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Nadia Escuder nos cuenta su historia: cuando tenía 12 años su padre se fue a Estados Unidos y algunos años después también se fue su madre. Nadia se encargó de cuidar a su hermano pequeño y de realizar las tareas de la casa desde muy pequeña, y dentro de ella sentía vacío, abandono y amargura. Intentó llenar ese vacío con las drogas, pero hubo solo una cosa que la sacó de ese pozo y llenó su vida. Te invitamos a conocer más de esto y de cómo tú puedes encontrarlo también.


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EA0926 – Entre Amigas –
Mi familia migró – Parte 1



Entrevista a Nadia Escuder

Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar con ustedes. Nuevamente hemos llegado al momento de la entrevista. Hoy nos acompaña una nueva amiga que nos va a estar contando de un tema muy actual y nos va a estar compartiendo de su experiencia: Nadia Escuder. ¿Cómo estás Nadia?

Nadia: Bien, gracias.

Victoria: Gracias por acompañarnos. Sin duda que tenés alguna que otra cosita para contarnos con respecto a lo que tiene que ver con las migraciones. Estamos viviendo en un tiempo en el que hay un movimiento de poblaciones de un lado para el otro, y hay muchas familias que se ven afectadas por esto. Contanos un poco de esto, Nadia, ¿Cómo te tocó a vos, cuál es la historia que te ha tocado vivir?

Nadia: Bueno, para empezar soy Nadia, tengo 29 años y la historia que me tocó vivir comenzó cuando yo tenía 12 años, que fue la migración de mi familia. Anteriormente viví en una familia con papás que si bien pensábamos que era una familia era algo disfrazado. Por temas de economía que estaban pasando en el país mi papá decidió viajar al exterior. Él viajó a Estados Unidos cuando yo tenía 12 años. Uno como hijo, como niño, siempre desea estar con la familia unida, pero en la realidad no siempre es así. Mi papá se fue a Estados Unidos por 11 años. En esos años comencé a vivir muchas tristezas, me acuerdo de que mi adolescencia la pasaba llorando porque lo que más anhelaba era tener una familia unida.

Victoria: ¿Cómo era para vos eso? ¿Entendías lo que estaba pasando? ¿Sabías que tu padre se había ido por una necesidad económica? ¿O en el momento no lo entendías?

Nadia: No, no lo sabía, fue algo de golpe. Yo también era muy inocente en ese tiempo, y no entendía. Me enteré de que de un día para el otro mi papá se iba a ir. Eso pasa, que de un día para el otro, sin darte cuenta, se te fue una madre, un padre, un hijo. Y eso fue lo que me pasó a mí en ese tiempo.

Victoria: ¿Cómo fue tu relación con respecto a tu papá? ¿Cómo era la comunicación? Porque le contamos a nuestras amigas que están escuchando que esto fue durante una crisis importante que hubo en la zona del Río de la Plata entre los años 2000 y 2003 más o menos. ¿Cómo hacías para comunicarte con tu padre sin tener todos esos medios tecnológicos a los que podemos tener acceso hoy en día?

Nadia: Sí, en aquel momento no estábamos con el tema de la tecnología y yo siendo chica no la utilizaba. Mi papá llamaba por teléfono. Allá, en Estados Unidos, juntaba un poco de dinero, iba a un teléfono en la calle, porque no tenía teléfono celular, y así intentaba comunicarse con nosotros.

Victoria: Muchas veces hablamos de la distancia en el tiempo en cuanto al acceso a la tecnología pero también pasa que hay personas que no tienen acceso por un tema económico. Nadia, ¿cómo siguió todo esto?

Nadia: Bueno, ni que hablar que a mí y a mis hermanos nos afectó emocionalmente. Mis hermanos intentaban alejarse de la familia, de mi madre y de nosotros, del resto de los hermanos. Nosotros somos cuatro hermanos y teníamos un hermano menor que era muy chiquito, cuando mi papá se fue tenía dos o tres años. Pero mi hermano mayor ya estudiaba y trabajaba, y ya no quería estar adentro de la casa para no tener que sufrir que no estaba mi papá. Mi otro hermano mayor hacía lo mismo, se iba al fútbol y casi no estaba en casa. Yo también lo sufrí pero de otra manera, a mí me costaba mucho alejarme de mi hermano chico y de mi mamá. Mi mamá cayó en una depresión y yo prácticamente me hice cargo de mi familia.

