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Titulo: “Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes” 1/3
  

Autor: FrediWinkler
Nº: PE1190

“Vosotrosme seréis un Reino de gente santa y sacerdotes” Es el título de esta serie de programas  y  extraordinarias palabras  que sonparte de la declaración del propósito, que Dios, a través de Moisés, dirigiera en forma maravillosa al pueblo de Israel.


 


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«Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes» 1/3

Querido amigo estas extraordinarias palabras son parte de la declaración del propósito, que Dios, a través de Moisés, dirigiera en forma maravillosa al pueblo de Israel, recién liberado de la esclavitud de Egipto, cuando Moisés subió por primera vez al Monte del Sinaí para entrar en la presencia de Dios.

Con este tremendo ofrecimiento Dios envió de nuevo a Moisés, para que bajara a dónde estaba el pueblo. Esta solemne declaración, sin embargo, encerraba dos inequívocas condiciones:«Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra»(Ex. 19:5). Aparentemente, el pueblo entero aceptó descuidadamente este ofrecimiento de parte de Dios, sin comprender realmente lo que significaban las condiciones del pacto, pues dijeron:«Todo lo que Jehová ha dicho, haremos». Y aunque en el correr de su historia, fallaron una y otra vez al ser desobedientes, Dios mantuvo firme el pacto una vez concretado. Porque Él, en primer lugar, es fiel, aun cuando el ser humano sea infiel y, en segundo lugar, porque ese pacto es una parte integral y firme de Su obra de salvación para la humanidad. Pero, para Israel, sin embargo, la continua desobediencia tuvo como consecuencia fuertes castigos y sanciones.

Dice la Palabra de Dios:me seréis un reino de sacerdotes. En conexión con el obra de Dios de elegir a un pueblo entero, al cual Él llamó para ser Su propiedad especial, los acontecimientos en el Sinaí son muy singulares, en la totalidad de la historia humana. Moisés, antes de su muerte, vuelve a recordar esta singularidad a su pueblo, en una forma impactante. Al hacerlo, le ordena a los padres, especialmente al padre de familia, trasmitir a los hijos y a los hijos de los hijos el testimonio de las grandes obras de Dios, para que ellos no las olviden y para que teman a Dios. Así leemos, por ejemplo, en Deuteronomio 4:9-10:«Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos.»

La intención de Dios, de convertir a Israel en un reino de sacerdotes, sin embargo, no significa que los sacerdotes debían gobernar el país, sino que más bien sería un sacerdocio del pueblo entero. La tarea de un sacerdote es la de ser un mediador entre Dios y los seres humanos. Ese cometido de trasmitir las grandes obras de Dios y Sus mandamientos a la siguiente generación, Dios se lo encomendó principalmente a los padres, como se menciona, entre otras cosas, en Deuteronomio 6:7:«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.»Dios no ordenó enseñar e instruir a los sacerdotes o a maestros especialmente comisionados, sino a cada israelita en particular. El pueblo entero tenía la tarea de trasmitir a la siguiente generación el testimonio de las grandes obras de Dios y Sus maravillosos mandamientos. Ese sacerdocio del pueblo, parece ser lo que Dios tenía en mente, más que nada, cuando llamó al mismo a ser un reino de sacerdotes. Si el pueblo hubiera cumplido esa tarea de sacerdocio general, sin lugar a dudas se habría convertido en aquello para lo cual Dios lo había destinado, como pueblo elegido, es decir, en gente santa.

