¿Quién tiene la última palabra sobre Jerusalén? (parte 1)

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Titulo: “¿Quién tiene la última palabra sobre Jerusalén? (parte 1)”

Autor: Norbert Lieth
  Nº: PE850
Locutor: Gerardo Rodríguez

No serán las naciones, ni los políticos, ni ninguna resolución, quienes tengan la última palabra sobre Jerusalén. Será el Dios todopoderoso. El segundo capítulo del libro de Zacarías muestra claramente cómo el Señor dirá la última y decisiva palabra sobre la condición de Jerusalén.


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«¿Quién tiene la última palabra sobre Jerusalén? (parte 1)»

Estimado amigo, en primer lugar, quiero compartir con usted la lectura bíblica de Zacarías 2:1-13. Dice así: 

«Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y le dije: ¿adónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella. Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová. Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió. Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada''.

La principal de todas las preguntas políticas de hoy en día es: ¿A quién le pertenece en realidad la ciudad de Jerusalén: a los judíos, a los árabes o a ambos? Hasta 1967 Jerusalén oriental estuvo bajo dominio jordano. Jordania simplemente anexó esta parte de la ciudad. Luego durante la guerra de seis días los israelíes conquistaron Jerusalén oriental y en 1982 finalmente el Knesseth, el Parlamento Israelí, la declaró capital indivisible de Israel. Acto seguido muchos estados trasladaron sus embajadas desde Jerusalén hacia Tel Aviv. Las discusiones políticas de los dirigentes de este mundo y la lucha de los palestinos apuntan a la separación de Jerusalén para formar así dos capitales. Las propias Naciones Unidas avalan un plan de separación, y líderes islámicos hasta reclaman a toda Jerusalén para el mundo árabe.

¿Pero quién tiene la última palabra sobre Jerusalén? La respuesta nos es dada en el texto bíblico recién citado:«Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada''..

Con respecto a una solución al tema del cercano oriente, estas palabras de Dios tienen un significado decisivo. Más claro imposible, el Señor es quien tendrá la última palabra y las naciones tendrán que callar. Y aunque hoy por hoy griten y maldigan, el tema ya está resuelto: ¡Jerusalén es asunto de Dios! Las palabras del Señor en este capítulo ponen fin a todos los conceptos, opiniones y discusiones de las personas sobre Israel y Jerusalén.

El hombre con el cordel de medir

Lo primero que el Señor le muestra al profeta Zacarías, es un varón con un cordel de medir, con el cual se ha de medir a Jerusalén. Este cordel de medir ya aparece en el capítulo 1:16. Pese a todas las amenazas a nuestro alrededor debemos mantener nuestra mirada en Jesús, en el hombre que es la medida completa de la salvación y que nos ha vestido con su santidad. ¿Qué es lo que nos dice este hombre con el cordel de medir y su obrar profético? Parecería que se trata del mismo Señor Jesucristo. El profeta Ezequiel menciona una persona semejante en el capítulo 40:2-3. En el primer capítulo de Ezequiel se describe a este hombre aún con mayor detalle:«…Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor''(Ezequiel 1:26-27, vea también Apocalipsis 1:12-15). A mi entender estaba dentro del plan de salvación de Dios que el Señor Jesús se criara como hijo de un carpintero y que seguramente también aprendiera este oficio. La palabra griega «tektoon'', traducida como «carpintero'', significa «obrero de construcción que trabaja con madera y con piedra''. Para estos obreros de construcción era obvio tener que medir y calcular una casa u objeto antes de trabajar en ellos. ¿Acaso Zacarías vio al «hijo del carpintero'' de los Evangelios?

El cordel de medir como símbolo de la edificación

En el texto de Ezequiel 40:2-3 (en adelante) antes mencionado, se utiliza el cordel de medir en los preparativos para la edificación de la ciudad de Jerusalén así como la del templo y utilizándolo para la era del reino. También en Zacarías capítulo 2 se habla al respecto. No se trata de destrucción sino de resurgimiento; no se trata de división sino de unificación. Por medio de la medición, el Señor legitima su derecho sobre Jerusalén, y lo hace a la vista de todos los enemigos.

El cordel de medir como símbolo de indivisibilidad

Permitamos que en este punto sean tres versículos bíblicos los que nos hablen: 

·«Y él les echó suertes, y su mano les repartió con cordel; para siempre la tendrán por heredad; de generación en generación morarán allí''(Isaías 34:17). El cordel de medir simboliza aquí el eterno derecho de posesión de los judíos sobre la tierra de Israel.

·«Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia…''(Isaías 28:17). El Señor no se guía según la opinión de los políticos, tampoco según la opinión de los medios de prensa. Tampoco se guía por la opinión de una religión o del Corán. Su regla de juicio consiste en las promesas hechas a Abraham, Isaac, Jacob y David. El juicio y la justicia de Dios no permiten que estas promesas caigan en el olvido.

·«He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros''(Isaías 49:16). Este Señor, que ha medido a Jerusalén, ha medido a pasos sus muros, y constantemente están ante sus ojos.

El cordel de medida como símbolo de protección y cuidado

En Apocalipsis vemos cómo el templo y el altar son medidos, para proteger a aquellos que están adorando dentro:«Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses''(Apocalipsis 11:1-2). También en los versículos 4-5 del segundo capítulo de Zacarías se nota que la cuestión aquí es la protección y el derecho de propiedad de Dios sobre la ciudad de Jerusalén. Tanto por fuera como por dentro es el mismo Señor quien protege a Jerusalén. Jesús volverá en gloria y establecerá su reino con Jerusalén como centro.

Actualmente hay una pugna por Jerusalén; se trata de dividir la ciudad, de quitársela a los judíos y de entregársela al Islam. Pero Dios dice lo contrario: la ciudad es medida para poder ser reedificada. Se basa en el Hijo de Dios, Jesucristo, quien cuando se hizo hombre salió de la casa de un carpintero. Para Dios Jerusalén es indivisible.

Nuestra vida también fue «medida'' y es guardada del derrumbe, a pesar de que el enemigo exija su derecho de propiedad sobre nuestras vidas y quiera irrumpir y borrar en ella los límites. Pero nosotros podemos estar seguros de que hemos sido incluidos dentro del edificio de Dios. El enemigo no tiene ningún derecho sobre nosotros siempre y cuando hayamos aceptado a Jesús en nuestras vidas, es decir si nos hemos convertido a él:«en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu''(Efesios 2:21-22). Nuestra vida está incluida en toda la medida de su amor y es guardada en ese amor. Esta medida se describe en Efesios 3 …para que…«seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén''.

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