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Autor: Philip Nunn

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Esta importante declaración describe la misión de Jesús usando el lenguaje del ritual de sacrificio en el culto judío. Jesús fue el Cordero provisto por Dios para pagar el precio de los pecados de la humanidad. Jesús es la única solución para resolver el tema de nuestro pecado.


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PE2576 – Estudio Bíblico
Razones para creer (11ª parte)



Jesús es el único mediador

Estimado oyente, quiero seguir desarrollando el tema que ya hemos comenzado en el programa pasado. Dijimos que Jesús es la única solución para restablecer la comunión con nuestro creador, el Padre Celestial. Jesús mismo explicó su misión así: “El Hijo del Hombre (es decir, Jesucristo) no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Jesús habló a menudo sobre la necesidad de su muerte, de dar su vida como sacrificio por los pecadores. Sus discípulos, que esperaban que Jesús fuera un libertador, un Mesías victorioso, se desconcertaron cuando Jesús insistió en que, para cumplir su misión, debía morir y ser resucitado (Mateo 17:19; Marcos 8:31). Pareciera ser que los discípulos recién entendieron la magnitud de la misión de Jesús después de la resurrección.

Muchos de nosotros vivimos en sociedades tolerantes, en las que todas las creencias religiosas deben considerarse igualmente válidas. Hoy en día todas las personas parecen estar felices de tener su propia versión de la “verdad”. Definitivamente, toda persona debe ser respetada. Pero también es cierto que dos afirmaciones contradictorias no pueden ser ambas correctas. Una luz no puede estar encendida y apagada al mismo tiempo. Una mujer no puede estar embarazada y no embarazada. Una persona no puede estar casada y ser soltera. O es lo uno o es lo otro. ¡La verdad es tajante! Dios no puede ser personal e impersonal. Dios es quien él es, y todas las afirmaciones incorrectas acerca de él deben, por obligación, ser falsas. La verdad no es flexible. De hecho, la verdad por definición divide, se pone a sí misma en contra de lo que no es verdad.

Jesús dijo cosas bien especiales acerca de sí mismo, por ejemplo dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). O: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27). ¿Era Jesús un hombre malo que a propósito buscaba engañar a sus seguidores? ¿Era Jesús un hombre loco? ¿O realmente Jesús estaba diciendo la verdad? Solamente una de estas tres hipótesis puede ser cierta. Las personas que le escucharon hablar, y también nosotros hoy en día, tenemos que decidirnos por una de estas tres opciones. Calificar a Jesús sencillamente como un “buen maestro de la moral” no armoniza con lo que él dijo acerca de sí mismo. Si Jesús realmente es quien él dice ser, “Dios hecho carne”, entonces debemos tomar todas sus afirmaciones como verdaderas. Jesús no dijo ser “una” solución, sino “la” solución. Él no afirmó ser “un” camino, sino “el” camino. Si esta afirmación es verdad, el único camino para poder entrar en contacto con este Dios creador y personal es a través de Jesús. No existe otro camino.

En otra ocasión, Jesús reafirmó su exclusividad, pero de una forma más personal: “Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). Esta verdad requiere una respuesta personal de parte de cada uno de nosotros. Los apóstoles entendieron que el evangelio que se les confió no era solamente efectivo sino también absolutamente necesario, y eso fue lo que encendió su impulso evangelístico. Aunque su vida estaba siendo amenazada por celosos oponentes religiosos, el apóstol Pedro tuvo el coraje de decir: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Si otras religiones, disciplinas espirituales o filosofías nos pudieran llevar a la armonía con Dios, la muerte sacrificial de Jesús en la cruz no habría sido necesaria. Pero la vida, la muerte y la resurrección de Jesús no fue una misión sencilla. Fue una intervención extrema, realizada “una vez y para siempre”.

El hecho de que Jesús tuviera que morir me convence de que no había otra manera de salvar a la humanidad. No había otra forma de poner un fin definitivo a nuestro problema del pecado. El Dios creador y personal pagó un precio muy alto para poder ofrecer gratuitamente al ser humano la salvación. Ahora se nos invita a nosotros, a usted amigo, a depositar nuestra fe y confianza en Jesús.