Victoria: O sea que ese hermanito chico, que hoy ya tiene 20 años, prácticamente quedó dependiendo de vos que eras la que estaba ahí. ¿Cómo fue todo ese tema?

Nadia: Fue muy difícil, super difícil. Yo no podía terminar los estudios y me preocupaba más en pensar en cómo iba a estar mi hermano, en cómo iba a estar mi mamá, sabiendo que en realidad estaba todo destruido. Mi mamá pasaba todo el día acostada, depresiva, y yo era la que tenía que cocinar, la que tenía que limpiar y la que tenía que hacerse cargo de mi hermano chiquito. Aparte yo veía el dolor que mi mamá sufría y sentía bronca hacia mi papá. Era como que nosotros pagábamos los platos rotos de ese dolor que había en la familia.

Victoria: Qué interesante lo que decís, Nadia, porque si bien quizás pasaron a estar en una mejor posición económica, porque tenían los recursos que les estaba mandando tu padre, se desarmó la familia, lo esencial había desaparecido.

Nadia: Sí.

Victoria: Hablamos, además, de que tu familia venía con todo el tema de la fe, desde tus abuelos. Eso corría en paralelo a las cosas que iban sucediendo. ¿Cómo fue eso?

Nadia: Fue difícil todo el tema de la fe, porque uno piensa e intenta ver a Dios, pero yo me hacía preguntas como “Si Dios sabe todo lo que está pasando ¿por qué lo permite?” o “Si Dios es amor, ¿por qué hay tanto odio en casa?” Entonces era muy difícil para mí poder creer que Dios realmente existía o que Dios me cuidaba. Yo llegué a prácticamente detestar a Dios, no quería saber nada con Él porque esas eran las preguntas que yo me hacía. “Si Dios existe, ¿por qué papá se fue?”, “si Dios existe, ¿por qué mamá está en depresión?”, “si Dios existe, ¿por qué yo tengo que pagar los platos rotos de toda esta situación? Porque yo creo todas las decisiones que uno tiene que tomar, buenas o malas, tienen una consecuencia. En ese caso era una consecuencia mala que la estábamos sufriendo nosotros. Por mi parte, la fe la sufrí muchísimo. Me alejé mucho de Dios, comencé con los vicios, a salir por las noches, juntarme con amistades que no eran buenas, consumir drogas, y cada vez me vi más y más hundida en un pozo depresivo. Pero yo no quería estar como mi mamá, y sin darme cuenta comencé a aferrarme a esas cosas en lugar de entender que en realidad no pasaban las cosas porque Dios las había dicho, sino que pasaban porque eran consecuencias de las decisiones de cada uno.

Victoria: Nadia, nos contabas de que ese vacío que había quedado llevó a que cuestionaras a Dios y que tu vida tomó un rumbo completamente distinto al que hubieras pensado, ¿no?

Nadia: Sí. Muchos vacíos, muchas dudas. Pero siempre había gente que me rodeaba y yo sabía que había gente que oraba por mí. Mis abuelos eran cristianos y siempre sentí el cuidado de ellos, pero por otro lado tenía ese pensamiento de “todo el mundo me deja”, porque se fue mi papá y al poco tiempo se fue mi mamá también.

Victoria: ¿Qué edad tenías cuando se fue tu mamá?

Nadia: Tenía 17 años, y ya era la segunda vez que me dejaban. Mi hermana y mis otros dos hermanos también estaban lejos, y yo empecé a pensar que era mi culpa, que había hecho algo malo, que era culpable de que la gente se alejara de mí, pero en realidad eran decisiones de cada uno, como ya mencioné antes.

Victoria: Otra cosa importante es que cuando se va tu mamá, se va con tu hermanito más chico.

Nadia: Sí, eso fue un golpe fuerte porque yo era la que estaba con él, la que lo alimentaba, la que lo llevaba a la escuela, la que hacía todo con él.

Victoria: ¿Y en dónde buscaste el refugio, la salida, la forma de no pensar en lo que te estaba pasando?

