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La semana pasada comencé a escribir sobre cómo un cristiano puede permanecer fiel a lo largo de su vida y ministerio («Identidad y fidelidad»). Entiendo que hay por lo menos cuatro áreas interrelacionadas a cultivar para preservar la fidelidad en el tiempo: Identidad, Intimidad, Integridad e Interacción. En este artículo quiero hablar de la intimidad con Dios.

Hace poco vi una película en la que una pareja, en una relación adúltera, intenta conocerse mejor. La conversación duró unos cinco minutos y luego pasaron a su relación basada completamente en la atracción sexual. Sin duda fue un poco caricaturesco, a pesar de observar la cultura actual, ya que, en muchos contextos, las relaciones que se basan únicamente en el placer sexual son muy frecuentes. Incluso hay apps que promocionan estos encuentros.

La misma palabra “intimidad” parece haber sido “secuestrada”. Cuando escuchamos sobre la intimidad entre dos personas, debemos mantener nuestra mente con una «correa corta» para no entender un contacto con connotaciones sexuales.

¿Qué es la intimidad?

El origen de la palabra es latino y significa dentro o adentro. Sin embargo, la intimidad tiene un sentido más antiguo, habla de conocer al otro, de compartir valores, sueños, ideas, aspiraciones e historia. La intimidad significa «estar cerca», «permanecer cerca» o «permitir que el otro se sienta cómodo en tu presencia».

En Juan 15, usando la imagen de una vid, Jesús enseña acerca de la intimidad con él. En este breve pasaje usa la palabra “permanecer” unas diez veces. El foco del pasaje es precisamente la permanencia, el estar con él, el habitar con él. El versículo 5 de ese capítulo es quizás el más significativo “Yo soy la vid, ustedes son las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, ése lleva mucho fruto; porque sin mí no puedes hacer nada.”

“Permanecer” es la esencia de la vida cristiana misma. Puedo decir con seguridad que cualquier cristiano que no cultive el “permanecer” con Jesús se alejará, abandonará una vida fiel. Tanto en términos de la vida cristiana como en términos de ministerio, hay tanto que podemos hacer, hay tantos talentos naturales o dados por Dios que son impresionantes.

El problema surge cuando vivimos tanto la vida como el ministerio sin estar íntimamente conectados con Dios. Puede que mantengamos las apariencias por un tiempo, pero nuestra distancia del Señor saldrá a la luz. No como castigo, sino como muestra de la misericordia del Señor. Porque sin revelar nuestra distancia, nuestra falta de intimidad, ¿cómo podemos ser sanados?

El conocido pasaje del Salmo 25:14 apunta precisamente a la intimidad de Dios y nos da algunas recomendaciones sobre cómo alguien puede llegar a disfrutarla “La intimidad del Señor es para los que le temen, a quienes dará a conocer su pacto”.

La palabra «intimidad» en hebreo significa un consejo o reunión donde se comparte información importante pero delicada. Es decir, es algo solo para los íntimos, los más cercanos, los amigos de confianza.

Otro versículo que refleja el mismo principio es el Salmo 4:3: “Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare..” La palabra «piadoso» significa santo o fiel. Podemos ver en este pasaje que el Señor escoge a los que son fieles, los que buscan a Dios, son elegidos, ellos son apartados por él.

¡La recomendación central para cultivar la intimidad con Dios es buscarlo! La Biblia repite esto en muchos pasajes. Permítanme tratar de enumerar algunas de estas recomendaciones:

Busque desde el corazón

Nadie puede desarrollar una intimidad con el Señor a través de la religión o rituales poco sinceros. Jeremías enseña que si lo buscamos de todo corazón, lo encontraremos (Jeremías 29:13).

Buscar en la fe

No podemos tener una experiencia, ni buscar a Dios como algo mágico. Necesitamos buscar a Dios creyendo que él nos responderá. Esta creencia no es el resultado de una «hiperespiritualidad», sino de un corazón quebrantado y anhelante de encontrar a Dios (Santiago 1.6-7).

Prosiga con perseverancia

Incluso si ha tenido una experiencia de intimidad con Dios, debe continuar cultivando esa intimidad a lo largo de su vida. Esto ciertamente requerirá momentos renovados de quebrantamiento y búsqueda. Acuérdense de David, un hombre que caminó en la intimidad con Dios y que tuvo que quebrantarse y volver a buscar la intimidad del Señor (Salmo 51).

Busca la Palabra

Todo lo que Dios quiere revelarte acerca de ti lo ha hecho a través de Jesús. Y Jesús se revela a través de la Palabra, la Biblia. Podemos cultivar experiencias con Dios, pero estas son solo complementos de lo que Dios ha revelado a través de la Biblia. Un cristiano que deja la Palabra, es un cristiano que se aleja de Dios.

Ciertamente hay muchas otras recomendaciones, pero estas me parecen centrales.

¡Oro para que en este año que está comenzando, tanto tú como yo podamos buscar a Dios, en la certeza de que su intimidad es para los que le temen, para los que le buscan de todo corazón!


Publicado en portugués en chamada.com.br

Daniel Lima

Fue pastor de una iglesia local durante más de 25 años en Brasil. Graduado en Psicología, Maestría en Educación Cristiana y Doctor en Desarrollo de Liderazgo en Fuller Theological Seminary, USA. Daniel fue director académico del Seminario Bíblico Palabra de Vida durante 5 años, es autor, conferencista y ha ejercido un ministerio en la formación y mentoría de pastores. Casado con Ana Paula desde hace más de 30 años, tiene 4 hijos, una nieta y vive en Rio Grande do Sul desde 1995.

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