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En varios países se discute sobre la censura y las fake news («falsas noticias» en español). En algunos países ya están incluso regulándolo en proyecto de ley sobre fake news y están causando muchísima polémica.

Por un lado, algunos anuncian que, una vez aprobada estas leyes restablecerá la censura, limitando la libertad de expresión de los ciudadanos. Otros afirman que grupos poderosos usan las redes sociales para difundir noticias falsas o distorsionar la verdad para promover sus intenciones de manipular la opinión pública. Ciertamente he visto muchas noticias falsas promovida por los dos extremos ideológicos. Declaraciones sacadas de contexto, afirmaciones groseramente irreales, acusaciones técnicamente distorsionadas. En este ámbito de la política y la ideología, todo vale.

Como cristiano bíblico, mi primer deber es analizar lo que la Biblia tiene que decir sobre todo esto. Aunque pueda tener opiniones que van más allá de la Biblia, debo reconocer cuando mis opiniones son solo eso, opiniones. Sin embargo, cuando la Biblia es clara acerca de algo, debo someter mis opiniones a la revelación bíblica. Así que preparé algunas observaciones sobre este tema. No creo que sean exhaustivos, pero oro para que contribuyan a este debate entre cristianos, e incluso más allá.

  • 1) Dios es verdad (1 Juan 5:20). Él no solo apoya o promueve la verdad. Dios es la verdad misma. Es decir, no hay verdad fuera de Dios, ya que es él quien define la existencia. Así que la verdad es absolutamente importante en este debate. Como seguidores de Jesús, es muy importante que prestemos atención al tema de la verdad. No podemos afirmar que estamos sirviendo a Dios y de alguna manera abandonar la verdad.
  • 2) Toda mentira viene del diablo (Juan 8:44). Puede parecer una obviedad, más aún tras la primera observación. Sin embargo, es tanto una implicación directa de la observación anterior como un principio fundamental en este debate. Incluso la mentira que nos parece “buena” o que promueve un punto de vista que, a nuestros ojos, es santo y puro, siempre tiene su origen en el mismo Diablo y, por lo tanto, corrompe todo lo que implica.
  • 3) La libertad de expresión debe tener límites. Aunque esto pueda parecer una abominación, la Biblia es clara en que no debemos mentir (Efesios 4.25), o hablar obscenidades (Efesios 5.3-4) o incluso decir la verdad en situaciones inapropiadas (Efesios 4.29). De esta forma, la libertad de expresión no debe ser defendida sin los debidos límites, la “libertad de expresión” no puede ser un ídolo. Si defendemos la libertad de expresión ilimitada, tendríamos que defender un discurso de pedófilos frente a un grupo de niños.

A) La fe cristiana apunta a la verdadera libertad (Juan 8:32). Estamos llamados a la libertad, dentro de los parámetros de la verdad (ver la 1º observación). Esto crea tensión con el punto anterior. Por un lado, debemos afirmar que la libertad de expresión tiene límites, por otro lado, defendemos la libertad. El estándar de equilibrio es precisamente la verdad. No me es posible ejercer la libertad fuera de los parámetros de la realidad misma. Por ejemplo, no puedo ejercer la libertad de volar como un pájaro, por la sencilla razón de que no soy un pájaro. Este simple razonamiento sería una gran contribución a la discusión sobre las personas que se identifican como transgénero.

La Biblia nos enseña la tolerancia de los asuntos menores (Romanos 14:1-8). Tenemos que ser muy selectivos sobre qué temas vamos a luchar. Creo que tenemos una base bíblica para posicionarnos en temas como el aborto, la pedofilia y la homosexualidad, por mencionar algunos polémicos. Al mismo tiempo, los temas que tradicionalmente han dividido a los cristianos deben ser tratados con mayor tolerancia. Debemos tener cuidado de no elevar cuestiones secundarias al nivel de cuestiones de verdad eterna, aunque tengamos opiniones fuertes sobre ellas.

B) Finalmente, la Biblia nos exhorta a corregir con mansedumbre (2 Timoteo 2:24-26). Una marca indudable de nuestro Señor Jesús fue su mansedumbre. El único informe de una confrontación hostil fue con religiosos que tergiversaron el templo, no con paganos que tenían estándares de vida inmorales. Esto no significa condonar el pecado, sino comprender que nuestra postura debe ser siempre en la esperanza de que Dios conceda el arrepentimiento.


Como cristiano, siempre desconfío (y oro por) los gobernantes. Sospecho en el sentido de que no puedo identificarlos con mi Señor Jesús, incluso cuando afirman tener los mismos puntos de vista que yo. Sospecho aún más cuando veo gobernantes que mienten, distorsionan la realidad y afrentan la fe cristiana. En tales momentos, escucho la exhortación del Espíritu escrita por Pablo en Filipenses 1:27-29:

“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.”

Por eso, miro con mucha suspicacia estos proyectos de ley que proponen la regulación de las redes sociales. Si la sociedad ha sido tan ineficaz contra la pornografía, contra la pedofilia y otras inmoralidades, ¿cómo podemos creer que un proyecto de ley propuesto y coordinado por seres humanos que, en general, no reconocen a Dios promoverá la verdad?

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