El carácter de la iglesia
28 febrero, 2019
Dimensiones apocalípticas de la digitalización
3 enero, 2020
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El Espíritu Santo es la, así llamada, tercera persona de la trinidad de Dios. Esto se ve, por ejemplo, en Mateo 28:19, donde Jesucristo dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.”

El Espíritu Santo tiene cualidades que lo identifican claramente como Dios. Él es, por ejemplo, eterno (He. 9:14) y omnisciente (1 Co. 2:10). En Él está el “poder del Altísimo”, de modo que Él es todopoderoso (Lc. 1:35). Y Él también es omnipresente (Sal 139:7-10).

Él tiene cualidades que sólo una persona tiene. Por esa razón, no puede ser un “poder”. El cristiano, por ejemplo, puede entristecer al Espíritu Santo (hacer que Él se ponga triste; Ef. 4:30). Un poder no puede ser entristecido. El Espíritu Santo enseña y recuerda (Jn. 14:26), Él investiga (1 Co. 2:10), y Él llama (Ap. 22:17). Tiene personalidad.

El Espíritu Santo participó en la creación (Gn. 1:2; Sal. 104:29-30; cp. Jn. 6:63).

En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo venía sobre, o entraba, en determinadas personas para tareas determinadas (por ejemplo, en los profetas, Ez. 2:2; en los jueces, Jue. 6:34; en los reyes, 1 S. 16:13). Pero, también podía volver a ser quitado (Sal. 51:13).

En el Nuevo Testamento, el Señor Jesús anunció a Sus discípulos que el Espíritu Santo vendría como Consolador (Jn. 16:7). En Pentecostés, los creyentes fueron bautizados con el Espíritu Santo y se formó la iglesia (Hch. 1:5; 2:1-13). Todo creyente, en su conversión, es bautizado por él una sola vez en el cuerpo de Cristo, la iglesia (1 Co. 12:13).

Todo creyente es sellado con el Espíritu Santo, quien es las arras de nuestra herencia en el cielo (Ef. 1:13-14). De modo que un verdadero creyente no puede perder al Espíritu Santo, quien mora dentro de él (1 Co. 6:19), pues ha nacido de nuevo a través del Espíritu (Tito 3:5).

El Espíritu Santo reparte dones determinados a cada creyente, “como Él quiere” (1 Co. 12:11).

También, antes de la conversión, el Espíritu Santo obra en la persona convenciéndola de “pecado, justicia y juicio” (Jn. 16:8-11).

Cuando Jesucristo vuelva en gloria, y establezca Su reino mesiánico de paz de mil años de duración, el Espíritu Santo será derramado “sobre toda carne” (Joel 3:1). Por eso, la tierra, entonces, “será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren la mar” (Is. 11:9).   R.M.


Informaciones de Benedikt Peters, manuscrito sobre “Neumatología” y su libro El Espíritu Santo – Dones, Obra, Efectos, Editorial Betanien

3 Comments

  1. swillsoms strung dice:

    Job 19 Yo se que mi Redentor vive y al fin se levantara sobre el polvo y después de deshecha esta mi piel en mi carne he de ver a Dios ,

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