Cristo en nosotros
4 abril, 2020
Hoy estarás conmigo en el paraíso
5 abril, 2020
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Ilustración de la resurrección de Jesús.

Vivimos en tiempos turbulentos, pero los cristianos tenemos un consuelo: la resurrección, ascensión y segunda venida de nuestro Señor Jesús. Y quien es consolado, puede dar un suspiro de alivio. Una evidencia de esto es la piedra removida del sepulcro vacío del Señor.

Mateo 27:65-66 dice: “Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia”.

Podemos apreciar aquí la astucia de un mundo impío y sus filosofías, la sutileza de una religiosidad seductora, superficial, y las artimañas de aquel que tiene el mundo bajo su control. El mundo niega la resurrección de Jesús, la seudorreligiosidad no ofrece liberación, y Satanás, que tiene poder sobre la muerte, mantiene a las personas encerradas y desesperanzadas. Sí, pusieron una guardia delante del sepulcro y lo sellaron.

El siguiente pasaje bíblico es muy acertado en este sentido: “Ciertamente la ira del hombre te alabará; tú reprimirás el resto de las iras” (Sal. 76:10). Una traducción más moderna dice: “¡La rebeldía del ser humano solo resalta tu gloria, porque tú la usas como un arma!”.

Esto es precisamente lo que vemos aquí: los enemigos tomaron todas las medidas preventivas –la guardia (que a menudo consistía en más de 16 soldados) y el sellamiento del sepulcro–, pero no hicieron más que presentar la prueba irrefutable de la resurrección de Jesucristo. Los discípulos no podían de ninguna manera robar el cuerpo de su Señor y esconderlo de manera inadvertida para que no fuese descubierto.

A los líderes del pueblo les hubiese encantado negar la resurrección, si tan solo contaran con el cuerpo para mostrarlo. Un día, en la segunda venida de Jesucristo, Dios derrotará todo argumento. El error más grande del ser humano es creer más a las personas que a la Biblia: “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido” (Sal. 119:92).

Un hombre que no creía en Dios le dijo a un niño:

–Te doy un franco suizo si me demuestras que hay un Dios.

Por lo que el niño contestó:

–Yo le doy 10 francos suizos si usted me demuestra que no hay un Dios.

Norbert Lieth

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