Cuando «Acab» toma el trono

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Entre los pasajes de la Biblia, uno que siempre me asombra es el del linaje de los reyes de Israel del reino del norte. De los 19 reyes, todos, sin excepción, hicieron lo malo delante de Dios. El sistema político de la época no era democrático, sino monárquico y autoritario. En otras palabras, el pueblo no decidía quién reinaría. Sin embargo, como hoy, el pueblo sufrió las consecuencias de las decisiones de sus autoridades. Entre esta colección de reyes malvados, uno ocupa un lugar destacado.

Según 1 Reyes 21:25-26 leemos “Ciertamente no hubo ninguno como Acab que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos del Señor, porque Jezabel su mujer lo había incitado. Su conducta fue muy abominable, pues fue tras los ídolos conforme a todo lo que habían hecho los amorreos, a los que el Señor había echado de delante de los hijos de Israel» (LBLA) .

Hace algún tiempo, prediqué un mensaje sobre cómo debemos reaccionar cuando un “Acab” asume el trono. Es decir, cunando alguien que consideramos “impío” o “malo” se hace cargo del gobierno de la nación.

Mi pregunta es: «¿Cómo debemos responder ante la frustración de nuestros gobernantes?» Creo que la Biblia tiene mucho que enseñarnos a este respecto.

1. Vivir como un ciudadano del reino

La primera consideración que encontramos en la Biblia es que nuestra ciudadanía no es de aquí. Pablo, en Filipenses 1.27-28, nos exhorta «Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen…»

Ser ciudadano del reino no significa que seamos omisos en la tierra, pero sí que nuestra lealtad, en última instancia, está con el evangelio, y no con una u otra propuesta política. Eso significa que, esté un gobierno u otro en el poder, mi forma de vivir debe ser digna, no de ese gobierno, sino del Evangelio.

Fíjate también en los dos consejos adicionales de Pablo: unidad y audacia.

«Unidad» en el sentido de que, como iglesia, no podemos permitir que nos dividan las alianzas partidistas. Aunque estés más de acuerdo con una línea que con otra, permitir que esa perspectiva te aleje o te haga rechazar a hermanos y hermanas en Cristo indica que no estamos viviendo nuestra ciudadanía de una manera digna del evangelio.

El segundo consejo de Pablo es que no debemos dejarnos intimidar por los que se oponen a nosotros. Percibo en muchos un gran temor a lo que les depara el futuro. Lo comprendo y comparto en parte este temor, pero por otro lado, entiendo que la Biblia ya nos advierte que vendrán días peores antes del fin y también que el mismo Dios estará con nosotros en estos días. Creo que en estos días estamos llamados a confiar en quien ha prometido no abandonarnos nunca.

2. Respetar a las autoridades

La Biblia también nos enseña a respetar a las autoridades. En el texto clásico de Romanos 13.1, Pablo escribe: «Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Hay que recordar que cuando Pablo escribió este texto, inspirado por el Espíritu Santo, vivía bajo el dominio del Imperio Romano, famoso por su corrupción, arbitrariedad, autoritarismo y donde el racismo era política pública. En otras palabras, Pablo no escribía desde una situación ideal en la que los gobernantes profesaran alguna simpatía por el evangelio o por los cristianos. Por el contrario, los cristianos fueron perseguidos con el apoyo del Estado.

La Biblia es clara en cuanto a que debemos respetar a las autoridades. Esto no significa estar de acuerdo, halagar, ni atribuirles en modo alguno ninguna cualidad sobrehumana. Es posible respetar sin estar de acuerdo, respetar incluso oponiéndose o criticando. Para muchos de nosotros, los cristianos, seremos probados en este sentido durante los próximos años.

3. Oración

Por último, hay que hacer una tercera consideración sobre nuestro papel ante un gobierno con el que no estamos de acuerdo. Es la exhortación de Pablo en 1Timoteo 2:1-2: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”.

Afirmando que nuestro Dios sigue siendo soberano (no fue derrotado en ninguna eleccion), todo cristiano debe dirigirse a él, no sólo presentando sus súplicas, sino dejándose moldear por la acción de su Espíritu Santo. Estamos llamados a ejercer el papel de sacerdotes intercediendo por todos los hombres, especialmente por los gobernantes. El objetivo final es que podamos tener una vida tranquila y pacífica.

No sé cómo está tu corazón, pero te animo a que te dirijas al Pastor de nuestras almas. Tiene nuestro futuro garantizado. Busca a Dios, confía en que, a pesar de los tiempos turbulentos, sigue siendo Dios todopoderoso y todo amor.

Mi oración es que tú y yo podamos rendirnos a él y ser ejemplos y proclamadores de su gracia y su amor.

Por Daniel Lima


Publicado primeramente en Chamada.com.br

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