Nadia: Sí, yo traté de bloquearlo todo. Hay muchas cosas de mi vida que hoy me cuesta recordarlas, porque las bloqueé de mi mente. Hoy por hoy le pido a Dios que me traiga a la memoria cosas que pasaron, no por un tema de querer sufrir de nuevo o algo así, pero creo que cuando bloqueás lo que viviste te terminas olvidando de muchas cosas, y creo que es bueno recordar de dónde te sacó el Señor y lo que Él hizo en tu vida. Y hablando de dónde me sacó el Señor, mis abuelos eran personas de fe que trabajaron para Jesús muchos años. Ellos siempre oraban por mí, me daban una palabra. Vos, Victoria, una amiga de toda la vida, también siempre orando, siempre invitándome a entregarme a Jesús. Son personas que marcaron y siguen marcando mi vida. Yo creo que cuando presentamos personas delante de Dios, Él nos escucha y Él las alcanza. La Biblia dice que los lazos de amor del Señor nos alcanzan, y yo creo que la oración es un lazo de amor que trae a las personas hacia Cristo. Eso fue lo que pasó conmigo. Recuerdo que muchas veces quise tomar la decisión de matarme pero me daba miedo, y una noche llegué a mi habitación triste, enojada, llorando, y comencé a golpear todo y dije “hasta acá llegué”. Una cosa que yo hacía era consumir, quedaba loca 12 horas del día, y después dormía 12 horas. No me estaba matando pero en realidad estaba acortando mi vida para no sufrir, y no estaba viviendo. Creía que así iba a ser más fácil vivir, pero en realidad era todo lo contrario.

Victoria: ¿Tus abuelos notaban algo de lo que te pasaba? Más allá de que veían que tenías una vida muy complicada, ¿Alguien alrededor tuyo sospechaba lo que pasaba en tu interior?

Nadia: No, nadie. Nadie sospechaba eso. Yo soy una persona muy alegre, entonces trataba de ocultarlo. Pasa a veces que vos podés ver a alguien muy alegre mientras que por dentro está destrozado. Lo que sí se daban cuenta era el tema de mi bronca, yo sentía mucha bronca y eso era algo que no podía ocultar.

Victoria: ¿Qué es lo que pasa en este tiempo, mientras estaba pasando todo esto, con el contacto con tus padres? ¿Sentías ganas de ir a donde estaban tus padres? ¿Sentías ganas de que volvieran? ¿O ya no te interesaba?

Nadia: No, ya no me interesaba. Ya no quería saber nada, me sentía como una hija abandonada, y creo que pasó eso con mis cuatro hermanos también. Quizás el que estuvo más cuidado fue Ezequiel, el más chiquito, que tratamos de cuidarlo un poco más, pero después ninguno quería saber nada con ellos.

Victoria: Hoy, mirando para atrás, qué es lo que podés decir? Vamos a seguir en un próximo programa contando lo que fue la salida de ese pozo en el que te encontrabas, teniendo muchísimas amistades, habiendo conseguido muchos logros, habiendo llegado a tener reconocimiento en el medio en el que te movías, le contamos a nuestras amigas que Nadia canta, y en toda esa época se desarrolló todo eso, pero seguía el vacío interior. Hoy, viendo todas esas cosas, ¿Qué es lo que le podés decir a una persona que está escuchando, que tal vez no pasó exactamente por lo mismo que vos, pero se siente abandonado?

Nadia: Bueno, lo único que les puedo decir a esas personas es que a veces podemos tener a mucha gente alrededor de nosotros, y en realidad no es la gente la que nos hace ser felices, sino que es Dios. Simplemente uno tiene que entender que sí, pasan muchas situaciones difíciles en la vida, pero la Palabra de Dios dice que Él nos escogió, y que Él nos llama desde que estábamos en el vientre de nuestra madre. Eso fue algo que a mí me marcó y creo que puede ser algo que ayude a la persona que esté escuchando esto, entender que sos escogido de Dios y que Él te ama, sin importar quién esté alrededor tuyo, no hay nadie que te pueda llenar. Porque el ser humano siempre va a nacer con un vacío, y ni un padre, ni una madre, ni un amigo, ni una amiga va a poder llenar eso. Vemos muchas familias con dinero, muchas familias que se ríen, que pasan tiempo juntos, pero después cada uno se va vacío. El único que te puede llenar y el único que te puede dar una nueva oportunidad, una nueva vida, es Jesús.

Victoria: Te agradecemos, Nadia, por compartir este tiempo con nosotras. Vamos a seguir escuchando tu historia así que invitamos a nuestras amigas a que no se pierdan el próximo programa en el que Nadia nos va a estar contando un poco de cuáles eran todas las actividades que realizaba, cómo se llenó de amistades, y cómo en el momento en el que se encontró con el Señor dio un giro su vida. Muchas gracias, Nadia por estar con nosotros.

Nadia: Gracias a ustedes.

Victoria: Y a ustedes, amigas, las invitamos a que sigan escuchando Entre Amigas. ¡Hasta la próxima!

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