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Hablamos con Elí Morales sobre las señales de tránsito y su paralelismo con las señales que la Palabra de Dios pone para nuestras vidas. En este año que recién comienza, ¿cómo vamos a decidir conducir nuestra vida? La Palabra de Dios nos desafía…


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Año nuevo: ¿Cómo conducimos nuestra vida?



Entrevista a Elí Morales

Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar con ustedes nuevamente compartiendo este espacio de la entrevista. Hoy nos acompaña una amiga de la casa, Elí Morales. Ustedes quizás la hayan escuchado en algunas de las columnas sobre Café para el Alma. Te agradecemos mucho, Elí, por poder estar con nosotras.

Elí: Bueno, muchísimas gracias por la invitación.

Victoria: Algo a lo que estamos muy acostumbrados a ver y que a veces no le prestamos mucha atención tiene que ver con el tránsito, con las señales de tránsito, y en este caso Elí va a compartir con nosotras algo muy lindo que tiene que ver con determinadas señales en nuestra vida para conducirnos con seguridad.

Elí: Sí. El tema de hoy es ¿cómo estamos conduciendo nuestra vida? Y para tener este tiempo de reflexión juntas vamos a hablar de lo que son las señales de tránsito. Victoria ¿para qué han sido creadas esas señales de tránsito?

Victoria: Han sido creadas para cuidarnos, ¿no? Tenemos distintos tipos de señales.

Elí: Exacto, tenemos distintos tipos de señales. Sirven para conducir y evitar accidentes, y son tanto para los conductores de los vehículos como también para los peatones, y las hay de distintos tipos. Pero todas ellas están para ser respetadas, cosa que nos cuesta muchas veces.

Victoria: Y qué importante, porque tanto en el tránsito como en la vida todos estamos interactuando todo el tiempo, ¿no?

Elí: De forma permanente.

Victoria: Muchas veces nos parece que estamos aislados y que lo que yo haga no puede afectar a los demás o no tiene por qué afectarlo, pero en realidad as señales están puestas para que podamos convivir.

Elí: Claro, para una convivencia sana es fundamental el respeto de las señales, porque no solamente cuidamos nuestras vidas sino también de todas aquellas personas con las que estamos interactuando, y de personas que no están implicadas en esa situación también. Lo que vamos a compartir hoy está basado en un artículo realizado por una hermana, y está bueno porque se va haciendo una comparación. Como tu decías, tenemos distintos tipos de señales.

Victoria: Sí, por ejemplo, las reglamentarias, que son aquellas que están en colores rojos negros y blancos, como pare, ceda el paso, etc., que marcan una reglamentación; después están las señales de preferencia, que son amarillas, negras, celestes y el semáforo también, que ayudan a organizar. También tenemos las señales de advertencia, por ejemplo, cuando tenemos que disminuir la velocidad porque hay una zona escolar o de peatones que están cruzando, y también otros tipos de cruces como cruces de ganado en algunos lugares.

Elí: Sí, y hay otras que son informativas, que esas están en colores verdes, azules, y por lo general tienen textos o a veces están en blanco y negro, y tienen formas convencionales e internacionales. Y eso creo que es muy importante, porque cada una de nosotras, según la historia de vida que ya ha hecho o tiene por delante para hacer, vamos a estar en distintos lugares, algunos incluso se tienen que ir a otros continentes, pero qué bueno que las señales de tránsito son internacionales. Si nosotros comparamos estas señales que son generalizables para todos los habitantes del planeta con la manera de conducir un vehículo, con la manera de conducir nuestra vida diaria, ya sea en el ambiente en el que nosotros estamos día a día, con el que estamos bien familiarizados, o también en otros lugares en los que podemos encontrarnos en el futuro, en zonas desconocidas, encontramos que Dios, nuestro creador y para algunas ya nuestro Padre, nos ha creado dándonos autonomía, dándonos autoridad para conducir y para dirigir. En esta comparación, el vehículo sería nuestra vida. Y nosotros, que somos seres sociales que estamos en constante interacción, lo que más nos cuesta es manejar nuestros estados emocionales y también el vocabulario, nuestras palabras.

Eso no es nada fácil para ninguno de nosotros, si nos ponemos a reflexionar. Pero así como las señales de tránsito son medios físicos, convencionales e internacionales, para conducirnos tanto sea como conductores o como peatones en la forma correcta y segura para nuestra vida, como cristianas tenemos un medio físico que nos indica la forma correcta y la forma segura, y ahí tenemos todo el tipo de señales que estuvimos viendo en el tránsito, reglamentos, normas de preferencia, de advertencia o informativas para conducir nuestra vida. ¿En qué medio físico están esas señales? Están en lo que llamamos la Palabra de Dios, en la Biblia, que es un libro que es como una pequeña biblioteca. Allí hay distintas situaciones de vida que se nos presentan en común a todos los seres humanos en todas las etapas de nuestra vida y en los distintos ámbitos. Y la palabra de Dios nos instruye para conducirnos sabiamente por los caminos de este mundo, que algunos ya los hemos recorrido, otros los estamos recorriendo, pero qué bueno contar con eso.

