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Autor: Samuel Rindlisbacher

En este programa veremos como se relacionan el vino y el holocausto con el gozo y el servicio. El Apóstol Pablo se dirige a los filipenses teniendo en cuenta que nunca sabía cuándo podía ser su tramo final en la tierra ya que podía ser, como efectivamente ocurrió al final, muerto como mártir por la causa de Cristo.


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PE2691- Estudio Bíblico
La carta de Pablo a los Filipenses (17ª parte)



Gozo en el sufrimiento

En Filipenses 2:17 al 18, el apóstol Pablo escribe: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo”.

En las ceremonias de sacrificio paganas, conocidas por los lectores griegos de las cartas del apóstol, la libación jugaba un papel importante. Se hacía con una copa de vino, la cual se ofrecía a los dioses. Además, la libación pagana también acompañaba cada comida, la cual se iniciaba y se concluía con una copa de vino en honor a los dioses. Pero la libación en el judaísmo, el origen cultural del apóstol Pablo, era una parte integral del holocausto y de la ofrenda de paz, sobre esto podemos leer en Números 15:1-5 “Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy, y hagáis ofrenda encendida a Jehová, holocausto, o sacrificio, por especial voto, o de vuestra voluntad, o para ofrecer en vuestras fiestas solemnes olor grato a Jehová, de vacas o de ovejas; entonces el que presente su ofrenda a Jehová traerá como ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina, amasada con la cuarta parte de un hin de aceite. De vino para la libación ofrecerás la cuarta parte de un hin, además del holocausto o del sacrificio, por cada cordero”.


Desde el punto de vista neotestamentario, nos hace pensar en cuánto le costó a Jesús dar Su sangre como “holocausto” en la cruz del Gólgota. También cuando celebramos juntos la Cena del Señor se derrama simbólicamente una libación, ya que el vino de la Cena es un recordatorio de lo que Jesús hizo allí por nosotros. Cuando Jesús fue herido con una lanza en la cruz, salió de su costado sangre y agua. Es a esto a lo que se refiere Pablo.

Es interesante que las dos cartas en las cuales Pablo se compara con una libación fueran escritas en la cárcel. Notamos en ellas que el apóstol estaba consciente de que podía ser el último tramo de su camino terrenal antes de ser derramado en libación, como dice en Filipenses 2:17-18. Y otra vez menciona esta ofrenda, poco antes de morir como mártir, en su última carta a su hijo espiritual Timoteo capítulo 4 veros 6 al 8: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.

La imagen de la libación habla un idioma claro: Se trata de la disposición a sufrir y a morir por el Señor Jesús, a ser “derramado”. Pablo elogió a los filipenses, pero les dijo también que su situación podría volverse extremadamente difícil. Como cristianos deberíamos estar dispuestos a sufrir y a morir por Cristo. También en la actualidad, más de 100.000 cristianos en todo el mundo son asesinados cada año a causa de su fe. No deberíamos olvidarlo. En realidad, en la Biblia, el vino siempre es una imagen de gozo y de abundancia. Por lo tanto, no es casualidad que en el contexto de su sacrificio como libación, Pablo mencione cuatro veces el gozo. Leemos Filipenses 2:17 y 18: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo”.

En la carta a los filipenses, Pablo habla una y otra vez del gozo, a pesar de estar rodeado de los muros de la cárcel. Podemos concluir entonces de este pasaje, que cuando nos toca sufrir por causa de Jesús, lo deberíamos hacer con gozo. Pero esto no lo podemos lograr solos, sino solamente con la ayuda de Dios. Todo lo que se nos avecina en la vida está en Sus manos. La Biblia nos dice en Mateo 6:34 que no debemos preocuparnos por el día de mañana, porque cada día tiene sus propios afanes. Podemos saber, con seguridad, que Dios nos cuida hoy, y que también Él tiene el control del mañana.

El gozo es un fruto del Espíritu Santo, de acuerdo con Gálatas 5:22. Todos los que hemos nacido de nuevo, tenemos al Espíritu Santo morando permanentemente en nosotros y, con Él, la fuente y el origen del gozo verdadero. Puedo tener gozo, no solamente por lo que vendrá mañana, sino también en la situación en la que me encuentro hoy. Le puedo decir al Señor Jesús que me siento incapaz y débil para esto, pero que cuento con Él, confiando que me sostendrá y me ayudará.

Nuestro gozo tiene su origen en la salvación de Jesucristo, en Su Persona y en Su obra. La razón de nuestro gozo es el hecho de que Jesús vive en nuestros corazones y nuestro pasado ha sido arreglado y perdonado. ¡Qué grandiosa noticia! Y, ¿no es también la esperanza de la gloria que Él nos ha dado, la que hace brotar el gozo en nosotros? Cuando un cristiano está lleno de gozo, éste contagia a otros, como lo expresa Pablo en Filipenses 2:18 diciendo “Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo”. En definitiva, Pablo se goza porque sabe adónde va. Muchas personas tienen miedo porque no saben adónde van. Tienen miedo al umbral de la muerte y a la eternidad. Sí, yo también le tengo miedo a la muerte, pero no a lo que viene después. Pablo anima a los hermanos a gozarse y a regocijarse con él. Pueden gozarse sabiendo adónde Pablo va. Y deben aprender a gozarse, aunque sean guiados por caminos difíciles.

Y si hablamos de gozo, tal como lo venimos haciendo, ningún idioma en el mundo conoce tantas diferentes palabras para expresar gozo como el hebreo. En el Antiguo Testamento existen 13 raíces hebreas que significan gozo, con las cuales se pueden formar 72 palabras diferentes. Éstas se usan especialmente en el contexto de la adoración a Dios. Y esto nos muestra que solamente Dios puede ser la razón más profunda de todo gozo. Sí, el verdadero y permanente gozo solamente se puede experimentar en la adoración. El gozo que perdura aún en el sufrimiento, solamente lo encontramos en Jesucristo. Aunque Pablo tenía que pensar en la posibilidad de su pronta y violenta muerte, se gozaba. No se entregaba a la melancolía, sino que dirigía su mirada al cielo. Miraba a Jesús. Y animaba a sus hermanos en la fe a hacer exactamente lo mismo. ¡Qué podamos aprender en nuestra vida, tal como Pablo y miles después de él, a mirar, más allá de las nubes oscuras y del abismo del sufrimiento, a Aquél que es la razón de nuestra esperanza, nuestro anhelo y nuestro gozo: Jesucristo!

Querido oyente, ¿es Jesucristo todo esto para usted también?

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