El Espíritu Santo en el libro de Isaías (3ª Parte)

El Espíritu Santo en el libro de Isaías (2ª Parte)
4 junio, 2014
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El Espíritu Santo en el libro de Isaías 
(3ª parte)

Autor: Norbert Lieth

  El profeta Isaías menciona la obra del Espíritu Santo con más frecuencia que cualquier otro autor del Antiguo Testamento. Cuando recordamos que Isaías profetizó unos 700 años antes de Cristo, entonces la exactitud con que la Palabra se cumplió, siglos después, en Cristo, es algo absolutamente digno de adoración.


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PE1931 – Estudio Bíblico
El Espíritu Santo en el libro de Isaías (3ª parte)



  Estimados amigos, continuamos con las menciones al Espíritu Santo en el libro de Isaías, en este caso en el cap. 63:11 al 14. Allí vemos que: El Espíritu Santo regala tranquilidad. Dice así:“¿Dónde está … el que los hizo pasar por el fondo del mar sin resbalar, como caballos por el desierto, < como ganado que baja a la llanura? El espíritu del Señor los guiaba. Así condujo a su pueblo y alcanzó fama y gloria”. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, pasando en seco por el Mar Rojo, el Espíritu Santo les dio descanso ante la persecución de los egipcios. La meta definitiva de Dios con Su pueblo, sin embargo, es el descanso en el reino mesiánico de Jesucristo. Dios guiará al remanente de Su pueblo a través de la Tribulación, así como los guió a través del Mar Rojo. Y Dios llevará a Israel al descanso que el Señor traerá con Su segunda venida, como leemos en He. 4:8 al 10:“Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”.

Además de todo lo que ya hemos visto, en Isaías 63 encontramos una hermosa representación de la trinidad divina: en los versículos 7 y 8, Dios es descrito como Padre:“De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades. Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su Salvador.”Él es el padre y ellos son Su hijos. Por eso, más adelante en el versículo 16, el pueblo testifica:“Tú eres nuestro padre…”Y en el versículo 9, nos vemos frente a Jesús:“En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.”Otros traducen las palabras“el ángel de su faz los salvó”como“Y el ángel, en quien se mostraba el rostro de Dios, los salvó.”Ése es, sin lugar a dudas, el Señor Jesús (que se menciona en Fil. 2:6), el Salvador de Israel y de la Iglesia. Y, finalmente, en el versículo 10, habla del Espíritu Santo:“Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu…”

Ahora, bien, hemos visto que: El libro del profeta Isaías está lleno de profecía inspirada por el Espíritu Santo. Pero, quizás alguien se pregunte: ¿cuál es, en realidad, la diferencia entre profecía y adivinación?
– En primer lugar, la adivinación se trata de vagas suposiciones e intentos de interpretación, que no ofrecen una verdadera claridad. La profecía bíblica, al contrario, se trata de historia escrita con anticipación, porque no viene de nadie menos que del mismo Dios todopoderoso, quien conoce todos los tiempos y los ha establecido en Su decreto divino. El profeta Isaías lo glorifica, en el cap. 25:1, con las palabras:“Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza”. Y, en el cap. 46:9 y 10, el Señor mismo dice:“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”. 
– En segundo lugar: La adivinación vive de la interpretación de algún tipo de señales. La profecía bíblica no vive a través de la interpretación humana, sino sólo y únicamente por su cumplimiento.
– Las predicciones de los astrólogos contienen un gran factor de inseguridad. La profecía bíblica tiene una cuota de acierto del 100 por ciento.
– El apóstol Pedro, en su segunda carta, cap.1:16, escribe: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad”. Sobre esto, Tim LaHaye y Thomas Ice, escriben lo siguiente: “Las falsas religiones y los conceptos supersticiosos se basan en fábulas sutiles, pero la fe cristiana se fundamenta nada menos que en la revelación divina de Sí mismo a los seres humanos, revelación que encontramos en la Biblia… Pedro habla, en su segunda carta, cap.1:19, de la profecía bíblica como de ‘la Palabra profética’… diciendo: ‘Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro…’ ¿Por qué podemos poner toda nuestra confianza en la Palabra profética de Dios? Porque, según la conclusión que saca Pedro, en el caso de la profecía no se trata de una interpretación humana de acontecimientos históricos: ‘… entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo’ (nos dice en los vers. 20 y 21). En la profecía, los cristianos poseen un resumen del plan de salvación divino para el futuro. Y como cientos de profecías específicas ya se han cumplido literalmente – la mayoría de ellas en conexión con la primera venida de Cristo – sabemos que todas las profecías sobre el futuro, de los postreros días y también de la segunda venida de Cristo, se cumplirán literalmente.”
– En tecer lugar: La adivinación y el sortilegio se basan en la mentira; la profecía de Dios, al contrario, es absoluta verdad. Balaam era un adivino, a quien Balac, rey de los moabitas, quiso usar para maldecir a Israel (como leemos en Nm. 23 y 24). Pero, justamente este adivino tuvo que testificar que: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”. – La Biblia entera contiene 6.408 versículos con declaraciones proféticas, de las cuales 3.268 ya se han cumplido. No se sabe de un solo caso en el cual una profecía se haya cumplido en forma diferente a lo que había sido anunciado. Eso corresponde a un cálculo de probabilidades comparable a 1.264 dados, que han sido tirados de una vez, con la esperanza que todos ellos, sin excepción, muestren un seis. De modo que aquí se excluye toda casualidad.
– Según el doctor en teología, Roger Liebi, trescientos treinta profecías sorprendentemente exactas y sumamente diferentes, con respecto al Mesías sufriente, se han cumplido literalmente con la primera venida de Jesucristo. Tomemos, de esa abundancia, sólo el ejemplo de Salmos 22:17 y 18: “… Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos…” Aquí se habla, sin lugar a dudas, de la crucifixión, porque lo que el salmista describe aquí, sólo es posible experimentarlo por medio de esa manera de morir. En el judaísmo, esa forma de ejecución, la crucifixión, nunca se practicó, y era desconocida en el tiempo de la composición del salmo. Mucho más tarde, los romanos adoptaron la crucifixión practicada por la gente de Cartago. Hubiera sido mucho más lógico que el salmista hubiera escrito sobre la lapidación o la muerte a través de la espada. Pero, ¿por qué, en lugar de ello, menciona, justamente en ese tiempo (1.000 años a.C.), un tipo de ejecución aún totalmente desconocido en el judaísmo? La respuesta está en que el salmista, inspirado por el Espíritu de Dios, era profeta y señalaba a la muerte de Jesús.
– La adivinación turba la vista para la verdad bíblica, hace que las personas no puedan recibir el evangelio de Jesucristo, y hace que permanezcan indiferentes, pues los cautiva y les provoca inseguridad. La profecía de Dios, al contrario, libera y da seguridad. De ahí que todos deberían obedecer el consejo que Dios nos da a través del profeta Isaías, en el cap. 46:11: “Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré. Oídme…”

Toda persona que cree en Jesucristo y, en confianza Le ha entregado su vida, tiene un futuro seguro y no necesita tener miedo. Tal persona está incluida en la profecía de Juan 14:3: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”

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