Me seréis gente santa. Estimado amigo, el llamado de Israel a ser gente santa contiene las exigencias más elevadas de Dios para un pueblo. Al hablar de santidad, Dios quería decir, en primer lugar, la separación de todo lo que no le agrada a Él y, sobre todo, de lo que, a Sus ojos, es pecaminoso. Por esta razón, Dios también le había prohibido a Su pueblo toda conexión con los pueblos idólatras de Canaán. Los israelitas tenían prohibido hacer cualquier tipo de pacto con ellos, y mucho más casarse con ellos. Más bien debían echar a los pueblos de esa tierra y destruir a sus dioses. Desde el principio Dios sabía que eso no sería una tarea fácil, pero Él prometió ayudarles de manera maravillosa si ellos Le obedecían y se separaban de esos pueblos. La obediencia de los mandamientos y las ordenanzas de Dios los convertiría en un pueblo santo. Esa gran importancia a la obediencia, Moisés la expresa una vez más en sus enseñanzas de despedida, cuando, por ejemplo, en Deuteronomio 28:1-2, dice:«Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.»

La obediencia absoluta de los mandamientos de Dios es lo más importante para ser santo a los ojos de Dios. Por esa razón, Moisés enfatizó expresamente que Israel debía obedecer exactamente la voz de Dios. Solamente esta obediencia haría a Israel santo a los ojos de Dios, pero también a los de los pueblos de alrededor, como Moisés lo dice una vez más en Deuteronomio 28:9-10:«Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán.»Lo especial de Israel debía ser el reinado de Dios sobre Su pueblo. Ese hecho debía provocar una fuerte impresión en los demás pueblos, y ocasionar que ellos le tuvieran temor a Israel.

Le invito a escuchar unos agradables compases musicales u enseguida regresamos con la expresión: » Un reino»

Querido amigo como la anticipamos en el pasado bloque hablaremos ahora sobre la expresión» Un reino». Esta expresión: «un reino de sacerdotes» es única en las Escrituras, especialmente en vista del hecho que Dios no les dio un rey a los israelitas. Él mismo quería ser su rey, y la idea era que los israelitas le sirvieran voluntariamente por amor y con santo temor, y que vivieran de acuerdo a Sus ordenanzas. El que ese reinado de Dios funcionara, naturalmente dependía de la obediencia del pueblo a los mandamientos divinos. Que, lamentablemente, esto no llegaría muy lejos, nos informan los relatos bíblicos. Esta forma de gobierno experimentó un apogeo en el tiempo de Samuel, quien fue obediente a Dios y Le sirvió como profeta y sacerdote. Cuando Samuel envejeció, y como no había ningún sucesor de igual calidad a la vista, el pueblo vino a él con el pedido de un rey. Esa solicitud entristeció mucho a Samuel y, en oración, elevó su problema a Dios. La respuesta divina fue notable:«Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos».

Querido amigo, este acontecimiento no solamente representa un momento crítico en la historia de Israel, sino que también nos muestra claramente lo que Dios había querido decir con aquello de «ser un reino de sacerdotes». Él mismo quería ser su rey y guiar a Su pueblo a través de mediadores, como por ejemplo Moisés, Josué y Samuel. Este tipo de gobierno, naturalmente, exigía de cada uno individualmente una fuerte confianza en Dios y una alta responsabilidad propia, pero el hecho es que el ser humano tiende a deshacerse de esa responsabilidad. Detrás del pedido de un rey se escondía el deseo de no tener que ser ya directamente responsable delante de Dios. Pero, el pueblo luego también tendría que soportar las consecuencias de un reinado terrenal. Esto llevó a la división del reino, y finalmente al exilio en Asiria y Babilonia.

Para finalizar esta audición, me gustaría decirle querido amigo que a pesar de todos los retrocesos, Dios no abandonó Su plan de un gobierno divino. Especialmente en tiempos de dificultades, hizo proclamar a Su pueblo a través de los profetas la futura venida de ese reino, como una chispa de esperanza. Por ejemplo, en Zacarías 9:9, leemos:«Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.»Lo que Dios en Su sabiduría se ha propuesto, no se va a frustrar por la desobediencia de los seres humanos. Él no ha abandonado el plan de un reino divino. Su reinovendrá.

Que el Señor le bendiga, y nos encontramos en el próximo programa.

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