La singularidad de Jesucristo y la exclusividad del mensaje cristiano no tienen nada que ver con fanatismo religioso, orgullo o arrogancia. Si Jesús es la verdadera solución, él también es la única solución. Vuelvo a citar el ejemplo que mencionamos en un estudio anterior: si la solución x=8 coincide con nuestra ecuación 7+x=15, entonces x no puede ser también 3 o 10. Si Jesús es la “llave correcta” que abre la puerta de su casa, entonces no necesitas otra llave porque él nos dice que solo hay una llave. Si Jesús es la “contraseña correcta” que le permite tener acceso a su correo electrónico, entonces usted no necesita probar otras, porque él nos dice que no existe otra contraseña. Jesucristo mismo elimina la posibilidad de que otras creencias o religiones puedan salvar. Usted puede aceptar a Jesús o rechazarlo. Pero su mensaje no admite ningún camino intermedio.

El apóstol Pablo en su Primera Carta a Timoteo explica el papel único de Jesús de esta manera: Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:4-6). Jesús es presentado como el único mediador entre Dios y las personas. ¿Ve, mi amigo, cuán esencialmente importante y cuán único es Jesucristo? ¿Cree usted que él es quien dice ser? El creerlo o no, inevitablemente, afectará la manera en la que usted y yo vivamos.

Una vez que hemos entendido por qué Jesús es el único camino, surgen otras dos preguntas. La primera es acerca de la situación de todos aquellos que vivieron antes que Jesús, o en partes del mundo actual donde el nombre de Jesús nunca se ha oído. Quizás usted se está pregunta cómo hace Dios para alcanzar a esta multitud de personas. La segunda pregunta es más personal, y tiene que ver con la manera en la que usted y yo nos acercamos a Dios a través de Jesús. En palabras más sencillas podría usted preguntarse: ¿Qué debemos hacer para ser salvos? O ¿cómo podemos beneficiarnos de la muerte sacrificial de Jesús?

Bueno, en primer lugar, la situación de aquellos que nunca han oído acerca de Jesús debe ser entendida en el contexto de la revelación de Dios en la Biblia. Nuestro entendimiento debe ajustarse a los siguientes cuatro principios bíblicos: El primer principio indica que Jesús es el único camino, es el mediador necesario, exclusivo y suficiente. Sin Jesús no hay salvación, como ya lo hemos visto. El segundo principio es que la justicia prevalecerá. El Dios revelado en la Biblia es moralmente bueno y justo. Él “juzga justamente” dice 1 Pedro 2:23. Por lo tanto, sabemos que ninguna persona será condenada injustamente (Génesis 18:25).

En tercer lugar, también podemos saber que Dios tiene un profundo amor por cada ser humano. Leemos en 2 Pedro que Él es “paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (3:9). Ya que Dios ama a todos los seres humanos, hizo, hace y hará todo lo posible por salvar a la mayor cantidad de personas. Dios anhela tener una relación viva con usted, conmigo y con todos los demás. Y en cuarto y último lugar, sabemos que Dios recompensa a los que le buscan sinceramente. Él ha prometido revelarse a toda persona que le busque sinceramente. “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”, dice Dios en Jeremías 29:13. ¿Cómo? Bueno, el Dios creador personal revelado en la Biblia es muy creativo cuando se trata de comunicación. No tengo duda alguna de que Dios cumplirá lo que ha prometido de forma expresa.

Al ver estas cuatro verdades juntas, ellas nos dan una descripción equilibrada de la revelación de Dios. No contestan específicamente cada una de nuestras preguntas, pero sí proveen un marco para poder pensar y estar tranquilos de que Dios es tan poderoso y amoroso como para alcanzar a incontables seres humanos, aún en los rincones más lejanos de este mundo. ¿Lo está llamando a usted también, amigo?

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