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Autor: Esteban Beitze

A pesar de todo, confió en el Señor y siguió siendo fiel. Dios sabe recompensar tal valentía. Era una pequeña ruedita en un engranaje, pero fundamental para que la máquina funcione. Así como cuando le sacamos una ruedita de un engranaje todo el sistema se paraliza, cada creyente debe ocupar su lugar en el cuerpo de Cristo, de lo contrario algo falla.


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PE2791- Estudio Bíblico
Elías: Un instrumento en las manos de Dios (12ª parte)



Un instrumento en las manos de Dios

Dios les bendiga, queridos hermanos. Vamos a seguir nuestro estudio consecutivo de la vida del profeta Elías. Ya la vez pasada estuvimos viendo a un personaje que aparece en la historia de Elías y de alguna forma fue un colaborador útil para la obra, llamado Abdías. Su historia la encontramos en 1ª Reyes 18, y allí vamos a leer un par de versículos a partir del 3: “Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová. Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.

Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro. Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías? Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías”. Versículo 16, “Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías”.

Tenemos entonces la descripción de un personaje muy singular llamado Abdías, que significa siervo de Dios. Habíamos visto lo temeroso que era este hombre de Dios desde su juventud, una característica a destacar. Pero veremos algunas cosas más.

En segundo lugar, vemos allí a un siervo de Dios, y en la corte de Acab. Realmente es raro encontrar a un excelente siervo de Dios en la corte del hombre más impío de los reyes de Israel. O sea, Acab fue el rey que peor lo hizo de todos los reyes que gobernaron el reino del norte, el reino de las 10 tribus. Un lugar infestado por los ídolos. Todos los días, Elías convivía con 450 sacerdotes de Baal y 400 profetas de Asera y, sobre todo, con la perversa y sanguinaria Jezabel. Él era el mayordomo y tenía que estar al cuidado de todos los detalles de las comidas de estos centenares de idólatras allí en la corte.

En general el mundo no quiere saber nada de los cristianos. Pero es comprensible que el corrupto rey Acab, no eligiera uno de los suyos para el importante puesto de mayordomo. Los que eran como él, serían corruptos también. Él sabía muy bien lo que le convenía para su reino, para su persona. Abdías era un hombre completamente íntegro, fiel a sus principios. O sea, una persona en la cual podía confiar cien por ciento.

Muchas veces sucedió a lo largo de la historia de la humanidad, que gobernantes que vivían una vida completamente disoluta, escogían creyentes decididos para áreas de mucha responsabilidad. Recuerdo el caso de uno de ellos ya no aguantó más el pecado a su alrededor y presentó su renuncia, el rey le dijo que por favor no lo dejara, porque los demás lo adulaban, pero que él era el único en decirle siempre toda la verdad.

Entonces, volviendo a Acab, evidentemente el rey tenía sus razones por mantener a Abdías en este puesto. El mundo se da cuenta que somos diferentes. Vivamos, entonces en integridad. Sé de muchos empresarios, no creyentes que prefieren contratar a creyentes porque saben, en líneas generales, que son más trabajadores, fieles, veraces, honestos. ¿Es así nuestro testimonio? Entonces vemos fidelidad aún en medio de una situación realmente adversa, difícil.

En tercer lugar, vemos una posición difícil. Algunos han cuestionado que Abdías estaba en la corte del rey pagano. Pero si vamos al caso, ¿cuántos tienen jefes incrédulos en sus trabajos? Tenemos que ir a colegios, facultades donde tenemos profesores o maestros que no son creyentes y quizás hasta se burlen de la fe. ¿No es así como también allí se demuestra la fidelidad a Dios? ¿Nuestra honestidad? ¡Cuántos se han parado firme frente a órdenes como: “¡Si llama fulano de tal, dile que no estoy…!” Algunos han perdido su puesto por no participar en manejos reñidos con los principios bíblicos, pero muchos otros fueron reconocidos por Dios y por los hombres por su integridad.

