Viviendo en los últimos tiempos

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La perseverancia es una de las palabras más utilizadas a lo largo de las cartas del Nuevo Testamento. El pueblo de Dios es continuamente exhortado a perseverar.

¿Por qué?

Porque experimentamos retos, dificultades y oposición que nos impiden perseverar. Así, encontramos un estímulo constante para perseverar.

La mayoría de la gente no conocía El Señor de los Anillos antes del estreno de las películas. Tal vez ahora la mayoría conozca al menos la trama general. Uno de los personajes principales, Frodo, debe llevar el «anillo de poder» maldito (símbolo del mal) para destruirlo en Mordor, donde había sido forjado por Sauron, el Señor Oscuro, que es el villano principal. A lo largo de toda la serie de ficción (ya sean los libros o las películas), la perseverancia de Frodo es evidente. Siempre es consciente del tremendo deber que le corresponde a él solo. Al percibir los retos, las dificultades y la oposición a su perseverancia, Frodo afirma repetidamente: «Sé lo que debo hacer».

En Hebreos 12, versos 1 y 2, la Biblia nos enseña esta misma perseverancia: “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (NVI).

Las vidas de Abraham, José, Moisés, David, Daniel y Pablo, entre otros, nos enseñan a perseverar, tanto con el ejemplo como con el precepto.

En repetidas ocasiones, la Biblia exhorta al pueblo de Dios a perseverar. El ejemplo supremo de perseverancia es el Señor Jesucristo, que «por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba”.

A pesar del sufrimiento o de la oposición, ya sea emocional, física o espiritual, todos los que confían en Cristo para la salvación son animados a perseverar. La vida puede ser un reto, especialmente cuando se trata de vivir de una manera que complazca a Dios.

La Biblia es totalmente verdadera y al perseverar con integridad, el creyente experimenta el poder transformador de las Escrituras que le permite mantenerse firme.

LA ADVERTENCIA (2ª Timoteo 3:1-9)

«Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles”, la depravación humana empeorará progresivamente, lo que supondrá un desafío muy real para aquellos que buscan ser fieles a Dios.

Los «últimos días» se refieren al período entre la primera venida del Señor y su regreso (es decir, el período de la gran tribulación).

Los días son «últimos» porque comprenden el lapso final de la presente era eclesiástica.

Un componente primordial de la vida piadosa es tener una visión adecuada del futuro. El concepto de esperanza afecta directamente a la perspectiva de futuro del cristiano.

La esperanza de un creyente implica el resultado final y justo de la historia y los asuntos humanos. También la expectativa de la resurrección corporal; y la anticipación de que, incluso en el presente, hay oportunidades y privilegios para el servicio, y la provisión de gracia del Señor para cada necesidad de su pueblo.

La esperanza bíblica también considera la naturaleza humana con un realismo sincero, comprendiendo el rumbo de la historia antes de la segunda venida de Jesucristo. El libro de los Jueces, por ejemplo, parece dar a entender que la historia tiende a deteriorarse como resultado de la depravación humana.

Esta idea es ciertamente evidente en el comienzo de la historia de la humanidad antes del Diluvio en el Génesis, y se manifiesta de nuevo en la profecía de Jesús sobre el futuro en Mateo 24 y 25. Sin embargo, los «últimos días» también se caracterizan por la gracia de Dios, en el sentido de que la salvación está disponible para «todo» el que crea (Juan 3.16-21,36).

Si observamos el pasaje de esta sección, los versículos 2 al 5, la descripción son similares a las de la época actual. Por lo tanto, lo que dicen las Escrituras es muy importante.

«El egoísmo» es el primer elemento de la lista de males morales, lo cual es comprensible ya que es la esencia de todo pecado y es la fuente de la que surgen todas las demás características. El egoísmo da lugar a deseos que consumen el alma. El nuevo nacimiento en Cristo está destinado a que los individuos «ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.» (2 Corintios 5.15).

La principal preocupación de los egoístas son sus propios deseos, por lo que naturalmente amarán el dinero, que puede satisfacer estos deseos.

Los «orgullosos» siempre quieren toda la atención para ellos, y por eso buscan lucirse al máximo.

«Arrogante» se refiere a los que se exaltan por encima de los demás. Muchas personas hoy en día tienen poco respeto por Dios, y prácticamente ninguna humildad en presencia de las autoridades legítimas.

Los «blasfemos» hablan mal, especialmente de Dios. Los blasfemos orgullosos y arrogantes actúan como si fueran las personas más importantes. Lamentablemente, muchos viven como si Dios o cualquier otra persona no importara.

«Desobediente a los padres» es otro ejemplo de obstinación. En el Antiguo Testamento, Dios es el Padre de Israel. Jesús llamó a Dios “su Padre” y enseñó a sus seguidores a hacer lo mismo. Los cristianos se relacionan con Dios como Padre a través de Jesús, el Hijo. Dios es Padre, no sólo porque es el Creador, sino también porque es el Salvador. Cuando se enfatiza el ego, la gente cree que merece más de lo que ya tiene. Por eso, es importante recordar: » Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Santiago 1.17a). Por eso hay que responder a Dios con gratitud por su buena gracia.

Los «impíos» son aquellos que carecen de pureza interior, y que incluso pueden burlarse de esta noción o condición. (1Timoteo 1.9).

