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Buscando Ayuda en el Lugar Equivocado
(3ª parte)

Autor: Marcel Malgo

El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío.


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PE1558- Estudio Bíblico
Buscando Ayuda en el Lugar Equivocado (3ª parte)



¿Cómo están amigos? Un gusto, como siempre, estar junto a ustedes una vez más. Para comenzar, quiero hacer un breve resumen del tema que estamos tratando: “Buscando ayuda en el lugar equivocado”.

¿Quién buscaría ayuda en un lugar, sabiendo que allí no la encontrará?

Bueno, por más contradictorio que parezca, ¡esto realmente sucede! Muchas personas, incluso los cristianos, esperan encontrar ayuda en aquellos lugares donde no la han de hallar. Y esto mismo ocurría con el pueblo de Israel en la época del profeta Oseas. En esos días, el pecado había alcanzado dimensiones tales que el Señor tuvo que ocultarse por un tiempo de su pueblo Israel. Buscando respuesta a la pregunta: ¿Por qué Israel buscaba ayuda sin encontrarla? Vimos que una primera causa era: el pecado.

El pecado estaba separando a los israelitas de la presencia de Dios. El alejamiento de la verdadera fuente de ayuda generó que buscaran en lugares equivocados. Y pensar que sólo el hecho de que se separara radical y terminantemente de estos pecados ocultos (y evidentes) hubiera despejado el camino que conduce a Dios y a la verdadera ayuda. Pues, si permanecemos en algún pecado y no lo sacamos a la luz, nuestros ojos espirituales se empañarán de tal forma, que nuestro andar seguirá caminos que jamás imaginamos pisar.

La segunda causa que vimos, era la de: dejarse llevar por las emociones o por las circunstancias que parecen lógicas. Algunas veces los mismos creyentes, al encontrarse en un aprieto, o a causa de diversas circunstancias, buscan una forma de ayuda la cual se aleja mucho de aquello que Dios planeó para sus vidas. En otras palabras: buscan ayuda en el lugar equivocado. A los ojos de Dios, no se trata de un descuido, sino nada más ni nada menos que de una falta de confianza en Él. El Señor quiere ayudarlo a usted en todas sus preguntas, ya que tiene un plan para su vida. Respete este plan y no lo trastorne al querer ayudarse a sí mismo, o al buscar ayuda en lugares que se alejen del mismo. Confíe ciegamente en las promesas claras del Señor, esperando que Él intervenga.

Al finalizar el programa anterior, vimos que: De esta manera lo hacía George Müller, el padre de los huérfanos de Bristol. Él vivió cosas grandes debido a la fe que tenía en las promesas bíblicas. El secreto de este hombre consistía en confiar plenamente en las promesas de la Palabra de Dios, aunque todo pareciera rebelarse contra ellas. Georg Müller sabía y creía: ¡El Señor prometió ayudar en ésta u otra forma, sólo hay que esperar que Él lo cumpla!

Y llegamos, entonces, hoy a: La tercera causa de por qué Israel buscaba ayuda y no la encontraba, que es: buscar en el lugar equivocado

Muchos no encuentran una ayuda realmente auténtica por el simple hecho de no buscarla en el lugar correcto. Santiago escribe, en el cap. 4, vers. 2, de su carta: «»No tenéis lo que deseáis, porque no pedís’’. En relación a lo antes dicho, este versículo podría ser interpretado de esta forma: están buscando ayuda en el lugar equivocado, porque no la piden a Aquél que es capaz de ayudarlos.

Por cierto: Dios no es una máquina automáticaen la cual depositamos una moneda y luego oprimimos un botón con el objeto de recibir lo deseado. Él, en su condición de soberano puede intervenir en forma directa, haciéndolo en muchas ocasiones. Pese a esto, la norma bíblica, que encontramos en Mateo 7:7, es: «»Pedid y se os dará’’.

El Señor Jesús explica el significado de pedirle a Dios, esperando recibir ayuda, con estas palabras de Lucas 11, vs. 5 al 10: «»Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venida a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquel respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en la cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá’’.

El hombre que estaba afuera no se conformó con no ser recibido, sino que suplicó y pidió repetidamente hasta que su amigo, que estaba adentro, se levantó y le dio lo que necesitaba. Debemos tener en cuenta que éste no respondió al pedido por ser el hombre que estaba afuera «»su amigo’’ sino «»por la importunidad’’ del mismo.

Es provechoso cultivar amistades profundasy cálidas, pero en algún momento se llega al límite – sobre todo, cuando un amigo llama a nuestra puerta a medianoche.

Pese a esto, existe un amigo totalmente diferente: Jesucristo. Él demostró de una forma única y perfecta ser un verdadero amigo. En lo que respecta a la verdadera amistad, Jesús enseñó: «»Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos…Ya no los llamaré siervos… (sino) os he llamado amigos. – Mas os digo amigos míos: No temáis…’’ (estas afirmaciones las leemos en Juan 15:13 al 15; y en Lucas 12:4).

¿Pertenece usted a aquellos a los cuales el Señor Jesús llama «amigos’’, es decir, a aquellos por los que Él, como amigo celestial, dio su vida? Si es así, entonces estas palabras son para usted: «»No temáis…’’, ya que Él lo considera “Su amigo”. Podemos acudir a este amigo celestial en todo momento, adorándolo o exponiéndole nuestras peticiones. Aunque le busquemos a medianoche, nunca nos tratará como aquel que dio los tres panes no «»por ser su amigo’’ sino «»por la inoportunidad’’ de aquel que los pedía. Nuestro amigo celestial, Jesucristo, responde a nuestras necesidades por el único motivo de ser sus amigos – y esto a cualquier hora del día o de la noche. Este hecho es expresado por Jesús con las siguientes palabras: «»Y yo (el verdadero amigo) os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá’’ (así leemos en Lucas 11:9 y 10).

En otras palabras: «»¡Si ustedes vienen a mí (aunque sean inoportunos, insistentes e insolentes, al igual que como en el ejemplo aquel hombre fue a pedir ayuda a su amigo), encontrarán siempre una puerta abierta, un oído que los escucha, una mano extendida y un corazón que los ama!’’ O dicho de otra manera: «»Si dejan de buscar ayuda donde no la hallarán, y me piden ayuda de manera tan insistente como aquel hombre pidió a su amigo, entonces «»se os dará’’, entonces «»hallarán’’, y entonces «»se les abrirá’’.

¿No es esta maravillosa parábola una clara invitación a comenzar a buscar ayuda – tal vez de nuevo –, donde realmente se la puede hallar? La verdadera ayuda no aparecerá si no acudimos a Jesús con nuestras penas y angustias. Santiago 4:2 nos dice: «»Pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís…’’

Para que no surja ningún malentendido, el Señor nos da esta poderosa promesa dos veces, pues en Lucas 11:9 y 10 nos dice: «»Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá’’.

Para concluir, le diré lo siguiente: ¡deje de buscar ayuda donde no la hallará! ¡Más bien pídasela al Señor Jesucristo, el amigo verdadero, y el único que realmente puede ayudarle!

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