómo vamos a tratar con el agresor. Este es un punto muy amplio e importante. En primer lugar tiene que orar por sí misma, para aprender a tratar con este tema de una manera espiritual, de una manera saludable. El primer paso es bendecir al agresor, pero no cada persona es capaz de hacerlo ya desde el principio sino que es un proceso, es algo que va madurando de a poco. También se necesita en este tiempo que el consejero tenga mucha paciencia, mucha empatía, mucha sensibilidad. Es importante ver qué significa esto, ¿qué significa bendecir al agresor? Si el agresor no es creyente, bendecirlo significa poder desear que sea salvo de la condenación eterna. Y si el agresor es cristiano, bendecirlo significa pedirle a Dios que lo ayuda a arrepentirse. El proceso de sanación avanza mucho mejor cuando la persona aprende a ver al agresor desde la perspectiva de Dios. Esto quiere decir que la persona tiene que ser consciente de que Jesucristo murió también por su agresor, por la persona que le causó la herida. También es bueno para el proceso de sanación si la víctima tiene una oportunidad para hacerle el bien al victimario, como por ejemplo si se encuentra en una necesidad en la cual la víctima puede ayudar. He experimentado muchas veces que eso es lo que causa la liberación de la víctima.

Victoria: Es como el ejercicio del perdón.

Sylvia: Sí. Pero puede ser también que uno tenga que poner los límites. En Proverbios 22:24 dice: “No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos”.

          En un próximo paso viene la pregunta: ¿Sería una buena idea enfrentar al agresor con su culpa? Ahí tengo que ver los motivos: ¿Quiero solamente vengarme? ¿O realmente lo quiero hacer con el deseo de que el otro pueda mejorar, que pueda reconocer su culpa? Porque puede suceder que, después de una confrontación, la reacción de la persona sea con aún más odio. Por eso tengo que ver qué es lo mejor. De todos modos, lo importante es que la persona pueda, delante de Dios, perdonar al culpable. Esto es una decisión de la voluntad de la persona, pero también es un proceso. Es importante aclarar que el perdón no es lo mismo que la reconciliación, y también puede ser necesario que la víctima busque la ayuda de la iglesia. Un paso muy importante también es animar a la persona aconsejada a que ponga en primer lugar las metas de Dios, las metas que Él tiene para su vida, porque Dios tiene planes maravillosos para nuestras vidas y estas metas permanecen estables, vigentes incluso cuando cambian las circunstancias de nuestras vidas. En la consejería bíblica no miramos todo lo que pasó en el pasado sino que miramos hacia adelante, hacia las metas que Dios tiene con la persona.

La última mirada es la mirada hacia la gloria celestial, una mirada de esperanza hacia el lugar en donde vamos a experimentar una sanidad completa y vamos a poder vivir en una armonía y un bienestar completo

Victoria: Donde no habrá llanto, donde no habrá tristeza. Te agradecemos mucho, Sylvia por este tiempo, gracias por comentarnos todo este proceso de sanación que puede servir, tanto para las personas que están escuchando y conocen al Señor, como para aquellas personas que no lo conocen todavía. Todo el proceso de sanidad tiene mucho que ver con mirar a Jesús, con mirar los atributos de Dios, mirar cuál es mi posición delante de Dios. Así que las animamos, amigas, a quienes no hayan entregado todavía su corazón a Jesús, a que puedan hacerlo y que puedan transitar este proceso de sanidad, de sanación. Todos tenemos heridas, hasta el propio Jesús las tuvo. Muchas gracias, Sylvia, muchas gracias, Isabelle, también, y continuamos con más Entre Amigas, no se lo pierdan. ¡Hasta la próxima!

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