Preguntas y Respuestas (prog. Nº 441)
4 abril, 2013
Preguntas y Respuestas (prog. Nº 443)
4 abril, 2013
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4 abril, 2013
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Contestamos a la luz de laBiblia la siguiente pregunta: 

  • ¿Libre Albedrío?
  • ¿Puede perderse un cristiano nacido de nuevo?

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PR442– Preguntas & Respuestas
Algunaspreguntas de los oyentes



Rodrigo: Jorge, ¿qué es el libre albedrío?. Un amigo de la Misión dice que “…hay dos pasajes bíblicos que a mí siempre me parecieron muy importantes: Filipenses 2:13: Aquí en el griego se emplea la palabra “thelo” para “querer”, lo que significa que el ser humano no solamente tiene un querer, sino también la insistencia hacia la ejecución de lo que quiere. El “realizar/obrar” es el segundo asunto que Dios obra en nosotros. El término griego “energeo” indica que se hace efectivo, o sea que repercute, en cosas que luego son realizadas. En todo esto, Dios nunca obliga, sino que Él convence y vence al ser humano, en su interior, por medio de Su Espíritu Santo. En Efesios 2:8 dice que la fe es un don de Dios y que la misma nunca es producida por obras para que nadie se gloríe. Según el versículo 10, nosotros somos hechura suya y Dios, de antemano, ha creado todas las buenas obras para que nosotros andemos en ellas. La fe viene solamente de Dios, al igual que la voluntad de creer en Él. Aun en una persona nacida de nuevo, Dios obra lo que a Él le es grato (He. 13:21). Cuánto más es necesario, entonces, “crear” en el ser humano totalmente perdido la voluntad, para que crea y sea salvo.

Jorge: Nosotros creemos que el ser humano no puede convertirse cuando él quiere. Tiene que ser despertado por Dios. Jesús dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jn. 6:44). Por esa razón, siempre es trágico postergar la salvación.

No obstante, cuando un ser humano es despertado por el Espíritu Santo, lo solicitado y decisivo es su voluntad personal. En Mateo 23:37, por ejemplo, dice: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”

La voluntad de Dios, en cuanto a la salvación del ser humano, es bien clara: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños” (Mt. 18:14). “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9).

Quien no cree, no es que no lo haga por no haber recibido de Dios el querer, sino porque él mismo no quiere creer: “…y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos… a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts. 2:10,12).

Pablo escribe: “…Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad… en él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1:4-5,11). Esta predestinación no se trata de la salvación, sino de lo que recibimos en Cristo. Eso significa, que todos los que se convierten a Jesucristo están predestinados… a ser hijos, a ser herederos, etc.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro. 8:28-30). Aquellos que antes fueron conocidos en Cristo, son aquellos que Dios antes vio en Cristo…

Vemos, por ejemplo, que los judíos no aceptaron el haber sido elegidos, y no quisieron creer: “Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles” (Hch. 13:46). “…Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” (Lc. 7:30). “Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (Ro. 10:21).

Romanos 5:18-19 dice: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”
Tanto como es cierto que, en Adán, todos los seres humanos han caído bajo pecado, también es cierto que todos los seres humanos pueden alcanzar la justificación de la vida a través del último Adán (Jesucristo), si creen (por sí mismos) en Él


Silvia: Esta pregunta la hizo un amigo, lector de nuestras revistas: ¿Puede perderse un cristiano nacido de nuevo?
¿Será que un cristiano nacido de nuevo puede perder la vida eterna a causa de una actuación errónea (pecado)? Me refiero a Hebreos 6:4-6. El miembro menor de nuestra familia, ha reconocido su error y se ha arrepentido profundamente, confesando el pecado delante de Dios. Pero, desde hace algún tiempo, lo atormentan los remordimientos, sentimientos de culpa y desesperación, y en vista de Hebreos 6:4-6 él teme haber perdido la vida eterna con Cristo. ¿Será que hay un camino?

Jorge: Muchas gracias a nuestros amigos, por su confianza en nuestra Obra Misionera. En Hebreos 6 no se trata de que una persona nacida de nuevo por el Espíritu Santo pueda perderse otra vez. Quien a través de un nuevo nacimiento ha llegado a ser un hijo de Dios, nunca pierde ese lugar. Si su hijo ha cometido un pecado, ¿por eso deja de ser su hijo? Lo es y siempre lo será. Así también es con nuestra relación con nuestro Padre que está en los cielos.

Usted escribe que ese miembro de su familia se ha arrepentido. En ese caso, de todos modos, lo que vale son las palabras de 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

Existen demasiados pasajes bíblicos que nos aseguran la salvación eterna e imperdible en Cristo, como para que nos dejemos desconcertar por Hebreos 6. Un cristiano nace de nuevo “para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 P.1:4-5). “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (v. 23). Como la Biblia no se puede contradecir, Hebreos 6 obligadamente tiene que tener un significado diferente, y esto se aclara a través del contexto.

Es necesario tomar en cuenta que la carta a los hebreos, estaba dirigida a judíos (hebreos). Algunos de ellos, al principio, sintieron simpatía por el cristianismo, pero luego quisieron volver al judaísmo sin haberse convertido. ¿Cómo se sabe esto? Ellos solamente lo habían probado (v. 4-5), pero no lo habían recibido en sí mismos. ¡No alcanza con probar a Jesucristo! Ellos gozaron del Espíritu Santo, es decir de su acción (v. 4), pero eso no significa que ellos hayan recibido el Espíritu Santo.
Había un “arrepentimiento simulado”, un arrepentimiento que no era genuino (v. 6-8). Eso queda claro en el contexto, con los espinos y abrojos en el versículo 8. El hecho de que ellos solamente produjeron espinos y abrojos, muestra que ellos no tenían frutos. Y no los tenían, porque no eran nacidos de nuevo. Y no eran nacidos de nuevo, porque su arrepentimiento no era sincero.

A esto se añade la explicación del versículo 9: “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.” Eso deja en claro que el autor de la carta a los hebreos, excluye a los cristianos verdaderamente nacidos de nuevo de las declaraciones anteriores.

Gracias amigos, por acompañarnos en estos minutos; nos encontramos Dios mediante, en el próximo programa.

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