Victoria: Y hablando del camino, de la vida y de cómo manejarnos en la vida, tal vez hay gente que puede pensar “pero ¿realmente en la Biblia hay señales que me pueden indicar, por ejemplo, los tiempos indicados para tomar determinadas decisiones, las reacciones que debo de tener y en qué momentos, cosas así?” Y la realidad es que sí, ¿verdad? Lo vamos a ir viendo.

Elí: Sí. Entonces, comparando, todos conocemos que los vehículos tienen lo que aquí en Uruguay se llama el cuentakilómetros y en otros lados le llaman el velocímetro. Ese velocímetro es importante usarlo a la hora de relacionarnos con los demás. El que va conduciendo va en la ruta, pero Dios tiene en su Palabra algunos pasajes, por ejemplo, en la carta de Santiago, algunos velocímetros.

Victoria: Así que sería parecido a esas señales que podemos encontrar que nos indican la velocidad máxima permitida.

Elí: Exacto, o cuándo es necesario bajar la velocidad.

Victoria: También. En Santiago 1:19 y 20 dice: “Por esto, mis amadas hermanas, toda mujer sea pronta para oír, tarda para hablar, tarda para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.

Elí: Bueno, lo que vemos ahí es que esa es la velocidad ideal. Porque tenemos verdad en esa velocidad ideal. Lo pusimos en femenino porque somos todas mujeres, y allí nos dice que tenemos que ser prontas para oír. Ese sería el momento en el que tenemos que ser rápidas, estar prontas para escucha a aquellas personas con las que nosotros interactuamos, y pienso que es muy importante en nuestro primer ámbito, en el ámbito familiar, que a veces es donde es más difícil.

Victoria: Hay veces que escuchamos pensando en la respuesta que vamos a dar, y no escuchamos en profundidad.

Elí: Exacto. A veces estamos predispuestas con una actitud, puede ser en el ámbito familiar, en el laboral, o de otros ámbitos, todos los que frecuentamos cada una de nosotras. A veces tratamos de ir lo que los demás dice en realidad, y no pensamos en qué es lo que quiere decirnos la persona. Tratamos de oír lo que los demás dicen y no lo que pensamos que quieren decir. Porque a veces uno tiene que leer entre líneas cuando está hablando una persona, y tenemos que prestarle mucha atención, porque nos dice unas palabras, pero detrás de esas palabras nosotros debemos tener la sabiduría para poder interpretar.

Victoria: Y poder entender en el momento en el que se encuentra.

Elí: Sí. Dejar que la otra persona hable lo suficiente para que nosotros seamos qué es lo que la persona realmente quiere decir, y qué es lo que le ocurre, qué es lo que está pasando con ella. Escuchar a la persona mirándola a los ojos, observar su postura, porque el lenguaje corporal a veces nos dice mucho más que las palabras. Escuchar el tono de la voz también, nos da a entender los sentimientos que hay detrás de esas palabras. Escuchar nos permite enriquecer y profundizar nuestra relación con los demás. Por eso es tan importante ser rápidas para oír. Pero después, cuando seguimos leyendo, ¿cómo dice que tenemos que ser?

Victoria: Taras para hablar y tardas para airarse, o enojarse.

Elí: Ahí va. Ser lentas para hablar, que esto es algo que a las mujeres a veces nos cuesta mucho. Y también para enojarnos. Lentas para hablar. Eso nos da tiempo para procesar las palabras que vamos a utilizar, y también evitar sacar conclusiones apresuradas, porque es muy fácil caer en esto, o tener preconceptos con respecto a las personas. Dificultades para comunicarnos a veces nos llevan a no detenernos a escuchar lo que la persona realmente está diciendo. Interrumpimos apresuradamente porque nos imaginamos el resto, y a veces no es así. Otras veces, según la relación que tengamos con la persona, escuchamos con la intención de replicar. Entonces no tratamos de entender. El que aprende a oír también aprende a cómo hablar en la forma apropiada. Entonces, lentas para enojarnos, que esto sería bajar la velocidad. Al ser lentas con el enojo que puede venir en esa conversación o por lo que estamos viviendo, podemos darnos el tiempo para aliviar una situación que puede ser muy tensa. Y para esto tenemos otra señal en la Palabra de Dios.

Victoria: Sí, la tenemos en Eclesiastés 7:9, que dice: “No te dejes llevar por el enojo que solo abriga el corazón del necio”.

Elí: ¡Qué importante eso! No dejarnos llevar por el estado de ira, porque estamos enfadados, enojados. Es tener autocontrol. Cosa que para nosotros tampoco es sencilla. Porque eso es un fruto del espíritu e implica ejercitar el dominio propio, actuar con cordura, con mesura, eso lleva su tiempo, es un aprendizaje. Porque aprender a tener dominio propio es aprender a manejar nuestras emociones. En especial, en este momento, nos estamos refiriendo al enojo, pero tenemos muchas otras. Y para esto y muchas otras emociones nosotros tenemos la Palabra de Dios. Y a veces hay algo muy importante que tenemos que hacer en nuestra conversación.

Victoria: Tenemos que frenar. Y hoy también tenemos que frenar con nuestra conversación, pero las invitamos a nuestras amigas a que nos sigan acompañando en el próximo programa de Entre Amigas. Y a ti, Elí, muchas gracias por las cosas enriquecedoras que nos has traído. Amigas, las esperamos con mucho más programa ¡Hasta la próxima!

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