No tener «afecto natural» es vivir sin tener amor, especialmente hacia los parientes de sangre.

Los que son «despiadados» encuentran natural ser «calumniadores», lo que significa participar del carácter de Satanás.

«Sin autocontrol» significa no tener límites en absoluto; se vuelven «crueles» (salvajes inhumanos), despreciando cualquier rastro de amabilidad.

Las personas descritas en este pasaje son totalmente contrarias al espíritu de Cristo, que es «manso y humilde de corazón» (Mateo 11.29).

Estas personas sólo persiguen sus propios deseos, sin pensar prácticamente en cómo se verán afectados los demás, estos individuos también tienen poco interés en los asuntos de importancia eterna. Por lo tanto, son irrespetuosos con las cosas espirituales, aun cuando tratan de mantener una apariencia piadosa (2ª Timoteo 3:4-5).

Este pasaje también los describe como apasionados por satisfacer los placeres carnales (versículo 6).

Cuando menciona que «Ellas siempre están aprendiendo, pero nunca logran conocer la verdad.», simplemente es porque les interesan las nuevas ideas (simplemente porque algo es nuevo) – pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad porque realmente no la buscan (versículo 7).

Los individuos descritos en este pasaje se comparan con «Janes y Jambres» que «resistieron a Moisés» (versículo 8). Siempre hay alguien que se opone a la verdad. «En los últimos días» tales personas serán cada vez peores. Podríamos decir que basándose en la referencia a la sobrecarga de pecado (versículo 6), parece que se oponen principalmente a la doctrina de la depravación humana y la necesidad de redención.

Aunque pueda parecer que estos individuos diabólicos y la proliferación de ideas y filosofías falsas están venciendo a la verdad, la Escritura afirma que tales éxitos aparentes son temporales porque el verso 9 dice «Pero éstos no llegarán lejos…«.

El poder y la verdad de Dios expondrán la «necedad» a todos, al igual que Janes y Jambres fueron finalmente humillados porque su poder era inadecuado y limitado. Los engaños y las mentiras saldrán a la luz y estas personas quedarán expuestas a la verdad y todas sus ideas mostrarán su absoluta necedad. Dios es soberano, y el espíritu del anticristo de los últimos días nunca vencerá al Señor.

LA COMISIÓN (2Timoteo 3.10-17)

¿Qué puede esperar el pueblo de Dios en los últimos días?

La manera distintiva en que un seguidor de Cristo vive, es decir su «enseñanza», «conducta», «propósito», «fe», «paciencia», «amor» y «perseverancia» dará como resultado «persecuciones y sufrimientos» (versículos 10-11).

La vida de la fe siempre resultará en oposición tarde o temprano (versículo 12), pero “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (versículo 13).

El conflicto es inevitable cuando el compromiso de los creyentes con la Palabra viva y la Palabra escrita se opone directamente a las ideas y prácticas del mundo en general. Un estilo de vida piadoso mostrará a los demás el pecado, porque en muchas ocasiones nuestra actitud y comportamiento correcto dejará a la vista lo que ofende a Dios, por esta razón siempre provocará una respuesta volátil o defensiva de los incrédulos.

En tiempos y circunstancias difíciles, no es raro sentirse desanimado, incluso desesperado o cansado.

Cuando surgen estos sentimientos, siempre es bueno volver a centrar la atención en lo que es verdadero, los versos 14 y 15 dicen “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

Debemos actuar según nuestras convicciones espirituales. La vida fiel es posible cuando se tiene el conocimiento de la verdad y luego se actúa de acuerdo con esas creencias en las decisiones diarias. La realidad de la fe en Dios se demuestra con la perseverancia.

La verdad de Dios incluye «toda la Escritura» (versículo 16), lo que significa todo el Antiguo y el Nuevo Testamento.

La frase «inspirada por Dios» deriva del griego theopneustos, que podríamos traducirla como «exhalada por Dios».

Dios es el origen de la Escritura, y la Biblia representa su pensamiento. Dios tomó la iniciativa y dio su verdad a través del Espíritu Santo, que impulsó a los humanos defectuosos como escritores, pero los supervisó milagrosamente mientras escribían, evitando así cualquier error u omisión en las Escrituras.

La Escritura es «inspirada por Dios» y podemos confiar en ella como inerrante e infalible.

La fiabilidad de la Escritura significa que es una fuente segura y digna de creer. Dios dio su Palabra para revelarse a sí mismo y su verdad a la humanidad.

La Escritura hace a los “humanos imperfectos” como tu o yo, sabios para la salvación. Escucharla y obedecerla seguramente te dará la fuerza y la sabiduría que necesitas para vivir en los últimos días.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”.

2ª Timoteo 3:17

Publicado primeramente en www.Chamada.com.br


Ron J. Bigalke, doctor en teología y fundador y director de la misión Eternal Ministries. Bigalke ha impartido varios cursos para escuelas bíblicas y seminarios, y continúa enseñando en las áreas de apologética y teología. Su experiencia en iglesias y en posiciones de liderazgo incluyen ministerios pastorales y juveniles, además de ser orador en varios eventos y conferencias. Es miembro de la Junta Directiva de la Llamada de Medianoche en Estados Unidos

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