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Dos fechas y la verdad entre medio de ellas 
(3ª parte)

Autor: Norbert Lieth

    A menudo, son las pequeñas cosas las que hacen una gran diferencia. Los pequeños tonos son los que producen grandes melodías. En este caso, se trata de una tablilla de cerámica en el Museo Británico, que sólo tiene 13,2 cm. de largo y 6,2 cm. de ancho. Es denominada la “BM 21901” y en ella se encuentra una impresionante verdad; una verdad que tiene una conexión directa con las profecías bíblicas.  


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PE1845 – Estudio Bíblico
Dos fechas y la verdad entre medio de ellas (3ª Parte)



Amigos, ¿cómo están? Como ya se dijo, hemos visto una sucesión de hechos que abarcaron el período entre el 609 a.C. hasta el 539 a.C., lo que es igual a 70 años. Con esto, la Palabra de Dios con respecto al dominio mundial babilónico se cumplió en un cien por ciento – y la arqueología al igual que la historiografía mundana lo confirman. Las profecías de Jeremías (del cap. 25:9, y 11 al 13 y del cap. 29:10 y 11), y de Zacarías (cap. 1:12), inspiradas por el Espíritu de Dios, mostraron ser verídicas. La completa conquista y destrucción de Babilonia en el año 539 a.C. y el edicto del rey persa Ciro (o sea, Cyrus), acerca del regreso de los judíos a su patria en el año próximo (538 a.C.) (lo cual se relata en Esdras 1:1 al 4), fueron un exacto cumplimiento de la profecía bíblica.

Aproximadamente 170 años antes de que apareciera Ciro (o sea, Cyrus), Dios hizo escribir esto al profeta Isaías:“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré. Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia: Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel”(así leemos en Is. 46:9 al 13). John MacArthur explica lo siguiente acerca del hombre de lejanas tierras escogido por Dios (mencionado en el v. 11): “Ese hombre era Ciro, a quien Dios llamó para conquistar Babilonia y enviar al remanente de Israel de regreso a su patria…” E Isaías, inspirado por el Espíritu Santo, incluso lo llamó por su nombre (pues en Isaías 45:1 está escrito:“Así dice Jehová a su ungido, a Ciro…”) – ¡y esto 170 años antes, aún antes del dominio babilónico!

Ciro, quien fue un rey pagano que, por lo tanto, no conocía al Dios de Israel, aun así sirvió para contribuir a que la Palabra de Dios se cumpliera. A causa de la divina elección de Israel, él tuvo que dejar que el pueblo de Dios volviera a su patria. El Todopoderoso mueve y dirige la política mundial, de tal modo que la misma tiene que corresponder a Su voluntad para que Él pueda llegar a la meta con Su pueblo.

Como Dios lo había predicho a través de Jeremías, Judá fue deportado de su país durante los 70 años de dominio babilónico, y después de los 70 años los judíos fueron llevados otra vez a su país. Nuevamente había un pueblo de Israel en la Tierra de Israel. ¡Y ésa es una verdad que impresiona!

Veamos ahora algo de la: Historia futura. En Isaías 45:11 leemos:“Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos”.

El último libro de la Biblia, nos dice que todo lo que ha sido escrito por los profetas se tiene que cumplir. Eso quiere decir que también tienen que cumplirse, todavía, todas las promesas restantes con respecto a las naciones e Israel, como por ejemplo el regreso de los judíos a la Tierra Prometida, la gran venida del Mesías y el reino mesiánico en Israel. Así está escrito en Ap. 10:7:“Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas”.

El misterio de los profetas era el reino mesiánico de Jesucristo (lo podemos ver, por ejemplo, en Dn. 2). Y, ¿qué más han predicado los profetas como mensaje de salvación? Dios dice en Isaías 41, vers. 8 al 11, por ejemplo:“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo”.

No nos preocupemos por lo que diga ningún presidente iraní contra Israel. Dios se las ha visto con un presidente iraquí que, en su tiempo, lanzó 39 misiles contra Israel. Él se las ha visto con la amenaza asiria bajo el gobierno de Senaquerib, en tiempos antiguos. Él le puso fin al reino babilónico, como lo había prometido, después de 70 años. Para Él los 400 años de dominio turco en “Palestina” tampoco fueron un problema, y Dios el Señor también arregló cuentas con un gran poder nacional-socialista. Lo leemos en Is. 41:11 y podemos ver también Is. 43:4 al 6:“He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo”. Así que, de la misma manera, también los actuales disturbios en el mundo árabe son parte del plan de Dios.

  La declaración:“Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché”, se trata de un mensaje de salvación profético del Antiguo Testamento, que encuentra su eco en el Nuevo Testamento, cuando Pablo escribe en Ro. 11:1 y 25 al 29:“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín… Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.

Esta conexión deja claro que la iglesia, compuesta por judíos y gentiles, no ha reemplazado a Israel. Se mantiene una clara diferencia entre Israel y la plenitud de entre las naciones (la iglesia). La “plenitud de los gentiles” es la consumación del decreto de Dios en esta era, eso significa llamar a un pueblo de entre todas las naciones a través del nombre de Cristo, el cual es “la iglesia, la cual es su cuerpo” (Esto lo podemos ver en varios pasajes, como Ef. 1:22 y 23; Hch. 15:14; 1 Co. 12:12 y 13; y Ef. 4:11 al 13).

Debemos tener en claro que el Dios del cielo y de la tierra da naciones por Israel (así lo leemos en Is. 43:4) y que Él mueve la política del mundo con respecto a Israel y a Su Palabra profética. El decreto de las naciones no se cumple, pero sí Su decreto divino, como podemos ver en Sal. 33:10 y 11, lo cual podemos comparar con Is. 8:9 y 10:“Jehová hace nulo el consejo de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones”. Especialmente en Babilonia y en Persia, vemos cómo el Señor dirige los imperios y la política del mundo para que Su Palabra se cumpla.

Acerca de Babilonia, se afirma en Is. 43:14 y 15:“Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey“. Y sobre el rey de Persia Ciro, a quien Dios levantó para liberar a Israel, el Señor dice en Is. 45:1 al 4, acerca de lo cual podemos leer también en Esdras 1: “Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste”.

Tenemos todas las razones necesarias para mantener la esperanza de que el mismo Dios todopoderoso que fijó los 70 años de Babilonia y realizó con fidelidad el subsiguiente regreso de Israel, del mismo modo cumplirá fielmente todas las demás profecías apocalípticas. ¡Qué así sea!

 

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