El secreto de la firmeza en tiempos de tempestad. 1/2

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Titulo: El secreto de la firmeza en tiempos de tempestad. 1 / 2

Autor: Marcel Malgo 
Nº: PE974

 

¡Descubra, escuchando esta nueva serie de dos programas consecutivos, cuál es

“ El secreto de la firmeza en tiempos de Tempestad”.

 


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El secreto de la firmeza en tiempos de tempestad. 1 / 2

 

Querido amigo, hombres como Abraham, Moisés y Daniel, fueron amigos de Dios porque procuraron mantener un contacto íntimo con él, y de esta manera llegaron a conocerlo bien. En los momentos adversos de sus vidas ellos permanecieron firmes y salieron vencedores.

 


 
¿Sabe? Daniel vivió en una época tempestuosa. El alcance de sus profecías se extendió desde el reino mundial babilónico, en el cual obtuvo un alto puesto otorgado por Nabucodonosor, hasta el reino eternal de Jesucristo. Daniel menciona en su libro a los cuatro últimos reyes del imperio medo persa, luego habla sobre Alejandro Magno, luego sobre la división del imperio griego y, finalmente, sobre Antíoco Epífanes.

 

Antíoco Epífanes, fue el rey que profanó de la peor manera el santuario en Jerusalén, sacrificando un cerdo sobre el altar santo de Dios. Aparte de esto, perpetró además muchos otros delitos de profanación. En Daniel, capítulo 8, se habla expresamente acerca de él. En la tan difícil época de aquel entonces, de pronto somos confrontados con un maravilloso rayo de luz. Acerca de Antíoco Epífanes está escrito: «Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto…» (Daniel 11:32). Pero en el mismo versículo continúa diciendo: «… mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.»

 

En aquella época, querido oyente, muchas personas ya se habían apartado en sus corazones del Dios de Israel, y fueron definitivamente desviadas por Antíoco Epífanes, quien los sedujo con lisonjas. Pero también había algunos israelitas que conocían a su Dios, que permanecieron firmes y no se dejaron arrastrar hacia esa apostasía generalizada: son los así denominados Macabeos. Con tremenda valentía, se opusieron al sacrílego rey Antíoco Epífanes y le ocasionaron más de una derrota.

 

Más que nada, se trató del sacerdote Matatías y sus hijos Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán. El relato de su levantamiento contra Antíoco Epífanes lo encontramos en los dos libros apócrifos de los Macabeos. Estos no forman parte del canon bíblico, pero desde el punto de vista histórico es importante leerlos.

 

El Nuevo Testamento habla muy claramente acerca de la apostasía de los tiempos finales, por ejemplo en la primera epístola de Timoteo: «Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1). Pero, ¿cómo será esto de que algunos «apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores ya a doctrinas de demonios?» Se trata de personas que interiormente se habrán apartado de Dios y se dejarán engañar hasta la completa apostasía, como en aquel entonces lo hicieron los israelitas, a través de Antíoco Epífanes.

 

 

En Daniel 11:32, hemos leído que: «Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto…» (Daniel 11:32), justamente éste es el proceso que lleva hacia la apostasía. Allí donde de alguna manera nos permitamos «violar el pacto con Jesús»,  muy rápidamente vendrá el diablo «como ángel de luz» (2 Corintios 11:14) y con «lisonjas» (nos)  seducirá  para que apostatemos.

 

¿Cómo le fue a Demas en aquel entonces? En la carta a Filemón, Pablo lo considera un colaborador: «Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores» (Filemón 1:24). Luego, en Colosenses 4:14, su nombre aún está entre los que saludan: «Os saluda Lucas el médico amado, y Demas.» Pero en la segunda carta a Timoteo, leemos lo siguiente acerca de él: «… porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica…» (2 Timoteo 4:10).

 

En algún momento, Demas comenzó a dejarse seducir por el mundo. Al principio, seguramente, tan sólo un poco, pero su deseo por las pasiones terrenales se volvió cada vez más fuerte hasta que, finalmente, volvió a amar a este mundo y lo que él tiene para ofrecer. De este modo, Demas, un colaborador en el reino del Señor, se volvió un enemigo de Dios. Pues escrito está: «… Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios» (Santiago 4:4).

 

Le invito a que nos deleitemos con unos compases de música y enseguida volvemos.

Ahora bien estimado amigo; ¡Aquel que conoce a Dios se mantiene firme!

 

Precisamente en estos tiempos finales, deberíamos cuidarnos más que nunca de no acariciar ni siquiera un poco el pecado. Pues el «Antíoco Epífanes de la oscuridad», el propio diablo, espera con mucho anhelo poder engañar a los hijos de Dios. Por eso, queremos volver a estar del lado de aquellos que, aun en los tiempos de mayor tempestad, permanecen firmes. ¿A quiénes me refiero? Daniel escribe: «… pero el pueblo que ama a su Dios se mantendrá firme y hará frente a la situación» (Daniel 11:32, Dios habla Hoy).

 

Querido amigo, ¿Usted conoce a su Dios, a su Salvador? Vayamos una vez más a la Palabra de Dios, al libro del profeta Daniel, quien tuvo que escribir todo sobre Antíoco Epífanes y su régimen de terror. Si hay una persona que puede decir con especial autoridad lo que significa conocer a su Dios, sin lugar a dudas es Daniel. Naturalmente, hay otras personas en la Escritura que nos pueden ayudar con total convicción al respecto, pero Daniel de todas maneras sigue siendo un caso especial. ¿Por qué? Porque en la Biblia sólo Daniel recibe el extraordinario adjetivo de ser un hombre muy amado, y esto sucede tres veces:

 

· «… porque tú eres muy amado» (Daniel 9:23).
· «… Daniel, varón muy amado» (Daniel 10:11).
· «… Muy amado, no temas» (Daniel 10:19).

 

 

El amor de Dios es igual para todas sus criaturas. ¿Pero por qué razón le dijo tres veces a Daniel que era «muy amado»?
El secreto de Daniel consistía en que conocía a su Dios a fondo, y su Dios también lo conocía a él.

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