 Claro que existen profesiones o lugares de trabajo dónde es más difícil que en otros guardar la integridad. Pero vemos claramente que Abdías era de los que sin importar dónde estuvieran o qué trabajo tuvieran que realizar, demostraba la firmeza de sus principios bíblicos. La Biblia dice de él: “era en gran manera temeroso de Jehová” (v.3). Además, cuando se encuentra con Elías, éste no le recrimina su puesto de trabajo.

En la Biblia tenemos a otros siervos del Señor trabajando en lugares difíciles. Por ejemplo, José en la corte de Faraón, Daniel y sus amigos en Babilonia y creyentes en el palacio de Nerón (Fil.4:22). Quizás ocupes un lugar difícil en tu casa, en el colegio, en la facultad, en el trabajo, en tu familia. Quizás en tu clase se burlen de ti por ser creyente. Quizás tu trabajo se hace difícil por un jefe ateo. Recuerdo muy bien el caso de una joven que hacía 3 meses que le prohibían ir a la iglesia. Era la única creyente en su familia y después de muchas idas y vueltas pudo tener el permiso para ir a un campamento. La madre vivía en adulterio, el padre no se interesaba, de estos casos hay miles.

La historia de Abdías es animadora. Aún en medio de circunstancias tan adversas, él siguió fiel al Señor. En cada circunstancia, el Señor es más que suficiente para ayudarnos a honrarle. Él nos dará la sabiduría necesaria para actuar correctamente. Hace poco, alguien me mandó por WhatsApp una frase de Oswald Chambers, la cual dice: “La extraordinaria cosa de Dios es que, cuando le temes a Dios, no temes a nada más, y cuando no le temes a Dios, le temes a todo lo demás”.

Ahora, ¿Qué podría hacer Abdías aprovechando su posición? Muchos dirían, que en una situación así es imposible hacer algo para la causa del Señor. Podría pensar: “Mientras esta Jezabel en el trono, mejor nos quedamos quietitos esperando tiempos mejores”. Si él hubiere pensado de esta manera, todos los profetas de Dios hubieran sido exterminados (v.4a). Él tuvo el valor de esconder a 100 profetas de Dios y alimentarnos en este tiempo tan difícil (v.4b). Esto significaba poner en riesgo su vida todos los días. Además, este trabajo imposiblemente lo podía hacer sólo; tendría que tener gente que le ayudaba. No era fácil conseguir pan y agua para 100 hombres sin despertar sospecha, más teniendo en cuenta que, por la gran hambruna, cada gramo de pan y cada gota de agua eran cuidados con mucho esmero. Para colmo lo hacía bajo las narices de la propia Jezabel. Cualquier momento alguien podría sospechar y denunciarlo. Sería la historia para una película de suspenso.

A pesar de todo, confió en el Señor y siguió siendo fiel a Dios. Dios sabe recompensar tal valentía. (2Ti.1:7,8; Ro.1:16). Pero ahora, es nombrado en la historia de Elías, porque fue el engranaje usado por Dios para formalizar el encuentro entre Elías y el rey Acab, que luego llevó al enfrentamiento con los sacerdotes de Baal y el profeta, y al reconocimiento general del pueblo que Jehová era el Dios verdadero. Podemos hablar de un hombre que Dios utilizó para llevar a todo su pueblo al avivamiento, a que reconociera al Dios verdadero.

Abdías era una pequeña ruedita en un engranaje, pero fundamental para que la máquina funcione. Así como cuando le sacamos una ruedita de un engranaje, todo el sistema se paraliza, así también cada creyente debe ocupar su lugar en el cuerpo de Cristo, de lo contrario algo falla. Aquel que ve en lo secreto, recompensará en público. Y si no es en la tierra, con seguridad en el Tribunal de Cristo. El testimonio de este hombre llegó hasta nuestros días. Por lo tanto, ¿no quisieras entregar tu juventud o lo que queda de tu vida, tus pocas fuerzas y capacidades al Señor para que pueda usarte de forma maravillosa? Y aunque tengas superiores sin valores bíblicos, vive en integridad. Dios dice: “…yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1S.2:30b). Que el Señor nos utilice de esta forma para su gloria y cumplamos así su voluntad. Dios les bendiga.

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