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“Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulo…” Juan 8:31
Siempre hubo y siempre habrá falsos discípulos, que llevan una vida aparentemente piadosa, pero que no aman a Dios. Como leemos en 2 Timoteo 2:20: «Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra”.
Las palabras de Jesús nos enseñan a ser discípulos verdaderos, auténticos y sinceros. Hay un requisito previo para ello, a saber, «Si ustedes permanecen en mi palabra…».
Cuando leemos el contexto, nos parece que Jesús está condenando la religiosidad tradicional. El fariseo no es un verdadero discípulo. La marca de un verdadero seguidor de Jesús es tener convicción de su pecado y culpa, lo que no se aplicaba a los fariseos, que confiaban en su religiosidad y buena reputación.
La segunda marca del verdadero discípulo es que hace la voluntad de su Señor. Conoce esta voluntad y la lleva a cabo. En el versículo 29 Jesús dice que «porque yo hago siempre lo que le agrada «, es decir, lo que agrada al Padre. Hay una gran diferencia entre conocer la voluntad de Dios y cumplirla. El verdadero seguidor de Jesús obedece la voluntad de su Señor.
La tercera marca es que se mantiene firme en la Palabra de Dios. El comienzo entusiasta es fácil, y casi todo el mundo está dispuesto a ello, pero aguantar hasta el final, perseverar y mantenerse firme incluso cuando las cosas no nos gustan, es raro.
El verdadero discípulo se apoya en las palabras de Jesús, es decir, persevera a pesar de las circunstancias. Este es el secreto del discípulo bienaventurado.
Ernesto Kraft
Artículo publicado primeramente en Chamada.com.br
